En Colombia, "la procesión va por dentro"

Miércoles, 27/05/2020 09:49 AM

"Por defender la paz del pueblo colombiano que es la paz del pueblo venezolano, he tenido que tragar arena para poder soportar los gobiernos de la oligarquía como el de Álvaro Uribe Vélez".

Hugo Rafael Chávez Frías

Si algo ha tenido que soportar el Gobierno y el pueblo venezolano, incluso desde mucho antes de la llegada de la Revolución Bolivariana con el Comandante Hugo Chávez, son los desatinos y los ataques despiadados de la oligarquía colombiana.

Los antecedentes históricos son por demás conocidos y sus signos de traición y de envidia han aflorado cíclicamente, desde la misma guerra de independencia cuando gracias al liderazgo del "Libertador" Simón Bolívar, acompañado de insignes patriotas colombianos como José Antonio Ricaurte, Atanasio Girardot y Antonio Nariño, entre otros, se conquistó la libertad de cinco naciones en Sur América.

Vendrían después - a través del tiempo - hechos nefastos y de muerte como el asesinato del "Abel de América", Antonio José de Sucre y los reiterados atentados contra Simón Bolívar planificados por la oligarquía colombiana y ejecutados por la mano traidora de Francisco de Paula Santander.

Esta vocación asesina que siempre ha querido traspasar la frontera no ha cesado. Sus implacables métodos de muerte que se han manifestado en cruentos asesinatos, los cuales de manera rutinaria ocurren en Colombia y se proyectan hoy, luego del fracaso de los acuerdos de paz firmados en Cuba entre el Gobierno del ex presidente Juan Manuel Santos y el grupo armado de las FARC-EP.

Todo un proceso de grandes esfuerzos protagonizados por amantes de la paz y bajo el impulso de organismos internacionales y el afán abnegado y solidario del Comandante Hugo Chávez, se vino al piso por la acción de los agentes de la guerra del imperio norteamericano y que lideran en la Nueva Granada el expresidente Álvaro Uribe y su hijo putativo, Iván Duque.

Los signos siniestros y la mezcla explosiva del narcotráfico que maneja el poder en Colombia, arrastran consigo todo lo que se les atraviesa a su paso y bajo su dogma fascista y terrorista, han enarbolado la bandera de la muerte e impulsado la política de asesinatos que hoy impera en el vecino país.

Cifras de organizaciones de los Derechos Humanos radicadas en Colombia revelan que las mismas en lo que va del 2020, ya se acercan al millar y para noviembre del 2019 se contabilizaban 777 líderes sociales asesinados (laizquierdadiario.com)

Toda esa cultura de la muerte que impera en Colombia ha querido ser trasladada a Venezuela. Son por demás contundentes las pruebas públicas y comunicacionales de la participación del Gobierno colombiano de Iván Duque, en intentos de magnicidio contra el Presidente Nicolás Maduro y miembros de su Gabinete (como el caso preparado en Chinácota cerca de Pamplona, en el Departamento Norte de Santander).

Igualmente se suman el fallido intento de Juan Guaidó con Los Rastrojos, en una operación de Ayuda Humanitaria realizada en el Puente Internacional Simón Bolívar y Las Tienditas, acompañada de un concierto del cual los recaudos desaparecieron.

El operativo donde además del presidente colombiano Iván Duque asistieron el presidente chileno Sebastián Piñera y el de Paraguay Mario Abdó Benitez, en la frontera con el estado Táchira, donde también se hizo presente el mercenario mayor (panita de Guaidó y de Trump) Jordán Goudreau.

El mercenario presidente de la empresa Sivercorp, J. Goudreau firmaría más tarde un contrato millonario con el impostor Juan Guaidó del partido Voluntad Popular y el vende patria, J.J.Rendón por más de 212 millones de dólares, Contrato para invadir a Venezuela y asesinar al Presidente Nicolás Maduro Moros.

Lo ocurrido en los últimos años se cristaliza en una fracasada "Operación Gedeón" que se inició con un fallido intento de ingreso al país por Macuto en el estado la Guaira y otro por Chuao en el estado Aragua; y por si fuera poco, estos ladrones de la mafia mayor comandada desde Washington, también concretó la venta de la empresa Citgo por una cifra millonaria de dólares a cambio de una deuda a la empresa Cristalex.

