Precios en tiempos de pandemia

Viernes, 01/05/2020 02:51 AM

“La corrupción existe, y yo soy el primero en ponerme al frente y llamar al país a batallar contra ella en todos los frentes”.

Hugo Rafael Chávez Frías

(Aló Presidente No. 248, Estado Miranda, 5 de marzo de 2006)


Uno de los problemas que se han convertido en el talón de Aquiles de la Revolución Bolivariana es sin lugar a dudas el relacionado con los precios de los productos de la cesta básica de los venezolanos.

Desde luego que además de ellos se suman otros productos que son indispensables para la vida de cualquier sociedad, vinculados a satisfacer las necesidades básicas y de consumo cotidiano de los ciudadanos y de las familias que la conforman.

Podrían citarse además de los alimentos, las medicinas, productos de aseo personal, vestido, calzado, vivienda, transporte, combustible, electricidad, gas, agua, etc. Con la salvedad de que en nuestro país, muchos de los relacionados con los servicios públicos, están subsidiados y hasta gratuitos en los actuales momentos.

Revisar lo acontecido en el proceso revolucionario desde la llegada del Comandante Hugo Chávez al poder en 1998, ha representado un viacrucis para los venezolanos; sobre todo porque en todos los estratos de la población, ha repercutido el accionar de los enemigos de la Revolución y el de una oposición, quienes han buscado un boquete para destruirla.

Las medidas asumidas por el Gobierno Revolucionario, ayer con Hugo Chávez y hoy con el actual Presidente Nicolás Maduro, para cambiar el sistema político de una democracia burguesa a un sistema socialista, han tenido su costo.

Las políticas implementadas y dirigidas a frenar y contener el ataque permanente de los enemigos del proceso bolivariano, se han encontrado con respuestas de una oposición que busca castigar a la población para de esta manera capitalizar su descontento y crear así las condiciones para derrotar al Gobierno.

Las actuaciones, que afortunadamente han fracasado en reiteradas oportunidades, se han manifestado en intentos de Golpe de Estado, magnicidios, actos violentos de calle, saboteo de la electricidad, etc., todo en complicidad con el imperio, lacayos como la OEA, el “Cartel de Lima” y Colombia para adelantar así una guerra económica, híbrida y de IV generación.

Igualmente, como hemos visto en los últimos meses, bloqueo, sanciones y robo de recursos del Estado y del pueblo venezolano a través de mercenarios e impostores, sembrados en nuestro país por el propio Departamento de Estado norteamericano.

No ha sido nada fácil para el Gobierno Bolivariano enfrentar estos ataques, los cuales han venido desde todos los frentes y que se han encontrado con un muro infranqueable constituido por la unión cívico- militar, cada vez más fortalecida.

Los enemigos no descansan ni cesan en sus propósitos y como muy bien lo decía el Comandante Hugo Chávez, hemos iniciado una guerra de los cien años y la cual no es nada fácil para la conquista de nuestra libertad y nuestra soberanía en el escenario geopolítico mundial.

Chávez lo recordaba: “Recuerden compatriotas: esta batalla va a ser muy dura, porque no estamos batallando contra los factores de la oposición política venezolana, no estamos batallando tampoco contra los medios de comunicación; ¡no!, realmente estamos enfrentando al imperio norteamericano”.

Ya los representantes del imperio que hoy nos atacan, liderados por Donald Trump, no descansan en sus propósitos. Muy a pesar de estar hoy toda la humanidad involucrada en enfrentar un enemigo común, como lo es la pandemia del conocido Covid-19 o Coronavirus, los ataques del Norte no paran y a pesar de aflorar en sus entrañas sus propias contradicciones, siguen con su bloqueo y con sus sanciones contra Venezuela.

En nuestro escenario, el enemigo interno que renace por encima de cualquier adversidad, no descansa y como la pandemia que hoy estamos enfrentando deja a su lado el verdadero principio de defensa de la vida, para sumarse a los intereses de un imperio que ha sembrado su veneno desde el nacimiento mismo de nuestra Patria.

Los acontecimientos y los ataques con diferentes actores contra la tierra de Bolívar, está más que registrada en la historia. Los escenario son por demás elocuentes y sus interlocutores y voceros resurgen como ave de fénix para cumplir su papel de cipayos, de mercenarios y de traidores de la Patria.

