Chávez, West Point, Obama igual a Trump

Miércoles, 17/06/2020 10:46 AM

Las academias militares, al igual que las escuelas, liceos y universidades, han tenido un importante significado para quienes han transitado por sus aulas, bibliotecas y canchas deportivas. Constituyen espacios, que no solo forman hombres y mujeres del futuro, sino que en ellos se construye ciudadanía. Hugo Chávez, era un amante de la Academia Militar, "La Casa de los Sueños Azules", le llamaba. Al respecto, decía su maestro, G/J Jacinto Pérez Arcay: "Yo considero que la Academia Militar de Venezuela es la Cuna de la Revolución Bolivariana. Podría ser también de la Resurrección Bolivariana. Yo diría que en términos filosóficos la esencia de Simón Bolívar no se ha perdido a lo largo del proceso de consolidación de la Escuela Militar, desde que se fundó el 3 de septiembre de 1810. Desde mi perspectiva, el destino de la Academia Militar es el destino de Venezuela, son inseparables, la historia de Bolívar es la historia de Venezuela, es la historia de América y ella cuenta la historia de la Academia Militar…" Por eso, Chávez, se consideraba un hijo de la Academia Militar. Decía, en 2006: "Cuando salí (de la Academia Militar de Venezuela) cuatro años después ya era subteniente bolivariano y revolucionario, aquí yo me hice bolivariano, aquí comencé a sentir la pasión bolivariana y ya salí con un pensamiento al menos pre revolucionario". En 2011, acudía el Comandante Chávez a visitar la Academia y felicitar a los Cadetes que se promoverían al año inmediato superior, 1.200 cadetes, quienes no desaprovecharon la oportunidad para rendirle homenaje a su Comandante en Jefe y Presidente Constitucional. Chávez, tampoco desaprovechó la oportunidad para hablarles: "Esta Alma Mater es la casa de mi segundo nacimiento, aquí nací por segunda vez. La primera vez cuando la madre nos da a luz, el nacimiento biológico, y luego como lo dijo ese gran filósofo Simón Rodríguez, el hombre nace verdaderamente a la luz cuando adquiere consciencia de lo que es y asume un camino para la vida…" Era, como hablarles a sus hijas e hijos propios, se sentía como un pez en el agua, en su propio medio. La Academia Militar nace con la Patria, en 1810, con el nombre de Academia Militar de Matemáticas, constituida por la Junta Suprema de Caracas. Fue, esa misma Academia Militar, en la que reposaron sus restos al fallecer y al cual, acudió el pueblo –masivamente- a darle su último adiós, al menos físicamente, porque –espiritualmente- aún permanece vivo en sus amores y recuerdos. Tal, ha sido la importancia de la Academia Militar, en nuestra historia. Un símbolo –ineludiblemente- de unidad nacional pues ella resume a la juventud indígena, trabajadora, campesina y de clases medias; blancos, bachacos, catires, mestizos y negros; la juventud variopinta, que llenó de tanto orgullo a ese gran hombre de América, Hugo Rafael Chávez Frías, y que lo llevara a exclamar en 2010: "Después del gran ejército que comandó Bolívar y que barrió al imperio español en Carabobo, nunca antes Venezuela tuvo un ejército como el que tiene hoy, alumbrando el horizonte. ¡Te amo Ejército de mi patria!".

