"Huid del país donde uno solo ejerce todos los poderes: es un país de esclavos". Simón Bolívar.
La cuarentena radical, confinamiento forzado, el impedimento de trabajar, y de la libre circulación, junto a las brisas del coronavirus, como tormentas destructivas buscan instalar su terror permanente, demoliendo todo lo existente, esto llama a pensar y reflexionar. La existencia de las redes sociales como medios abiertos al pensamiento plural, busca ser el espacio para la reflexión de las ideas, y de las corrientes colectivas solo posibles en libertad y en democracia. Aun cuando las proclamas de libertad de expresión sean forzadas para algunos, el tiempo que vivimos es sin duda más cerrado, e irrespetuoso, y que azota con furia al país en la actualidad. Lo primero que hay que saber es que la libertad de prensa, es una extensión de la libertad de pensamiento que luego pasa por el proceso de la libertad de expresión, y tiene en las RRSS un espacio de divulgación propicio, abierto y seguro.
La libertad de prensa no es compatible con los poderes hegemónicos de turno, sino que es un derecho social que además está consagrado en proclamas, y documentos internacionales universalmente aceptados. Al poder le incomoda la crítica. Cuanta más acumulación de poder ejerce, más coerción, y presión busca ejercer. Donde se confunde la información con la propaganda para tapar las miserias de la corrupción, o cuando los casos más oscuros en el ejercicio de la función pública atacan al periodismo libre. En las tiranías de los siglos XX y XXI, esta práctica era, y sigue siendo cuestión de todos los días. Las tiranías en la Ex-URSS, y de los Castro en Cuba, escribieron y escriben páginas ignominiosas en esa línea. Lo mismo puede decirse de las dictaduras militares que existieron en el cono sur de América latina, y de los totalitarismos que cundieron en la Europa Oriental en el siglo XX, y en la actual teocracia iraní. También en el gobierno de mano dura, muerte y charreteras, que se impone escudados detrás del coronavirus a sangre y palos en Venezuela (los jóvenes que le dieron batazos en las nalgas en Caracas, y que por incumplir el confinamiento forzado, y el muerto a balazos por un GNB en una cola para surtir gasolina en Aragua de Barcelona-Anzoátegui) y cuya práctica producen el mayor de los rechazos que hoy en mala hora, y desafortunadamente se aplica en Venezuela.
En pleno Siglo XXI los herederos del castrismo, y el estalinismo libran una batalla contra la opinión crítica. El gobierno de Maduro luce implacable, caso Javier Vivas Santana y Nicmer Evans. Se siguen los pasos del comandante Fidel Castro (quien vive en sus corazones) intentando hacer lo propio, cuando se aplican las cadenas infamantes, la propaganda, la persecución, y el insulto. Las redes sociales, cuya divulgación puede ser saludable, donde se amplían la curiosidad, y el conocimiento también son cauce para las noticias falsas (fake news) sacadas del albañal. Muchos columnistas, escritores e intelectuales se han puesto al servicio de la calumnia; los trolls, amparados en multitudes de cabeceras, se aprovechan para convivir en la vorágine de la tiranía, y medrar de la descalificación del que piensa distinto, en esta época venezolana así vivimos. Es así como silencian la critica con cárcel, lo que falta es que los cuelguen en las plazas públicas exhibiendo sus cadáveres por días, como sucedió en la URSS de Stalin, y la China rojita de Mao. Para medios como www.aporrea.org , vale que la gente acuda a su versión, como garantía creíble de seriedad, y de libertad.