Aún no es tarde para corregir

Lunes, 11/05/2020 08:43 AM

A nivel nacional e internacional, cada vez más camaradas y amigos, con honesta, justificada e insistente inquietud, manifiestan sus preocupaciones y críticas acerca del papel que ha desempeñado el Partido Comunista de Venezuela (PCV) en los últimos 21 años, frente al llamado «proceso de cambios», «proceso bolivariano», «proceso político y social» o «revolución bolivariana».

Nadie tiene, de entrada, que alborotarse por esto, porque como bien se afirmó en el Informe del Comité Central al 6º Congreso del PCV [agosto de 1980], presentado por el secretario general de entonces, camarada Jesús Faría [favor no confundir con el tránsfuga de su hijo, Jesús Germán ‘Xuman’ Faría]: «En realidad, todo cuanto hacemos está sujeto a la crítica del Partido y del pueblo trabajador que nos rodea.»

Además, sería indigno hacer lo mismo que el gobierno nacional ha hecho por más de dos décadas, es decir, pretender que las críticas y los problemas desaparecerán o no crecerán sólo porque se decida no hablar de ellos.

La gran mayoría de quienes continuamos militando en el PCV –e incluso una parte importante de quienes en la última década lamentablemente decidieron dejar de militar–, estamos convencidos de la vigencia y necesidad de los fundamentos del marxismo-leninismo:

La concepción sobre el papel de la clase obrera como el sujeto histórico que debe encabezar la liberación del resto de la sociedad explotada;

La concepción sobre la necesidad de un Partido marxista-leninista que, como organización de vanguardia del proletariado, oriente y dirija las luchas económicas, ideológicas y políticas;

El carácter del Estado lo determina la clase que ejerce el poder hegemónico en la sociedad, no las personas que estén en el gobierno; por lo que es peligroso y tiende a confundir si se adjetiviza el Estado al margen de la caracterización clasista;

La lucha de clases es la expresión de las contradicciones antagónicas entre las clases y de la lucha entre éstas, según corresponda, por mantener o tomar el poder;

El derrocamiento de la burguesía y la toma del poder político no se logran mediante elecciones, sino a través de la revolución proletaria y popular, la genuina revolución socialista;

Tras la toma del poder, para iniciar el tránsito hacia el comunismo (cuya primera fase será el socialismo), se debe instaurar la dictadura del proletariado, el poder obrero y popular, la socialización de los medios fundamentales de producción, y la planificación centralizada de la economía.

Con tal magnitud de tareas, siendo el PCV el único partido real que en Venezuela se reivindica como marxista-leninista, es natural que quien se asume como revolucionario sienta al menos interés e inquietud por su accionar. De hecho, los máximos organismos de dirección del PCV [Congreso, Conferencia Nacional y Comité Central] también lo han hecho.

El 13º Congreso - extraordinario [marzo de 2007], en las «Tesis sobre el Partido de la revolución», expresó que en nuestro país se requiere: «la existencia y acción de una vanguardia revolucionaria que dirija organizada, colectiva y cohesionadamente el esfuerzo creador de las masas», y que «El partido que pueda asumir este rol debe ser capaz […] de generar un enfoque global del proceso sociopolítico […]».

El 28º Pleno del Comité Central [enero de 2009], en su descarnado documento «Situación organizativa y funcional del PCV», «al examinar […] la actividad desarrollada tanto de los organismos nacionales e intermedios de dirección, así como de las células», constató que «el PCV no ha alcanzado los niveles de desarrollo ideológico, orgánico, político y de influencia de masas requeridos», y que para solventarlo «debemos realizar ajustes y aplicar correctivos en los organismos de dirección a todos los niveles […]».

El 14º Congreso [agosto de 2011], en esa histórica «Línea Política», reconoció «la necesidad de fortalecer ideológica y políticamente al Partido Comunista de Venezuela», como parte de las trabas para poder «hacer realmente del PCV la vanguardia política organizada de la clase obrera y del pueblo trabajador en general».

La 13ª Conferencia Nacional [agosto 2014], en el referencial documento «La organización marxista-leninista», como abreboca a una larga lista de deficiencias internas y medidas correctivas, señaló que «tanto en los organismos de Dirección nacional (Comité Central y Buró Político) como en los organismos de Dirección intermedia (Comités Regionales, Comités Locales, y sus respectivos Secretariados), persisten un conjunto de deficiencias, que debemos señalar y corregir […]».

Esta misma Conferencia puntualizó que «Las fortalezas o debilidades ideológicas que tengamos se reflejarán directamente en nuestras fortalezas o debilidades organizativas», y que la «experiencia […] enseña que, a lo interno del Partido, debe mantenerse una permanente vigilancia revolucionaria y una intransigencia en el cumplimiento de los principios y los Estatutos del Partido, porque, en mayor o menor medida, presenta expresiones de la lucha de clases que se libra en la sociedad.»

Sin embargo, por su tradición, historia, principios fundacionales y objetivos enunciados, el PCV sigue siendo en Venezuela la organización que tiene las mejores condiciones para llegar a convertirse en el Partido revolucionario de vanguardia, imprescindible para alcanzar los objetivos planteados.

Indistintamente de las incomprensiones y los ataques que coyunturalmente se generarían en una parte del pueblo trabajador, la profunda autocrítica y el razonado deslinde frente a las influencias perniciosas de las concepciones y figuras que caracterizan el «reformismo chavista», al final terminará fortaleciéndonos.

 

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