La bronca entre Camilo José Cela y Ramón J. Sender, vista por Sant Roz (testigo indirecto)

Jueves, 28/05/2020 08:19 PM

  1. Refiere Francisco Umbral en sus Memorias DÍAS FELICES EN ARGÜELLES: "Ya muerto Franco y vueltos los del exilio, Cela invitó a algunos a su isla. Allí estuvo Ramón J. Sender, quien con los licores del postre llamó a Cela fascista. Cela le dijo a Charo: Lleva a este señor al mejor hotel de la ciudad y que le atiendan bien. Mañana mismo que se vaya de la isla. Y no le doy a usted dos hostias porque es usted un anciano". Esta poderosa bronca entre estos dos grandes genios de la literatura española escindió a toda España en 1974. Recuerdo que estaba en San Diego, California, cuando llegó el pintor madrileño Francisco Antolín a mi casa y gritó: "¿Y tú, José, con quién estás? Yo me cuadro con la posición de Cela". La versión que yo tuve de aquella pelea que directamente me fue referida por Ramón J. Sender resultó muy diferente de la narrada por Umbral.
  2. En mayo de 1974, Sender viajó a España con Luz C. de Watts, su estudiante en la Universidad de Southern California (a quien conocí). Poco antes de darse este viaje a España, a la que llevaba treinta y cinco años sin ver, estuvieron en su apartamento de San Diego, los escritores Camilo José Cela y José Luis Castillo-Puche. Estos dos escritores lograron convencer a don Ramón que debía volver a España. Es decir, Camilo José Cela logró convencerlo porque don Ramón estaba muy reacio, luego que allí durante la Guerra Civil le fusilaran a su esposa (Amparo Barayón) y a su hermano Manuel.
  3. En los cuatro años seguidos, de 1977 a 1981, en los que frecuentemente estuve visitando a don Ramón, también departí, regularmente, con su ex esposa, doña Florence Hall, quien vivía a unas tres cuadras del apartamento de Sender. Muchas veces, cayendo la tarde o ya de noche, hice ese recorrido del apartamento de don Ramón al de la señora Hall, rodeado del follaje del lugar, entre grillos y ardillas.
  4. La señora Florence Hall era norteamericana, dominaba varios idiomas, conocía perfectamente el español, estuvo toda su vida en un ambiente de intelectuales latinoamericanos y españoles. Ella había trabajado en la sección latinoamericana del Departamento de Estados Norteamericano, y sin ninguna duda era agente de la CIA. Yo no sé si esto último lo sabía don Ramón, pero ambos, de alguna manera, lo vine a descubrir años más tarde, estaban envueltos en la Guerra Fría Cultural, tal cual lo describe muy bien en su extraordinaria obra Frances Stoner Saunder.
  5. Tuve la gran suerte de conocer y compartir varios años de amistad con el escritor aragonés, don Ramón J. Sender. Me encontraba yo en San Diego, California, haciendo un doctorado en Teoría Combinatoria, entre 1976 y 1982. En 1977, tuve la visita en mi casa de La Joya, del pintor y escultor madrileño Francisco Antolín, y juntos fuimos a visitar a don Ramón Sender, en su pequeño apartamento situado cerca del Balboa Park. He hice una gran amistad con don Ramón a tal punto que le hizo muchas correcciones a mi primera novela "Dulce María".
  6. A partir de aquel encuentro con aquel genio de la novela española, tuve otros muchos con notables personajes, ya en Venezuela, como por ejemplo, Juan Félix Sánchez, Jean Marc de Civrieux, el padre Santiago López Palacios, Joaquín Mármol Luzardo, don Eloi Chalbaud Zerpa y Carlos Chalbaud Cardona, el doctor Ramón J. Velásquez, entre otros. Conocer estos personajes ligados a los temas de la literatura y de la historia ha sido mi más grande pasión.
  7. En 1983, hice un intento, algo impaciente, de escribir una historia novelada de don Ramón J. Sender, que quizá no se me dio como esperaba. Me faltaba mucho el oficio, y el trato con la literatura. Esa novela anda por ahí, digitalizada, dando tumbos, y se llama "muerte ad honores", la salva el hecho de haber ser auténticamente original y propia.
  8. Cuando estuve en España, entre 1996 y 1997 (como profesor en la Universidad de Cádiz), hice algunos intentos por conocer al escritor Francisco Umbral; le escribí una carta, nunca me perdía sus artículos publicados, diariamente, en "El País" y me paseé en varias ocasiones por el Café Gijón, a ver si me lo topaba. Creo que llegué a tener todos los libros de Umbral, así como casi todos los de Ramón Sender.
  9. Umbral fue gran amigo de Cela, así como lo fue mi hermano Argenis Rodríguez, quien pasó una temporada en Palma de Mallorca viviendo en su casa. Argenis llegó a publicar en los Papeles de Son Armadans, que dirigía don Camilo. Qué misteriosa coincidencia o mágica casualidad, que mientras yo hacía una gran amistad con Ramón Sender en California, mi hermano Argenis la cultivaba la suya con Camilo José Cela allá en la isla de Mallorca.
  10. Cuando Sender estuvo en España, en 1974, no podía decirse que fuese republicano o comunista, ni siquiera ser calificado de izquierdista porque estaba profundamente imbuido en la cultura norteamericana y agradecido a sus valores tremendamente anticomunistas. Él sólo decía que era anarquista. En cambio, Camilo José Cela, sí tenía una férrea tradición de embanderado con la derecha, con el fascismo, amigo de dictadores como Marcos Pérez Jiménez.
  11. Sender en 1974, viajó a Mallorca, atendiendo una invitación de Camilo José Cela, el ala melodramática de la intelectualidad de ateneo. Umbral defiende a Cela diciendo que cuando Franco fusiló a un puñado de revolucionarios, Camilo José Cela renunció a la presidencia del Ateneo de Madrid como gesto de protesta ante el franquismo.
  12. No conozco las razones por las cuales don Ramón —en su último viaje a España— pasó unos días en casa de Cela (Bonanova, Mallorca). Don Ramón encontrábase de huésped en su casa, y observaba la forma grosera como Cela se peía en la sala, en el comedor. Hubo un momento en que Sender le dijo: "Los burros de mi pueblo se peían mejor". En medio de una cena familiar, la cosa se fue caldeando; sin ton ni son, Cela exclamó que le gustaría ver marchar, ondeante de banderas rojas, los tanques rusos por las calles de Madrid. Sin duda se refería a estúpidos residuos del pasado, y para burlarse de los que lucharon al lado de la república. Esta era una indirecta que hería profundamente a don Ramón, un hombre que había pasado más de treinta y cinco años fuera de España. Sender molesto tiró entonces del mantel, arrojando lo que había sobre la mesa e increpó duramente a Cela (me cuenta el pintor español Francisco Antolín, que en habiéndose quedado Cela del lado de los fascistas durante la guerra civil, se ofreció como delator de republicanos a la policía. En ese entonces y por los lados de su actividad delatora, fue fusilada Amparo, la esposa de Ramón). ¿Cuál fue la extraña y grotesca relación de lo que entonces pasó por la cabeza de Sender?
  13. —¡Cerda! —le gritó Sender, y dirigiéndose a una panoplia, tomó una pistola y apuntó a Cela. Éste, perplejo, sin levantarse, empujó la silla hacia una puerta vecina. Don Ramón le increpó: Lástima que está descargada, ya que tú y tus amigos, fuisteis quienes asesinasteis a mi mujer y a mi hermano Manuel".

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