Con el confinamiento en todo el mundo se hizo patético ver como la imprenta de la reserva federal de Estados Unidos está imprimiendo sin papel moneda sin límites para sostener el pago de subsidio a los trabajadores demostrando dos cosas: por un lado que no hay empleos productivos y que ninguno hace falto y por otro que en confinamiento les aumentaron el ingreso porque al gobierno lo único que le interesa es mantener el consumo de bienes y servicios de las corporaciones.
El asunto es que después de la emergencia sanitaria costara un genital y parte de otro el cambio del reloj biológico y motivar a la gente para que vuelva al trabajo sabiendo que lo pueden hacer desde la casa y que ganan más sin trabajar que acudiendo a su sitio de trabajo.
Otro asunto tiene que ver con el hecho de que la mayoría de los gobiernos del planeta no producen y dependen de los impuestos generados por las empresas y comercio severamente afectados por la emergencia.
El problema de fondo es que la impresión masiva de los billetes verdes está a punto de provocar el estallido de una burbuja económica que traerá consigo una gran depresión y será el fin de la dictadura del dólar como moneda hegemónica en el comercio internacional, la pandemia habrá sido causa de la muerte física de millones y la muerte política de los gobernantes irresponsables que antepusieron los intereses de los dueños del capital a los pueblos oprimidos del planeta.
Venezuela es un país bloqueado y dolarizado con la producción por el fango, sin embargo mantiene algunas medidas de protección al pueblo como lo es la lucha contra el coronavirus, el subsidio de servicios públicos, alimentación y gasolina entre otros que nos obliga a pensar QUE HACER después de la pandemia porque el peso del gasto público sin fuentes de ingreso pudieran provocar algo parecido a lo que ocurrirá en Estados Unidos con la caída del dólar o quizás que lleguemos al extremo de raspar la olla y que no haya dinero para pagar salarios, bienes y servicios.
Es una reflexión urgente y necesaria.