Se vienen las elecciones parlamentarias para elegir diputados a la Asamblea Nacional. Fueron convocadas para el 6 de diciembre de este año y el cronograma electoral está avanzando sin tropiezos en el camino. El PSUV mira con desprecio a los partidos de la alianza, a los partidos del Gran Polo Patriótico (GPP). El presidente Maduro, días atrás, espetó una frase premonitoria de lo que podría pasar. Palabras más, palabras menos, dijo: "ojalá que la alianza sea perfecta". ¿Se siente el PSUV guapo y apoyado? ¿Cree la dirigencia del partido chavista que no necesita la compañía de los aliados? ¿Por qué esta actitud del PSUV con relación, incluso, a partidos históricos de la izquierda venezolana, no partidos advenedizos como algunos que no voy ni a ignorar?. Partidos políticos con votaciones históricas, como el PCV o el MEP, o partidos más nóveles, sólo por la novedad de su legalización, pero no así por sus históricas luchas sociales como TUPAMARO.
Definitivamente, en el PSUV se han desnaturalizado muchas cosas. Se ha formado lo que el Comandante Chávez siempre alertó: una nueva oligarquía. El partido mayoritario de la revolución bolivariana y el gobierno bolivariano mismo se han oligarquizado. No hay espacio para más nadie que no sea lo que la nueva oligarquía política así decida. No hay participación y mucho menos discusión. Los partidos del GPP, los verdaderamente formados política e ideológicamente, no los clientelares, han venido alertando acerca del viraje peligrosamente derechista que ha tomado la revolución "chavista" (entre comillas y con minúscula), siendo sus voces ignoradas y menospreciadas. Han alertado sobre la corrupción embutida tanto en el gobierno como en el partido. No hay reuniones políticas periódicas en las que se le tome el pulso al devenir de la situación delicada, en materia económica, política y social, por la cual atraviesa el país. Se ha embriagado el PSUV y el gobierno del presidente Maduro de prepotencia y soberbia. Se están aprovechando de la polarización política y de los continuos errores de la oposición encabezada por ese fallo histórico llamado Juan Guaidó, quienes ya definieron su hoja de ruta: La abstención. En este escenario el PSUV hace fiesta y creen que no necesitan de más nadie que de ellos mismos y de los cercanos a ese círculo privilegiado, para ganar un nuevo proceso electoral.
La tarea urgente e inexcusable de todos los que nos consideremos militantes de la revolución política, social, económica y moral, es llamar a la participación electoral del pueblo venezolano. El pueblo está cansado de que la dirigencia política, tanto gobiernera como opositora, no se consustancie con su realidad personal y colectiva, que estén en las antípodas de sus aspiraciones, necesidades y angustias concretas debido al alto costo de la vida, bajos salarios, dolarización espeluznante de la economía, carencia de futuro sostenible para sus hijos, servicios públicos que no funcionan y un largo etcétera de privaciones que sufren las grandes mayorías empobrecidas, mientras las "medidas" que el gobierno ha implementado en esta crisis, sólo han servido para enriquecer a unos pocos privilegiados y seguir permitiendo que se enriquezcan, ante la mirada desconcertada de un pueblo que no puede entender qué está pasando y cómo fuimos capaces de llegar a este deplorable estado de cosas.
Ante todo este panorama, los partidos del GPP han levantado su voz, han alertado situaciones, han tratado de hacer recomendaciones y han sido desoídos y despreciados. Muy por el contrario, la dirigencia oligárquica "chavista" ha arremetido en contra de éstos. Ejemplos claros son los partidos UPV y TUPAMARO, los cuales han sentido en carne propia las consecuencias de estos arrebatos y han visto cómo se han escamoteado sus directivas y se ha encarcelado a sus dirigentes fundamentales. El caso del camarada revolucionario Jose Tomás Pinto Marrero es patético.
Es tiempo de tomar decisiones. No es digno seguir a la cola de quien sólo te da migajas. Los partidos del GPP están llamados a convertirse en la reserva ideológica, política, ética y moral de la revolución Bolivariana y Chavista. Un bloque que hable a las grandes mayorías del país, con propuestas concretas, viables, realizables y creíbles en lo político, en lo social, en lo económico.
Creo que es el momento de que, sin cálculos meramente electoreros, se conforme un gran bloque de la izquierda venezolana que se haga eco del clamor popular, que le abra los ojos a esta nueva oligarquía política "revolucionaria" derechista y en contra de los desatinos y desvaríos del oposicionismo pitiyanki. Los partidos del GPP y sus dirigentes tienen con que conformar una fracción parlamentaria representativa, con pulmón propio, con vocación propia de poder, que marque el rumbo y que advierta los tropiezos, con libertad de conciencia y con verdadera conciencia revolucionaria, que vaya conquistando espacios en la defensa y preservación de los verdaderos postulados políticos, sociales, económicos, éticos y morales del Comandante Hugo Chávez. Tenemos con qué.
Sólo para poner un ejemplo, en las elecciones regionales del año 2017, específicamente en el estado Falcón, el actual gobernador del estado, Víctor Clark, sacó 188.950 votos con el apoyo del PSUV, y la oposición encabezada por Eliezer Sirit obtuvo 201.422 votos, pero finalmente ganó Víctor Clark porque los partidos del GPP, todos juntos, le sumaron 35.141 votos que hicieron la diferencia. Sin los votos del GPP la historia hoy sería otra.
Pero también recuerdo que en las elecciones presidenciales del año 2013, Nicolás Maduro con el apoyo del PSUV obtuvo 6.193.662 votos, y Henrique Capriles alcanzó 7.363.980 votos. Ah, milagro, pero los partidos del GPP le arrimaron 1.393.917 votos a Nicolás Maduro, los que finalmente le permitieron ser presidente de la República. Por cierto, en esa elección los partidos del GPP que más votos aportaron fueron el PCV y TUPAMARO.
Creo que llegó la hora, ante tanta exclusión, soberbia y desprecio de la oligarquía política dominante -sorda y ciega- de conformar un gran bloque revolucionario unitario y levantar las banderas de la izquierda venezolana y del pensamiento del Comandante Chávez. Dar así el paso necesario al costado y hacia adelante para conformar, de cara a las elecciones parlamentarias de este año, una fracción parlamentaria combativa, de izquierda verdadera, que sea voz de la mayoría de los venezolanos, caja de resonancia de sus angustias y necesidades, pero sobre todo, la fracción parlamentaria de la Dignidad Revolucionaria, la que no renuncia a sus principios por cargos burocráticos, por clientelismo ni por dinero.