Hoy nuevamente Venezuela enfrenta escoyos y situaciones repetidas que se aprovechan de circunstancias para derrotar por hambre al pueblo venezolano.

Está por demás estudiada y reconocida la estrategia de guerra - híbrida y no convencional – que se aplica para enfrentar en Venezuela al proceso de una Revolución democrática, participativa y protagónica.

La estrategia de las colas y de la especulación que parecían haber desaparecido y veíamos lejanas o desterradas en la conducta de los venezolanos, hoy quieren renacer y surgir como un nuevo signo o arma política.

Por encima de una situación anómala y única en el escenario mundial, como la pandemia del Covid-19 o Coronavirus, los enemigos del país apelan de nuevo a su develada estrategia de la “guerra de precios”, condimentada como siempre por la manipulación monetaria, medida que tanto daño le ha causado a los venezolanos, combinada con el efecto del dólar paralelo o “dólar today” quien parecía estar de viaje.

Unido a todo el anterior escenario reaparecen nuevos y viejos actores defendiendo sus intereses a través de fines inconfesables, impulsados por la avaricia y por el afán de acumular más fortunas.

Todo este escenario viene a ser como un símbolo de un sistema que destruye todo lo que se le atraviesa a su paso, para achacar al socialismo o a cualquier proceso de cambio radical, todos los males que el mismo capitalismo ha creado en la humanidad.

En el caso venezolano se han soltado nuevamente los diablos. El Gobierno se ha sentado con los capitalistas y empresarios de nuevo cuño, para llegar a acuerdos que se desconocen al nacer. Son los mismos de siempre, los que chulean al Estado y cambian como el camaleón para poder aplicar su política de “quítate tú para ponerme yo”.

Son mansos corderos y caimanes de un mismo pozo quienes todavía no han entendido que estamos en Revolución; cosa que para ellos, desde luego, no cuadra en un esquema de “libre mercado”, el cual está fijo en sus mentes y sigue encontrando a los soñadores y a los artífices de una herencia o utopía, la cual nos dejó sembrada para siempre el Comandante Hugo Chávez.

Los precios acordados deben ser acordados y no un saludo a la bandera. En socialismo el mercado es controlado por el Estado y no por “el libre mercado” o por “la oferta y la demanda”. Este cuento es para los “niños de pecho” como Lorenzo Mendoza; el mismo de las empresas POLAR, las cuales ahora - en plena pandemia - resucitan como un símbolo del capitalismo para salvar como Robín Hood al pueblo venezolano.

Nuestro pueblo ha superado los más diversos escoyos y las más duras pruebas a cambio de su lealtad y defensa irrestricta de la Revolución Bolivariana.

Si bien su respeto a las instituciones y al Estado está identificado con la paz y los deseos de estabilidad en una democracia participativa y protagónica, hoy ese pueblo reclama al mismo Estado y a sus instituciones - en unión cívico-militar - una respuesta acertada e inmediata sobre el control de precios y la defensa del bolsillo de los venezolanos.

Los empresarios que firmaron con el Estado un acuerdo para el control de precios deben respetarlo. Estos precios deben definirse y ser “voz populi” para que el propio pueblo los maneje, los conozca y los defienda.

La cadena de producción debe estar bien clara así como los costos asociados a ella (costos de producción). No debe haber gato enmuchilado.

Si bien entendemos que para el Gobierno y para el país llegó la época de las vacas flacas. Los salarios aumentados, si son bajos para los trabajadores deben estar acorde con los precios de los productos y en sintonía con los costos de la cesta básica, para no afectar el poder adquisitivo.

No es el dólar paralelo quien debe marcar los precios, es el Estado socialista quien debe manifestarse junto al pueblo unido, para juntos darle un parado pero de verdad, verdad a los especuladores y a los ladrones de arriba y de abajo.

Llegó la hora de defender la Revolución. El Presidente Obrero Nicolás Maduro está en la obligación de ponerse de lado de quienes llevábamos la peor parte en esta “guerra de precios” y la cual ha roto reiteradamente nuestros bolsillos.

Los atracadores sin pistola que renacen como los “mercaderes del templo” entre las víctimas de la pandemia, no tienen piedad con la miseria. Ellos tienen un “corazón de concreto”. Debemos pararlos; pero eso sí, con la unión cívico-militar para poner en su lugar a los pelucones y a los sin peluca también… ¡Venceremos!

¡Amanecerá y veremos!


 

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