Por 10 dólares mensuales

Sábado, 13/06/2020 07:01 AM

Para mi no fue fácil escribir parte de mis reflexiones sobre la situación que viven los profesores universitarios de las diversas casas que vence la sombra. Mi intención no es responsabilizar al gobierno del presidente MM dado que conozco las acciones criminales que atentan contra nuestra economía. Pareciera que el título de este artículo fue tomado de una película de Hollywood, pero más allá de esta apreciación, la razón que me influyó a rotular de esta manera tiene otra motivación.

Más allá de las especulaciones quiero reiterar que hasta los momentos tengo escritos aproximadamente quinientos artículos mediante los cuales intento que mis lectores reflexionen sobre la solidaridad, primero a mi comandante Chávez y hoy hacia el presidente MM. Esto se traduce en casi siete mil caracteres cada uno y en total, casi cuatro millones de letras en apoyo de un proyecto socialista. El modelo que nos podría conducir hacia un mundo mejor y no hacia el desastre en la cual se encuentra sumida la humanidad víctima de los gobiernos neoliberales.

Tengo la certeza que el presidente MM no está al corriente de los sueldos de todos los empleados públicos, sus ocupaciones, de tanta envergadura, le impide estar al tanto de todo lo que pasa en el país. Sin embargo, me siento obligado a poner en conocimiento a las autoridades que le concierne la situación de los profesores universitarios, que podría decirse, en estado de calamidad pública.

Afirmaban los antiguos sabios griegos que los alimentos son la mejor fuente de medicina, es decir, de la calidad comida que los seres humanos ingieren depende la buena salud. Por lo contrario, si los hombres, mujeres, niños y ancianos consumen alimentos con escasos nutrientes o en peor de los casos, carencia de los mismos, tengo la certeza que tendremos una población desnutrida y enferma. Se debe tener presente que una buena alimentación es aquella que asegure comer tres veces al día y de forma balanceada. Es decir, los vegetales (frutas, legumbres, bulbos, hojas verdes, coles, entre tantos que nos ofrece la pacha mama), proteína animal, carbohidratos y grasas monoinsaturada (aceite vegetal, aguacate, aceite de oliva…) ocasiona a los consumidores una buena calidad de vida, alejada de enfermedades y achaques por carencia de nutrientes.

Lamentablemente, para la mayoría de las personas que viven en la ciudad los alimentos solo se consiguen, bien en los automarcados o en los mercados a cielo abierto, algo más económico. En todo caso, en ambos lugares los comestibles hay que pagarlo con dinero y si no se tiene será imposible comer, es la severidad de la vida.

Partiendo del hecho que los alimentos hay que pagarlos, es importante pensar en cuál sería el salario adecuado para que una persona se pueda sentar frente a una mesa tres veces al día, durante un año, para mantenerse saludable. Esta es la razón de mi artículo. En el entendido que el gobierno hace lo imposible para que los venezolanos podamos vivir sin los apremios de la carencia de alimentos. Para esto ha diseñado diversos programas sociales: misiones, los clap, los bonos y otros, pero lamentablemente esto no cubre los requerimientos nutricionales de la mayoría de los venezolanos. No se debe olvidar los esfuerzos del presidente MM para solventar en algo las privaciones causadas por bloqueo y las sanciones criminales del imperialismo yanqui. Estas le impiden a Venezuela comercializar el petróleo, una de las fuentes de divisas del país para pagar salarios y cubrir los gastos para solucionar los problemas sociales que nos agobian.

En el entendido que para comer hay que tener dinero debo aclarar que los docentes universitarios, tanto jubilados como activos, no disponemos de un sueldo o pensión digna que cubra las mínimas necesidades alimenticias. Nadie, ni el mejor administrador, a menos que sea el mejor brujo del mundo, podrá vivir con 10 $ al mes, es decir 0,33 $ diarios (33 centavos de dólares, menos de Bs. 70.000 al cambio), o sea, 2,50 $ semanal. Este es el sueldo promedio de un profesor universitario (auxiliar docente, instructor, agregado, asociado o titular) quien, por muy amante de su profesión, le es imposible sobrevivir con un salario de lástima, casi una limosna. Peor aún es el escenario de aquellos profesionales de la docencia universitaria sin hijos, a quienes les puedan solicitar una ayuda para solventar los problemas de carencia de dinero.

Si a los problemas de los pagos por concepto de la alimentación se le agrega los gastos en productos de aseo personal y limpieza, el pago del condominio, la luz, el teléfono-internet y gastos adicionales ocasionados por un trabajo de albañilería o plomería, se podrá comprender la precaria situación en la que vive los profesores de la casa que vence la sombra, pero que no puede vencer la miseria.

