Gracias al coronavirus

Sábado, 01/08/2020 11:30 AM

Por desgracia, en oportunidades detrás de un mal puede quedar rezagado algún bien. Por ejemplo, de la conquista y colonización española heredamos el habla cervantino, lengua hoy casi universal a la que se acude para solazarse con hermosas obras de la literatura universal. A la anterior, debo agregar nuestras lenguas autóctonas como la yanomami, la arawak, la sáliva-piaroa, wayú, kariña, pemón, entre tantas habladas en las zonas de Amazonas, Bolívar, Delta Amacuro y Zulia. Idiomas que nos ha consentido conocer parte de nuestra mitología y nuestra herencia cultural. Esto permite, que en materia de idiomas y por la manera de comportarnos seamos un pueblo pluricultural.

El invento más estúpido y detestable del hombre es la guerra, sin embargo, muchas han sido las medicinas, aparatos tecnológicos inventados durante y después de las conflagraciones. Por ejemplo, la aguja hipodérmica se concibió durante la guerra civil de EEUU (1861-1865), lo que coadyuvó al uso de inyecciones para inocular morfina y hacer intervenciones quirúrgicas. Uno de los grandes éxitos en la medicina durante la Primera Guerra Mundial fue la vacunación contra la fiebre tifoidea, además, el uso masivo de los preservativos por parte de los soldados estadunidenses y alemanes. Esto ayudó a la disminución y prevención de las enfermedades de trasmisión sexual. Así mismo, durante la Segunda Guerra Mundial se desarrollaron transfusiones de sangre, como consecuencia fue necesario almacenarla, lo cual derivó en la creación de los Bancos de Sangre utilizando por primera vez el citrato de sodio para prevenir la coagulación. Del mismo modo la psiquiatría adelantó mucho para el tratamiento de los soldados sobrevivientes de la guerra. De igual manera los millones de heridos permitieron el desarrollo de los antibióticos, como la penicilina para prevenir las infecciones en las contusiones de los soldados. El reloj de pulsera se inventó durante las guerras para evitar que los pilotos sacaran en pleno vuelo el reloj del bolcillo y también, para sincronizar con los otros pilotos a la hora del bombardeo.

Además de los adelantos en la medicina, la ciencia también avanzó durante la Segunda Guerra Mundial, como fue en el uso de las ondas de radio para detectar movimientos de objetos, esto derivó en el invento del radar. De igual modo hubo adelantos en el ámbito de las telecomunicaciones y en la criptografía.

Las drogas son sustancias perjudiciales y su uso causa graves daños al organismo, sin embargo, hay medicinas que se obtienen de dichos productos. Por ejemplo del opio se extrae la morfina, la codeína, la papaverina y la noscapina, sustancias que se utilizan para tratamientos de ciertas enfermedades. La coca, que no es droga, que después cierto tratamiento se extrae cocaína, es un vegetal con diversos usos medicinales para combatir problemas digestivos como la gastritis, la artritis, el vértigo y el reumatismo.

Las epidemias que han desolado parte de humanidad, alrededor de todos los tiempos y en toda la geografía, al final se logran combatir cuando se inventan la vacuna que por lo general erradica la enfermedad. Ejemplo son numerosos como la viruela, la malaria, el tifus, la tuberculosis (BBG), la poliomielitis, el sarampión, entre tantas enfermedades que fueron eliminadas por completo y otras parcialmente mediante la inoculación de una sustancia que refuerza el sistema inmunológico de las personas para enfrentar y rechazar la enfermedad.

Es mi deber aclarar que las epidemias son un buen negocio, a tal grado que existen laboratorios, situados en las grandes potencias, especializados en la invención y fabricación de virus y bacterias para las llamadas guerras químicas y biológicas. Entre los llamados virus de laboratorios podemos señalar la varicela, el polio, la gripe aviar, el H1N1 entre tantos que se han fabricado para inocular a poblaciones enteras como criminales tácticas de guerra. No sería una sorpresa si alguna de esas potencias que tienen experiencia en estos inhumanos inventos haya producido el coronavirus.

Una muestra de la capacidad destructiva y criminal de abominables seres humanos fue el lanzamiento de dos bombas nucleares (1945) por parte de EEUU sobre Hiroshima y Nagasaki. Esta aciaga decisión dejó a la humanidad una triste herencia de muertes y desolación. Sin embargo, de esta acción inhumana los habitantes del planeta alcanzaron conocer el verdadero rostro de ciertos políticos, científicos y militares. Se reveló la catadura de la hipocresía, del crimen, de la indolencia, del caradurismo, del mercantilismo de la muerte, del indiferente al dolor ajeno, entre tantos males, que patentizó a los responsables de este execrable accionar.

