Mi palabra

¡Cuidado el covid, anda suelto!

Miércoles, 22/07/2020 08:32 AM

"Calma, dijo el médico, en una epidemia

no hay culpables, todos son víctimas"

José Saramago

Fuente: Ensayo sobre la ceguera

La mañana del sábado, el sol parecía imponer su ley, como un reto en plena época de invierno en un cielo totalmente descubierto. El mercado alborotado, donde parecían estar ofreciendo las mejores rebajas del año. Todos los compradores sudorosos iban y venían, sin importarles nada los últimos reportes, sobre la peligrosa pandemia desatada últimamente en nuestro país. Pasada las doce del mediodía, los improvisados vendedores al estilo de los mercados persas, empezaron a recoger la mercancía.

Un señor rechoncho, y calvo, estaba casi listo para marcharse con su quincallería de objetos usados, cuando escuchó la voz de una mujer, forrada en una licra negra, disimulando su desproporcionado abdomen ¡Véndame el peso, que carga! ¿Y eso, ya me voy, el virus anda suelto, cerré el negocio? dejó oír el vendedor. La mujer con cierta coquetería se dejó pasar la mano por el alborotado cabello para responder ¡Monté un gimnasio, y lo necesito para pesar los clientes! El hombre la vio de arriba abajo para cerrar la conversación en voz baja: "Tenga cuidado y no lo vaya a utilizar usted, porque lo puede reventar; tiene con que aguantar el Covid" ¡Dios me libre! dijo la mujer, mientras se persignaba algo asustada.

Entre el recio calor producto del sol tropical, y la cercanía de la hora estipulada por las autoridades para terminar la actividad sabatina, se fue quedando solo el espacio utilizado para exhibir la mercancía, mientras vendedor y compradora finiquitaban la transacción comercial. La mujer fue sacando unos billetes arrugados de un bolso, como si estaba pescando; lo que desesperó al vendedor, quien al ver que no eran dólares, finalmente agarró el saco, lo amarró, y se marchó dejando la justificación: "Me voy, porque a usted la va agarrar el coronavirus sacando los billetes". esto enfadó a la frustrada compradora, quien respondió al momento: ¡cuídese usted del virus, los viejos no aguantan una sacudida!

Al marcharse el señor, a la mujer se le acercó una amiga, quien había observado la conversación; la saludo de lejitos manteniendo todas las recomendaciones de precaución antes el virus pandémico, para finalmente empezar una conversación toda sobre el Covid-19, con tanta profundidad y conocimientos, que las pocas personas presentes al escuchar el riesgo de contraer la infección por la aglomeración optaron por marcharse, casi espantados, como si, vieron el virus acercarse; pero nunca falta uno de esos identificados en la jerga criolla de antiparabólicos jodedores, con los efectos de un trago de licor en la cabeza, para terminar de aderezar la fugaz reunión, expresando una verdad a media, pero fuera de tiempo: ¡Esos, si, son pendejos, salieron corriendo, cuando el peligro pasó, el riesgo estaba hace poco, con la aglomeración de gente, había que apartarlas para caminar!

¡QUEDATE EN CASA! ¡PONTE EL TAPABOCA! ¡DEJA LA IMPRUDENCIA!

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