El tema electoral y la conmoción nacional

Domingo, 07/06/2020 06:58 AM

“Ninguna “democracia” va a participar en unas elecciones chimbas” – dice un demócrata de la derecha –, pero ningún “socialismo verdadero” tan poco debería participar en esa payasada. Para los socialistas el gran problema de las elecciones no es el CNE, o que se desapruebe o no la participación de algunos candidatos a las elecciones generales, es el sistema mismo de la “democracia representativa burguesa”, la cual sustituye la voluntad de la gente para participar y protagonizar la cimentación de su propio destino como sociedad y como nación, tal y como lo señala inútilmente la Constitución. La democracia representativa es el “clientelismo político” de siempre, es el cambio para no cambiar, es la conveniente alternabilidad del poder entre los mismos oportunistas al servicio de los distintos intereses capitalistas, es el Circo que sustituye a la voluntad de las personas para darse un gobierno digno, por aquel impuesto por los intereses mezquinos de muy pocos, la fiesta de los oligarcas por encima del interés colectivo, social, y nacional cuando hay nación.

Para los socialistas el problema comienza por cómo hacer del poder popular un hecho real, que es de lo que se trata la mitad del socialismo – la otra mitad es un cambio espiritual, educación y conciencia del deber social –. Después de la muerte de Chávez se perdió la oportunidad de avanzar en la organización socialista de la sociedad y de la economía, en la organización social del poder del pueblo y la economía y en cambiar políticamente el sistema electoral de forma radical. Lo poco que queda de la voluntad del pueblo está muerto en la Constitución (y en el nombre de un partido fascista de derecha que sarcásticamente se llama “Voluntad Popular”); la revocabilidad de los cargos públicos, es todo lo que existe en el papel. Pero incluso puede ser cancelado por las decisiones del CSJ y la asamblea constituyente de Maduro-Diosdado, si así conviene al gobierno. Ahora, en este momento suspendido en el tiempo, no hay democracia burguesa, ni en transición, mucho menos poder popular –por eso también se habla de “tiranía madurista”; para que esta sea perfecta solo falta un poco más de caradurismo –.

Ahora ha vuelto, como “asunto de interés nacional”, el tema electoral – si entendemos que esa pústula, hecha de políticos oportunistas, representa “lo nacional” –. Los oportunistas de la derecha lacaya pro-gringa quieren unas elecciones democráticas, con un CNE que les dé una victoria política a ellos y a sus amos. Mientras que los oportunistas de la derecha madurista quieren un CNE que les garantice una victoria y su permanencia en el gobierno, cosa de que puedan seguir no gobernando al país – y dejar que la unidad entre la guardia nacional, la policía nacional, los malandros, funcionarios públicos, los comerciantes y la “lumpen burguesía revolucionaria”, siga haciendo lo que resulte personalmente más redituable a cada quién según sus particulares intereses.

Las elecciones generales representan para unos esa lucha “democrática” para sostenerse en el gobierno, y la “democracia” que quisieran otros para llegar al gobierno; cada grupo poder hacer “democráticamente” su propia tiranía, y al frente de ella tener una masa idiotizada, hechizada con promesas, mentiras, sobras y migajas, como en la cuarta, o peor todavía.

Mientras la descomposición social avanza como el salitre, la “opinión pública” ahora se orienta hacia el asunto electoral. Muy pronto Roberto Malaver escribirá su artículo titulado “Elecciones” o “CNE”, Héctor Navarro estará apoyando unas elecciones más amplias, María Corina reclamando otro CNE – si quieren que participe en unas elecciones presidenciales –, Diosdado también exigirá unas elecciones pero para la Asamblea Nacional – y la vigencia por un año más de la Asamblea Nacional Constituyente, por si acaso –, Maduro dirá de pasada en su mensaje semanal que este año habrá elecciones “¡llueva truene y relampaguee!” – así deba prolongar la cuarentena hasta el 2022 –. En fin, nadie recordará que perdieron una tía en México por el covid-19, o que no comen desde hace dos días, o que hace tiempo que no usan dinero efectivo, o que tenían familia en Petare del tiempo que tienen que no la visitan. Las elecciones ocuparán de nuevo nuestra atención con la siempre vana esperanza de poder salir de la desgracia, delegando ¡oootra vez! en estos farsantes manipuladores la posibilidad de darnos un gobierno que sí funcione para todos. No habrá trauma, puesto que, a pesar de Chávez, tenemos instalados en nuestra memoria colectiva y en nuestra genética todos los hábitos de la sumisión y de la esclavitud.

Las elecciones son el gran opio para el pueblo, ¡la heroína del pueblo! No somos capaces de elegir un “jefe de Calle” honesto, socialista y decente para que nos defienda de abusadores y oportunistas, pero sí podemos llamar a votar en la “gran fiesta electoral”, ir casa por casa pidiendo el voto, para que pícaros oportunistas, hombres – y algunas mujeres –, ineptos, deshonestos, traidores, de cuantos hay zamureando al “país nacional”, nos representen, para que sean de nuevo nuestros verdugos. Eso es lo que queda después de tal “fiesta”, el ratón de la vida miserable, la “resaca” de haberse emocionado en vano, de haber terminado más pobre, más débil y con más penurias que momentos antes de comenzar la fiesta.

Imaginemos por un momento que se restituya o se instituya el poder popular, que le damos sentido a nuestra Constitución, que podemos elegir a nuestras autoridades desde la base moral de la sociedad (a los mejores) la cual idealizamos para el bienestar de todos, como en una novela de ficción. Imaginemos que por la fuerza de nuestra voluntad decidimos interrumpir la acción de la Asamblea Constituyente, de toda autoridad instituida o “fingida”, del gobierno, del TSJ, de la Asamblea Nacional, del poder público, porque la mayoría de nosotros estuvimos de acuerdo en hacerlo y así lo dispusimos, mediante un referéndum nacional, en asambleas populares y públicas o porque salimos a la calle, sin miedo para exigir un cambio frente a todos ellos. Imaginemos por un momento que muchos profesionales honestos salen junto a nosotros a dar ideas útiles en asambleas populares, para solucionar nuestros problemas uno por uno, y aquellos respetando el llamado popular y obedeciendo a nuestras más mínimas demandas. Y que así vayan apareciendo poco a poco intelectuales socialistas y bolivarianos, políticos reconocidos por su honestidad y capacidad de trabajo y de servicio, líderes obreros apoyados por sus bases, líderes gremiales elegidos por sus compañeros de trabajo y de luchas, jóvenes oficiales y soldados de nuestra fuerza armada honestos y honrados patriotas y bolivarianos, exigiendo independencia y autonomía de los intereses mezquinos privados en el país y extranjeros ¿No sería mejor una conmoción nacional, así parezca de ficción, que unas elecciones de verbena, de reinas de bellezas sin las bellezas, manipuladas de antemano por el mismo jurado capitalista de siempre?.

PD. Quisiéramos que liberaran al profesor Javier Vivas Santana, su detención no alecciona a nadie, es inhumana, al contrario irrita, indigna, desprestigia mucho más al gobierno y al poder público.

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