La pandemia del coronavirus o covid 19, a pesar de que no se ha descubierto la vacuna nos ha dejado y nos está entregando un legado, no desde el aspecto terapéutico, pero si desde el aspecto social y político.

El aspecto social es notorio y está vinculado con la estupidez de las personas que parecen olvidar que el instinto que prevalece entre los animales salvajes, por encima de otros, es el de la supervivencia. Es decir, la propensión hacia la vida les ha permitido subsistir en la selva por millones de años. No necesitan de ningún tutor, ni de ningún gobernante que les notifique todos los días sobre la necesidad de cuidarse y de no exponer la vida al peligro del exterminio. Contrariamente al comportamiento de ciertos humanos que pareciera no importar infectar con coronavirus, por la vía del contacto social, a él y a sus allegados. A pesar de estas advertencias numerosos jóvenes y adultos rompen la cuarentena para acudir a una fiesta, o a una discoteca o algún sitio de reunión para divertirse, consumir, en el mejor de los casos alcohol y en el peor, drogas, exponiendo con su errado comportamiento su salud, la de sus familiares y amigos. Es notorio como miles de personas en el mundo evaden los protocolos necesarios para prevenir la enfermedad, buscan violar los controles por vías subrepticias y así evitar el despistaje. Uno procedimiento que los beneficiaría al detectar a tiempo la peligrosa enfermedad. Pareciera que la estupidez es superior al instinto de supervivencia, el cual juzgo que desapareció con el descubrimiento de "la razón".

El covid 19 llegó para quedarse, no en su presencia viral sino por el recuerdo de algunos gobernantes. Estos dieron muestra de su ignorancia, estupidez, avidez por el dinero, por su falta de diplomacia, supremo egoísmo, porsu crueldad ante el mal ajeno, por la identificación con las cuestiones mercantiles y no con la vida de los seres humanos.

Ejemplos de lo expuesto son muchos y son notorios en diversos países del planeta. Los mejores modelos de lo que no se debe hacer lo dieron el orbicular Trump, el fascista Bolsonario y el subpresidente Duque, quienes enarbolando los gallardetes de la ignorancia actuando con negligencia para desatender los problemas de coronavirus, dando como resultado millones de infectados en sus países, miles de muertos y una mala imagen de los sistemas de salud pública de sus gobiernos.

Lamentablemente no solo la ignorancia, también el egoísmo y la avidez por el dinero lo manifestaron sin decoro. Penosamente se observa el triste espectáculo de los gobiernos de algunos países que se roban en los aeropuertos los insumos para prevenir el coronavirus (mascarillas y respiradores) y como en una subasta ofrecen, como mejor postor, mucho dinero por estos artículos para combatir la enfermedad en otras regiones. Aquí no hay diplomacia, aquí predomina es el individualismo, el mercantilismo y la solidaridad queda de lado, sobre todo, tales maneras se evidencian en los gobiernos donde predomina el neoliberalismo.

El invento de la vacuna contra el coronavirus les abrió la vena comercial a los ricos de siempre y nos sorprende que personaje como Bill Gates que no es infectólogo, ni epidemiólogo, ni médico, ni tampoco ostenta un título universitario vinculado con la salud, actualmente esté preocupado por el invento de la vacuna contra el covid 19. Y sin ninguna experiencia en el ramo, ni con ningún estudio estadístico sobre la aplicación de la vacuna que no se ha inventado, se arriesga a afirmar que se deberá aplicar la dos veces (multiplica por dos) para erradicar por completo la enfermedad. Buen negocio. Cosas del dinero de un hombre que se la pasa esperando con fervor la llegada de las cajas Clap para saciar el hambre de su familia. Además, el gordo mofletudo Donald constantemente amenaza, para cuando se invente la vacuna, EEUU comprará toda la producción. Es el criterio poco humanitario de los capitalistas blancos, anglosajones y protestante.

Ciertamente, la aparición del coronavirus nos legó una gran enseñanza que los pueblos no deben olvidar y que cada ciudadano la debe tener presente en el momento de depositar el voto en urna electoral. El covid 19 expuso ante el mundo la indiferencia de muchos ante el dolor ajeno. Es bueno recordarle al presidente Trump y a todos los gobernantes de los países neoliberales una frase muy sencilla de Isadora Duncan, la bailarina de todos los tiempos: "En la medida que el sufrimiento de los niños está permitido, no existe verdadero amor en este mundo". Lee que algo queda.

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