Venezuela necesitas docentes universitarios para preparar los profesionales que se encargarán de conducir el proceso de desarrollo, indispensable para superar la crisis de un país. Un aprieto consecuencia del rentismo parasitario que nos paralizó por casi cien años, cuyos representantes son los mismos enemigos que tratan de impedir nuestra soberanía económica. Por mucha voluntad que tenga un docente universitario para cumplir con sus deseos, con un sueldo de 10 $ le es imposible cubrir los gastos del mantenimiento de la familia. La ganancia en un día del joven que realiza viajes delivery para acarrear mercancía en la moto,

Si tratamos el hambre como una enfermedad por la carencia de alimentos que está viviendo un profesor universitario, a esta le debo agregar otra. Se trata del padecimiento de la economía venezolana, la cual se agravó en el instante que se les permitió a los comerciantes y a particulares el uso del dólar como moneda de pago de mercancía y servicios. No fue que se dolarizó la economía, solo se dolarizaron los pagos de los productos ya que los sueldos se mantienen incólume, sin variaciones significativas. El desembolso en dólares enfermó la economía del país, a tal grado que inescrupulosos comerciantes no aceptan bolívares, lo cual encarece más, por especulación, la adquisición de mercancía y alimentos. A manera de ejemplo, es tal la gravedad y el abuso de los comerciantes que en Santa Paula, consecuencia del aguacero que recién cayó y estropeó el sistema eléctrico y por la avería del Tuy 2, fue suspendido el servicio del agua por más veinte días. El aciago suceso fue aprovechado por los comerciantes para vender el preciado líquido en dólares. En mi residencia la cuenta por apartamento fue de 10 $, algo que no pude pagar por razones obvias. Actualmente estoy vendiendo el auto por el elevado costo de la reparación para cancelar mis acreencias y así solventar las deudas que tengo con el condominio. Una verdadera tragedia que me conduce a una desesperación al ver la imposibilidad de resolver las dificultades por la carencia de dinero. Pareciera que estos aciagos episodios fueron tomados de la "Comedia humana" del célebre escritor francés Honorato de Balzac.

Es verdaderamente triste que los profesores universitarios que nos formamos para entregar nuestros conocimientos a los jóvenes, los mismos que ya adultos actualmente se desempeñan como profesionales en las empresas oficiales y privadas, en cambio nosotros, hoy en día, estamos a punto de caer en la ignominiosa indigencia. La esperanza de que una vez el docente universitario jubilado nos podríamos retirar devengando una pensión digna para realizar nuevas actividades, por ejemplo leer u otras actividades que ayudaran alimentar el intelecto, se desvanecieron, solo nos queda el desespero y la frustración.

En mi caso particular, es muy triste verme en la situación en la cual me encuentro. Cuando me monto en la máquina del tiempo recuerdo que fui docente en todas las modalidades: profesor en el ciclo básico y diversificado, en educación de adulto y docente universitario. De igual modo, ni con la pensión de jubilación, ni con las ayudas que me da el gobierno, puedo cumplir con la alimentación de mi esposa y mucho menos con la mía, algo que me mantiene en una profunda tristeza. Me realicé en otras actividades, como fue la de autor de más de veinte textos de Física para educación media y diversificada, además, después de la baja en las actividades docentes, me dediqué a la narrativa y logré publicar veinte libros entre novelas cuentos y ensayos. Pero por los esos azares de la vida cuyos designios auguran solo adversidades, las editoriales venezolanas, por la grave situación económica, quebraron y ya no puedo editar ni publicar.

En momentos de reposo mi señora y yo reflexionamos sobre el destino que nos espera. Los dos coincidimos que estamos acostumbrados a trabajar y es harto difícil prepararse para vivir de la indigencia y en la indigencia. Y como la desesperanza y el desespero son malos consejeros evitamos pensar en alguna aciaga decisión que pusiera fin a nuestra miseria y al hambre.

Sirva este escrito, no como un lamento, una coacción, o una queja hacia el gobierno del presidente MM quien hace lo imposible para solventar tantos problemas que nos aquejan generados por agentes externos. Quiero que se entienda que yo, junto numerosos profesores universitarios, tanto activos como jubilados no pueden vivir con un salario de 10 $ mensuales, en menoscabo de la vida que vemos que se nos escapa de las manos sin poder hacer nada. Espero que este escrito motive a alguien del ejecutivo y entre este y los profesores universitarios, se encuentre una solución favorable para el gobierno y una justa para nosotros. Voy a finalizar con una frase achacada a Buda: "Hay dos tipos de sufrimiento: el tipo que conduce a más sufrimiento y el tipo que pone fin al sufrimiento". No es un chantaje, es unalerta, no desearía ponerle fin al sufrimiento por una vía extravagante. Lee que algo queda.

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