Los guionistas de Hollywood se quedaron pendejos ante la trama que ha encabezado uno de los mafiosos, con cara de bobolongo, que fue parido en las costa venezolana de La Guaira, como lo es el conocido en los bajos fondos como Juanito Alimaña, socio del grupo "Los Rastrojos" y de Iván Duque.

Es con esta mafia de narcotraficantes que se concreta la fracasada "Operación Gedeón", otra siniestra y macabra acción cocinada en el vecino país en la costa de la Guajira Colombiana, donde participan narcotraficantes como "Doble Rueda" y el general venezolano Cliver Alcalá Cordones.

Mientras esta descarada y miserable acción de la oligarquía colombiana combinada con el narcotráfico hunde a la vecina nación, en su seno se cocina uno de los hechos revolucionarios más genuinos y antiguos de la América Latina.

Colombia "la profunda", como acostumbraba a definirla el Comandante Chávez, despierta poco a poco de su letargo. Si bien el pueblo colombiano ha permanecido al margen de las actuaciones de una oligarquía corrupta y narco-paramilitar, su descarada manipulación le ha permitido adueñarse del poder y comprar elecciones desde hace muchos años.

Este descarado y develado plan de manipular y comprar votos en la Nueva Granada, es conocido hoy al dedillo por el Gobierno Bolivariano del presidente Nicolás Maduro.

Sus tentáculos olorosos a droga y a triquiñuelas del mayor capo colombiano y su lugarteniente Iván Duque, han trascendido gracias a las confesiones de la senadora colombiana Aida Merlano, detenida en Venezuela y quien espera por la actuación de la justicia de su país.

Todo un andamiaje y piezas de un ajedrez se mueven en el tablero, a la espera de un futuro y auténtica libertad para el pueblo colombiano. Mientras Iván Duque y su corte asesinan a centenares de líderes sociales y entierra cualquier valiente que enarbole la bandera de la paz, signos rebeldes resucitan en Colombia inspirados en los espíritus de Jorge Eliezer Gaitán, Camilo Torres y de Manuel Marulanda Vélez.

No todo está perdido en Colombia y "más temprano que tarde" citando una frase del Comandante Hugo Chávez, la "Colombia profunda" renacerá de sus cenizas para liberar al pueblo colombiano.

Recientemente un informe de la FARC-EP, que desde luego no se difunde en la prensa de la oligarquía colombiana, revela señales de una esperanza para el futuro de Colombia.

La información está contenida en una carta abierta enviada por la legendaria organización guerrillera colombiana (FARC-EP) a "congresistas del vecino país, al padre Francisco de Rouz, organizaciones que trabajan por la paz, defensores de los derechos humanos, a la Plataforma Defendamos la Paz, al Arzobispo de Popayán Monseñor Luis José Rueda y al rector de la Universidad del Cauca, José Luis Diago"

La organización de disidentes de los acuerdos de La Habana, encabezada por Iván Márquez, un líder guerrillero de las FARC-EP destaca que "después de cuatro años de arduo trabajo político-militar a nivel nacional, hemos recuperado gran parte de los territorios donde teníamos presencia".

Para el líder colombiano de la insurgencia Iván Márquez, a pesar de la difícil situación que atraviesa Colombia con el Gobierno de Iván Duque, su posición es de que: "nuestra histórica voluntad de paz se mantiene intacta…"."Nunca – prosigue – hemos renunciado a la solución política a la graves crisis social por la que atraviesa este país (Colombia) y que es el motor de nuestra lucha".

Es por eso que entendemos que la "Colombia profunda" no está dormida. A pesar de haber etiquetado las organizaciones guerrilleras como las FARC-EP y el ELN como enemigas del pueblo colombiano, este último ya empieza a entender que el verdadero enemigo es la oligarquía colombiana representada por Álvaro Uribe Vélez, Juan Manuel Santos e Iván Duque y todos sus lacayos.

La sentencia de "El Gabo", Gabriel García Márquez cobra vigencia en nuestro tiempo y salvando las distancias decimos como el autor de Cien Años de Soledad: "en Colombia "la procesión va por dentro"".

¡Amanecerá y veremos!





 

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