Mayo que de niño en los años de 1966 o 1970 hemos oído llamar en El Hato de Baragua, y así le nombran en casi toda Venezuela, "El mes de las flores" ya se va. Pues al pergeñar estas notas estamos a 31, en cuya noche suele hacerse la Coronación de la imagen de la Santísima Virgen María en las capillas cristianas católicas, sobre todo en nuestras áreas rurales y populares urbanas; tal vez una expresión concreta de ese sincretismo de lo indígena-naturalista y lo europeo-abstraccionista conceptual, además de lo africano-animista en nuestra América.
Este mayo de 2020 ha sido un mes atípico, tanto en Venezuela como en todo el Universo-Mundo en tiempo de pandemia del Covid-19. De hecho, como se dolía recientemente en su programa de Unión Radio Maripili Hernández, hemos visto al Santo Padre Francisco íngrimo rezando el rosario puesto de hinojos ante una imagen de la virgencita rogando por el fin de esta terrible enfermedad, Dios le oiga por su intercesión.
Ojalá también ya se vayan generando los cambios de actitudinales y en los valores en el período que se ha pasado a nombrar como de la postpandemia, dado que el mundo de la producción material y simbólico, o sea la economía y la cultura ya no puede literalmente continuar al mismo ritmo irracional y fragmentario que se trae de la explotación de los recursos naturales, que ha roto los sanos equilibrios naturales.
Precisamente aquí en la esquina de la casa de Doña Paula se realizará La Coronación de la Virgen, observada a la distancia, para lo cual se han tomado en cuenta las medidas de distanciamiento social, tapa boca, etc., la familia va a repartir una sopita para quienes somos socialmente más vulnerables que se traerá para ser consumida en la casa en pequeñas tasas; una mínima expresión de solidaridad, otros dirán de caridad. Aunque también es parte de esa dinámica comunitaria mediada por la integración, el compartir y la alegría de las comunidades campesinas y urbanas-populares venezolanas, donde lo religioso mariana constituye un signo característico.
En las pequeñas comunidades, sobre todo, de nuestros campos suele hacerse en tiempos normales lo que se conoce como "Las Flores de María", eso es, en rezo del santo rosario todas las noches del mes de mayo intercalando en cada misterio cánticos religiosos; y el día 31 es aún de mayor alegría donde se integran hasta los niños de las escuelas, algunos se les viste de ángeles y uno de éstos, generalmente una niña bellamente ataviada, realiza la coronación a la imagen de la Santísima Virgen María, Madre de Dios y de todos nosotros.
El 31 de mayo es un día y noche de festividad y jolgorio sano, alegría en el espíritu; eso es lo que recordamos de nuestra niñez, como hemos dicho ya de nuestro villorrio del semiárido larense, uno de esos caseríos que se desparraman desde un núcleo mayor como el pueblo de Baragua, que es un valle y su sierra está tramado de caminos reales por donde antes pateaban recuas de mulas y burros; que por cierto, estos días ante la falta de gasolina nos contaba la prima Aura Saavedra, habían vuelto a tener que usar a pie y caminaban hasta 3 o 4 horas para buscar los víveres de las cajas clap o las bolsas, pues las motos y carros rústicos ya tradicionales, no tenían combustible; una realidad violenta que golpea sobre todo a los que menos tienen.
Como ya este lunes habrá más disponibilidad de gasolina, tal vez los campesinos de Baragua y sus muchos caseríos asidos en las axilas más húmedas de esa sierra puedan mejorar un poco su situación de carencia de combustible, tan necesario para transportar los productos que elaboran como pueblo laborioso, queso, carnes, cuero, hamacas, hortalizas… O sea que mayo el mes de las flores ya al final parece haber traído la alegría ya casi perdida; ello gracias al esfuerzo de unas autoridades empeñadas en buscar soluciones y la cooperación internacional, a pesar de las acciones perversas de otros actores sociales y políticos en el plano nacional e internacional que no piensa sino en la maldad.
Es decir, la oposición, Trump y sus gobiernos sumisos y abyectos líderes a la carta, corruptos que buscan en la cooperación internacional recursos que no entregan a sus destinatarios, los inmigrantes venezolanos en el exterior como en Colombia, Ecuador, Perú, Chile, Panamá y otros países, sino que se los apropian indebidamente. Gente así no puede ser cristiana, sino demonios.