Muchos podrían suponer que uno se asombraría de que militantes del Partido Comunista de Venezuela (PCV), organización que el próximo año arribará a su 90º aniversario, escriban y envíen –sobre todo por «redes sociales»– textos con términos, conceptos y enfoques que son ajenos al marxismo-leninismo y contrarios a las verdaderas concepciones comunistas.
Pero no, porque este fenómeno ha sido señalado y alertado desde hace años, y de hecho tiene raíces históricas que han sido expuestas a lo interno y externo de la organización. Por ejemplo, una de vital trascendencia la puntualizó el 10º Congreso (octubre de 1996), cuando en la «Declaración programática» reconoció la responsabilidad del PCV en «no haber propiciado, durante las tres últimas décadas, una clara estrategia de poder».
Asimismo, en el referencial documento «Situación organizativa y funcional del PCV», del 28º Pleno del Comité Central (enero de 2009), transcurrida casi una década de Chávez en el gobierno, se diagnosticó que:
«La mayoría de nuestra militancia actual ingresó al Partido luego de desaparecido el Campo Socialista, y una parte importante de ella durante los 10 años de esta etapa del proceso revolucionario venezolano, lo que –sumado a nuestras debilidades– ha generado que carezca de los elementos distintivos de la tradicional cultura comunista. […]»
Por ende, sabiendo que es una realidad, lo que corresponde es señalar y aclarar los errores y las desviaciones, para –como bien dijo Fidel en La historia me absolverá (octubre de 1953)– «que nadie se engañe, ni amigos ni enemigos».
En días recientes circuló y fue reenviado por «grupos de WhatsApp» uno de esos escritos, pero que sí llamó la atención por su exacerbada y reiterativa retórica que en nada se diferencia de un reciclado comunicado del partido de Gobierno o del discurso recalcitrante de un vocero del oficialismo ante las cámaras de VTV.
Estos «camaradas» empiezan hablando de: «funcionarios […] desleales y traidores al legado del comandante Chávez», acerca del abandono de una obra «que es un pilar del legado de Chávez», calificándolo como «abominable crimen a la revolución y al legado de Chávez», con cuyo accionar «traicionan el legado del Comandante eterno», reafirmando que seguirán investigando «este abominable crimen al proceso y al legado de Chávez»; y culminando, por supuesto, con las sentencias: «Castigo a los desleales! Cárcel para los traidores!».
Claro, en estos años nunca faltan quienes –sin ser formalmente militantes del PSUV, aunque cumplen con todos los requisitos– exclaman indignados: «no podemos ser mezquinos con Chávez y su legado [o su obra]».
Sobre estos aspectos fue enfática la 13ª Conferencia Nacional (agosto de 2014), en el documento «La organización marxista-leninista:
«Es incompatible con las características de un militante comunista –y más todavía con las de un dirigente del Partido–, la irresponsabilidad de pretender validar cualquier afirmación que se le ocurra decir, mediante la etiqueta de: "como establece nuestra Línea Política…" o "en cumplimiento del marxismo-leninismo…"; cuando lo expresado no refleje ni una cosa ni la otra. […]»
Y se criticó con fuerza que:
«[…] militantes y dirigentes del Partido siguen utilizando, en sus análisis y discursos, categorías ajenas al marxismo-leninismo y a la re-caracterización que hicimos del proceso en curso […]. Camaradas emplean "Gobierno revolucionario" […]. Al hablar de la fase liderada primero por el presidente Chávez y ahora por el presidente Maduro, siguen manejando erróneamente términos como "Revolución" o "Revolución bolivariana". Además, sobre el objetivo a conquistar hablan de "Socialismo bolivariano", "Socialismo del siglo XXI" o "Estado comunal", en contraposición a las concepciones científicas, materialistas-históricas y clasistas que nos rigen. Y, por si fuera poco, sustituyen la categoría de "imperialismo" por la de "imperio", adulterando la naturaleza propia de la fase superior del capitalismo y dificultando su correcta comprensión y análisis.»
Hay que tomar en cuenta que ya tres años antes, el 14º Congreso (agosto de 2011), más de un año y medio antes de la muerte de Chávez y de que se empezara a hablar de su «legado», en la «Línea Política» clarificó:
«Las diversas iniciativas colectivas emprendidas por el gobierno, tales como los "Saraos" y "Saraítos", "Núcleos de Desarrollo Endógeno", "Fundos Zamoranos" y las llamadas "Empresas de Producción Social", han sido, al menos hasta ahora, muy poco exitosas, como también lo han sido la mayoría de las numerosas cooperativas constituidas en el marco de las Misiones "Vuelvan Caras" y "Che Guevara", y muchas de las pequeñas y medianas industrias que el gobierno ha apoyado. Y una nación que no produce lo que come, o sea, que no ha logrado asegurar su soberanía agroalimentaria, no es verdaderamente dueña de su destino. […]
»Continuamos teniendo asimismo un severo déficit en cuanto al aparato institucional del Estado, no sólo en términos de su capacidad de proveer, con niveles razonables de eficiencia y calidad, los servicios a que está constitucionalmente obligado, sino incluso en términos de sus propios procesos internos de organización, planificación, administración y contraloría. El Estado venezolano sigue siendo altamente ineficiente, con graves niveles de desorden e improvisación, sin procedimientos claros y estables, sin planificación eficaz. […] El desorden generalizado en las instituciones del Estado contribuye a crear condiciones favorables para la intensificación del fenómeno de la corrupción administrativa, que sigue siendo un elemento habitual en la vida de la república […].
»En general, la estructura orgánico-funcional del Estado sigue estando fundamentalmente orientada a responder a los intereses de la burguesía comercial importadora, cuya relación e intervención no sólo impacta tremendamente todos los ámbitos y niveles del aparato institucional, sino que tiene en éste la principal fuente de sus ingresos y acumulación de capitales, asociada a la corrupción y la cultura política clientelar.
»Lo que ha ocurrido, esencialmente, es que la burguesía asociada y subordinada a los monopolios imperialistas, especialmente estadounidenses, […] ha sido desplazada del control estatal […]. Son otros segmentos de la burguesía, y fundamentalmente de la pequeña burguesía, asociados a ciertos grupos e individualidades civiles y militares, quienes […] ahora determinan la tendencia dominante en la dirección del Estado, […] introduciendo reformas sociales y políticas, pero preservando el modelo económico rentista tradicional y el tipo de Estado burgués que corresponde a tal modelo, altamente burocratizado, elitesco, ineficiente, corrupto, populista y asistencialista. Como prueba de ello, la participación privada en el Producto Interno Bruto del país ha aumentado desde 64% en 1999 a casi 67% en 2010, lo que indica que los principales beneficiarios de la gestión del actual gobierno han sido la burguesía, o al menos ciertos sectores de ella, y la pequeña burguesía.
»En síntesis, los cambios ocurridos en estos años son resultado, en gran medida, de una práctica social-reformista de tendencia patriótica y progresista […]
»[…] es necesario reorientar revolucionariamente el proceso para corregir los graves vicios y desviaciones que han surgido en todos los niveles de gobierno […]: el despilfarro, el burocratismo, el nepotismo, la corrupción, la carencia de eficaz control y contraloría social, la falta de planificación centralizada de la economía, y el asistencialismo como método para ganarse la voluntad inmediata de las masas de manera clientelar […].»
No puede negarse que la izquierda venezolana, desde hace dos décadas, se encuentra en un laberinto, del que naturalmente no podrá salir sin que sus organizaciones hagamos una profunda y desapasionada autocrítica.