A diferencia de la Academia Militar de la República Bolivariana de Venezuela, abierta a la juventud venezolana que quiera formarse en las artes militares, West Point, mantiene un proceso de ingreso complejo y nada abierto a la juventud estadounidense, pues, además de requisitos académicos, físicos y médicos, al aspirante se le solicita como requerimiento, contar con una recomendación de un congresista, senador, vicepresidente de la república o del presidente de la república. West Point, la Academia Militar Superior de las FFAA de los EEUU, es el lugar donde se forman los oficiales del ejército desde que fuera fundada por Thomas Jefferson en 1802. Una élite, es la que logra no solo superar las pruebas físicas y médicas, sino obtener la carta de recomendación; la cual, ha dado pie a muchos casos de sobornos y corrupción para su obtención de parte de quienes aspiran ingresar a dicha academia. Ello, ha dado pie a que West Point, sea un centro de estudios compuesto en su gran mayoría por hombres blancos y de buena familia, una guarida de machos Alfa, como le llaman en algunos medios de EEUU. En 1877, el esclavo Henry Ossian Flipper, se convirtió en el primer hombre negro que pudo ingresar a la Academia. Cada año, West Point, selecciona 1.300 cadetes. En 2013, se graduaron 57 estudiantes no blancos, 53 eran latinos y 4 afroamericanos. Cerca de los 1,3 millones de hombres y mujeres en servicio activo en las FFAA de EEUU son afroamericanos, pero quienes toman las decisiones cruciales y fundamentales, son los blancos. De los 41 Comandantes de más alto rango, solo 2 son de raza negra. El supremacismo blanco, que enarbola Donald Trump, ha tenido en West Point, territorio fértil para su propagación y crecimiento. Por lo demás, West Point, se ha mantenido como una muralla de acero contra toda idea contraria al statu quo prevaleciente en la sociedad estadounidense, repartido entre Demócratas y Republicanos. En 2018, el cadete Spencer Rapone de 26 años, adquirió notoriedad al aparecerse en su graduación con una camiseta del Che Guevara debajo de su uniforme, y publicó en sus redes: "el comunismo ganará", lo que le valió el remoquete de "cadete comunista" y ser expulsado del ejército, dado de baja no honorable -ipso facto- por conducta "impropia de un oficial". A lo que el cadete Rapone, respondió: "Animaría a todos los soldados que tienen conciencia a deponer las armas y unirse a mí y a tantos otros que están dispuestos a dejar de servir a los agentes del imperialismo en un movimiento revolucionario". Lo que motivó al Senador Marco Rubio, a solicitar su expulsión y pedirla al secretario de defensa, "por expresar su apoyo y simpatía por lo enemigo de Estados Unidos". El cadete Rapone, encontró inspiración en los escritos de Stan Goff, un sargento mayor retirado de las Fuerzas Especiales de EEUU, que se convirtió en activista socialista contra la guerra.

West Point, en esta oportunidad, ha sido el escenario elegido por Donald Trump para dilucidar sus diferencias -públicas y notorias- con el Pentágono, valga decir, con el poder real estadounidense que le ha obligado a prescindir de decisiones asumidas, no solo contrarias a la Constitución de los EEUU sino a sus intereses imperiales. El secretario de defensa, Mark Esper, graduado en West Point, le contradijo en su decisión de recurrir a las tropas activas para reprimir las protestas antirracistas; lo mismo hizo el Pentágono, cuando Trump, intentara detener barcos iraníes que se dirigían a Venezuela para abastecerla de gasolina. Discordias, que expresan una lucha a lo interno del imperio en la que Trump, no las tiene todas para ganar. Trump, no hizo el servicio militar, pero acostumbra exhortar a los militares estadounidenses, en sus viajes al exterior, a repudiar los periodistas, abuchearlos. Su discurso en West Point, fue precedido de una carta pública de ex alumnos en la que emplazaban a los alumnos activos a evitar "obediencia ciega" a su Comandante en Jefe, a quien calificaron de "tirano". Advirtieron, que "la politización de las fuerzas armadas debilita el vínculo entre el ejército y la sociedad estadounidense" […]"Si este vínculo se rompe, los daños para nuestro país serían incalculables". Fue, en ese ambiente tenso, que se presenta un Donald Trump, en completa minusvalía y casi que, a la defensiva. Evitó la polémica, se limitó a enaltecer la labor de las FFAA de EEUU: "El ejército estuvo en primera línea para poner fin a la terrible injusticia de la segregación", durante la lucha por los derechos civiles en los años 60 del siglo XX. Asimismo, retomó algunas de sus promesas electorales, incumplidas en sus 4 años de gobierno, como esa referida al uso de las tropas imperiales: "El trabajo de los soldados estadounidenses no consiste en reconstruir países extranjeros sino en defender a nuestra nación contra enemigos extranjeros". Lo que le llevó a manifestar, su voluntad de poner fin a la "era de la guerras sin fin", así le llamó a lo que fueran los tiempos de Obama. Contrastaba Trump, sus palabras, con las expresadas por Obama, en el mismo escenario, pero en 2014, quien le manifestó a los entonces graduandos: "Cuando hablé por primera vez aquí en West Point en el año 2009, todavía teníamos más de 100.000 soldados en Iraq. Estábamos preparando el aumento de tropas en Afganistán" […]" Cuatro años y medio después, cuando ustedes se gradúan, el panorama ha cambiado. Hemos retirado nuestras tropas de Iraq. Estamos reduciendo nuestra guerra en Afganistán." Se trataba, de un emperador prepotente, quien hablaba entonces a los alumnos de West Point. Continua, Obama: "Es absolutamente cierto que en el siglo XXI el aislacionismo estadounidense no es una opción. No tenemos la posibilidad de ignorar lo que ocurre más allá de nuestras fronteras." […]"Este es mi criterio final: Estados Unidos debe siempre liderar en el escenario internacional…" (Discurso de Barack Obama en la academia militar West Point», por Barack Obama, 1ro de diciembre de 2009). Sin duda, entre los criterios esbozados por Obama y Trump, en el mismo escenario, se traduce un viraje de 180 grados en la visión imperial entre uno y otro presidente, entre uno y otro Comandante en Jefe, entre uno y otro Asesino en Jefe, como prefería llamarles Fidel.

