Consiste la perfección de las cosas, que sea un mundo perfecto

Lunes, 10/08/2020 10:16 AM

Y el fondo, la base, la raíz y la fuente de estas cualidades es el sentimiento vivo de la solidaridad humana, es el sentimiento de justicia, es el respeto y amor al hombre y la mujer, a todo(as), es la convicción profunda de que son insignificantes las diferencias de individuo a individuo, es sentir en lo más íntimo del corazón el verdadero amor a la humanidad y comprender con lo más íntimo de la mente que sólo en una verdadera sociedad, en una comunidad armónicamente organizada, puede desenvolverse en su mayor plenitud el individuo.

—Marx, el socialismo científico que el proceso natural e incoercible del régimen industrial moderno nos lleva al socialismo. Contra esta marcha natural de las cosas lucha desesperadamente la burguesía, y la principal misión del socialismo es pelear contra los que ponen trabas al progreso. Hoy se demuestra que el proceso económico actual tiende de por sí, por la fuerza misma de las cosas, a suprimir el mero interés, a hacer colectiva y social la propiedad de los medios de producción. El socialismo viene solo, la labor de los pueblos es facilitarle el camino en provecho de todos.

¡Claridad! ¡Claridad! ¡Bendita claridad que al matar lo indeterminado, lo penumbroso, lo vago, lo informe, mata la vida! ¡Nada de organismos vivos con las entrañas al aire, entrañas en que apenas se logra ver claro; nada de esto! ¡Vengan esqueletos o pellejos rellenos de paja, como los que constituyen las viejas colecciones de los gabinetes de historia natural! La cosa es tener cien, mil, dos mil fichas y saber barajarlas de todas maneras, porque así se obtienen casi infinitas combinaciones; pero que cada ficha esté bien recortada y definida, no sea que se nos vaya de las manos.

¡Oh nítida claridad meridional, no empañada por nieves hiperbóreas, por brumas de Estados Unidos! ¡Oh hermosa transparencia de nuestro diáfano ambiente, donde se ve todo lo visible, y lo invisible no estorba ni inquieta! ¡Oh dulce simplicidad de nuestra alma, libre de todo metafisiqueo! Para lo que hemos de durar… ¡Válgame Dios lo que somos! ¡Que vengan, que vengan, todos esos pintores morados y neblinosos bajo nuestro cielo y se curarán! No les estaría mal el venir, si nos decidiéramos también a ir con ánimo franco y abierto nosotros.

No debe un hombre verdaderamente libre malgastar sus energías en acomodarse así como así al espíritu ambiente. Lo propio del animal es acomodarse pasivamente al medio; lo propio del hombre, adaptar el medio a sí, hacerse el mundo, manera la más noble de hacerse al mundo. Recíbanos el ambiente si quiere, y si no lo quiere, es que ni somos nosotros dignos de él, ni el loes de nosotros. La suerte, no nuestra libre voluntad, nos ha hecho nacer en tal o cual pueblo y balbucir esta o la otra lengua en la cuna. El hombre que dobla la cerviz, a la suerte sin luchar con ella, no es verdadero hombre, no es de los que aspiran al sobrehombre.

¿Por qué hemos de malgastar los bríos de nuestra alma en acuñarla para que corra en el mercado? El alma no se vende, y si por ventura fuese de dólares, ella se gozará en serlo.

De lo que hay que huir es de la insinceridad y de la mentira. Si sientes que algo te escarabajea dentro pidiéndote libertad, abre el chorro y déjalo correr tal y como brote. Que hagan de filtro los que escuchan o te lean. Y si alguien te lo atribuyere a pose, o creyere que no eres dueño de ti mismo, ten piedad de él, porque tiene ojos y no ven.

—El precio de desentenderse de la política es el ser gobernado por peores hombres.

Platón.

¡La Lucha sigue!

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