Como de costumbre, el Gobierno venezolano confunde los síntomas con la enfermedad.
Expulsar de Venezuela al Embajador de la Unión Europea como represalia por las sanciones que la Unión Europea impuso a Venezuela y a ciertos venezolanos que tienen activos en Europa; equivale al gesto malcriado de tirar el termómetro porque estás descontento con la fiebre. Justo lo que conviene a Washington, para aislar más a Venezuela. Es que cada quien es lo que es; esa expulsión está muy lejos de ser la de un Estadista y parece conducta de adolescente cuando dice:¡No me hables más! Te retiro la palabra!!
Las sanciones económicas europeas a Venezuela, igual que el reconocimiento por parte de países europeos del Sr. Guaidó como presidente interino de Venezuela; sólo demuestra la ineficacia de la diplomacia venezolana en Europa.
Mientras que el gobierno de Venezuela siga pensando que los cargos diplomáticos son sinecuras ociosas para premiar a los amigos con vacaciones privilegiadas y bien pagadas en el exterior, la diplomacia venezolana seguirá de fracaso en fracaso.
Durante los 20 años que trabajé en Ginebra, ciudad que por ser la sede de muchos organismos multilaterales es la ciudad más importante, para los países, que como a Venezuela, les conviene un mundo multipolar.
Por 20 años ví desfilar una larga serie de embajadores y funcionarios que no tenían remotamente, la calidad necesaria para ejercer alguna función allí.
La descalificación más notoria y común es que ninguno hablaba inglés o tenía formación específica en los temas que se debaten en los organismos multilaterales.
La única excepción fue Germán Mundarain, quien venía con experiencia en el tema de Derechos Humanos.
Me pregunto si a los embajadores que mandan a representar a Venezuela en países europeos o Americanos les dan información sobre los intereses que tiene en Venezuela el país al cual van destinados. Conocer esos datos sirve para saber qué puertas tocar para mantener relaciones cordiales y su expansión, también sirve para ejercer presión en puntos muy sensibles del país al cual el diplomático venezolano se supone que debe influenciar; esas buenas relaciones con los inversionistas europeos en Venezuela ayudarían a que estos presionen a su gobierno en favor de las relaciones amigables con Venezuela a nivel bilateral y dentro de la Unión Europea.
Pongo el ejemplo de la francesa Lafarge Coppee, el mayor holding cementero del mundo que tiene algo como el 62,21% de la Compañía Nacional de Cementos de Venezuela. Asumo que una empresa francesa de tanta importancia mundial hubiese presionado eficazmente al Presidente Macron, el Sr.Guaidó no habría sido recibido en el Elíseo.
Macron podría haberse persuadido para instruir a la Comisión Europea a resistir la presión de Washington para entrometerse en los asuntos internos de Venezuela.
Con la influencia determinante que tienen en Bruselas los gobiernos de Francia y Alemania, seguramente las presiones de Lafarge para mantener buenas relaciones con Venezuela habrían sido efectivas.
Todavía es hora y el momento parece propicio para negociar con Francia un levantamiento de las sanciones y el desconocimiento de Guaidó, un señor que ya defraudó la expectativa. Como Francia no reconoce el gobierno del Sr. Maduro, el Embajador de Maduro en París no puede presionar directamente al Quai d’Orsay; pero Lafarge y otras compañías francesas con intereses en la Compañía Nacional de Industrias Básicas, si tienen acceso a un oído atento en la formación de la política exterior francesa y europea..
Los gestos airados como la expulsión del Embajador Europeo no llevan a ningún lado. El elemento constitutivo básico de la diplomacia es el diálogo. Para el diálogo es indispensable un interlocutor. El mejor ejemplo en cuanto a nunca interrumpir el diálogo lo dan los rusos. Putin y Lavrov.Estos, a pesar de las ofensas y sanciones, siguen conversando con sus "socios" occidentales, que es el término con el que prefieren para designar a sus adversarios.