O Trump es más realista u Obama era un extravagante excepcionalista, que había sobrestimado las fuerzas militares, que poseían entonces los EEUU. De hecho, en 2016, al apreciar sobre el terreno de la confrontación las capacidades del Ejército Sirio, unido a la aviación rusa; Obama, durante una conferencia de prensa de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), en California, reconoce que Rusia: "posee un armamento militar significante", reconociendo además, que: "un grupo de rebeldes no puede competir con el armamento del segundo Ejército más poderoso del mundo". No le tocó a Obama, enfrentar la derrota sufrida por sus fuerzas militares y la de sus tropas paramilitares del Estado Islámico en Siria e Irak, sino al Trump que hoy anuncia, repliegue de tropas imperiales en el planeta y ahora pretende, utilizarlas en contra del propio pueblo de los EEUU. Viejas historias de grandeza, que pertenecen a un pasado que dejó de ser presente, aquellas con las que acostumbraba Obama, engañar al pueblo de los EEUU: "La idea de Estados Unidos perdura. Nuestro destino sigue siendo lo que decidamos que sea. Y esta noche, más de dos siglos más tarde, es gracias a nuestra gente que nuestro futuro está lleno de esperanza, nuestra travesía continúa y el estado de nuestra nación es sólido. "Gracias, que Dios los bendiga y que Dios bendiga a Estados Unidos de Norteamérica. (Aplausos)". Y, le respondía –sabiamente- Fidel: "Es difícil que Dios pueda bendecir tanta mentira." (Fidel Castro Ruz, Enero 27 de 2011).

Mentiras, que cada vez engañan menos al propio pueblo de los Estados Unidos, y lo han llevado al hartazgo de una élite política mentirosa y –extremadamente- peligrosa. No se equivocaba, el Nobel de Literatura, José Saramago, refiriéndose a George W. Bush, pero cuya caracterización sirve tan igual para Obama como para Trump: "Me pregunto cómo y porqué Estados Unidos, un país en todo tan grande, ha tenido, tantas veces, tan pequeños presidentes..." [… ]"Para George W. la política es, simplemente, una de las armas del negocio, y, tal vez la mejor de todas, la mentira como arma, la mentira como vanguardia de los tanques y de los cañones, la mentira sobre las ruinas, sobre los muertos, sobre las infelices y siempre frustradas esperanzas de la humanidad. No es cierto, que el mundo sea hoy más seguro que hace tres años, pero no dudemos de que sería mucho más limpio y tranquilo, sin la política imperial y colonial del presidente de Estados Unidos de América…" (Bush o la edad de la mentira, José Saramago, 14-08-2015).

Post Scriptum: Para la reflexión final del presente artículo: "Nadie puede asegurar que en su agonía, el imperio no arrastre al ser humano a la catástrofe. Como se sabe, mientras exista la vida de nuestra especie, toda persona tiene el deber sagrado de ser optimista. Éticamente, no sería admisible otra conducta. Recuerdo bien que un día, hace casi 20 años, dije que una especie estaba en peligro de extinción: el hombre…" (Reflexiones de Fidel: La insostenible posible posición del imperio, 19-05-2010).

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