Reflexiones

Habla mal de mí, si te apetece, más no te expreses con infamia de nuestra querida Venezuela

Jueves, 13/08/2020 07:40 AM

Es hora de reflexión, que debe invadirnos cuando escuchemos hablar mal de nuestra amada patria; quien no lo sienta así, está invadido por la no pertenencia del suelo que lo vio venir al mundo. Si naciste en esta pequeña Venecia: quiérela, ámala, siéntela como parte de tu ser. Fue el terruño donde viste por primera vez la luz del día. Soy del pensar que no solamente estos sentimientos deben nacernos cuando todo nos va bien, empero, cuando las dificultades empiezan a hacer acto de presencia, ya el país no nos sirve. Hay que meterse en el corazón del problema, hay que verle el rostro al monstruo de las coyunturas; y en esa espantosidad; ir buscando alternativas, despejando esos valles de lágrimas que muchas veces no parecen secarse. No es nada fácil, pero tampoco imposible. Venezuela tiene una hermosa tradición que debemos mantenerla constantemente.

Cuando se menciona una "hermosa tradición" no se dice con emoción compulsiva, con arrogancia senil, con sentido patriotero. Hablar de la independencia y la historia de nuestra querida Venezuela; es versar sobre sus tradiciones, no es una falacia. Considero que es un sentimiento que todo venezolano deberá llevar en sus entrañas; así en la ocasión de escuchar nuestro sonoro "Himno Nacional" cuando nos hallamos fuera de las fronteras; y se nos eriza la piel. Esa sensibilidad no se decreta; forma parte de nuestra alma colectiva, que siempre nos acompaña donde quiera que estemos. Cuando se menciona la historia, no es únicamente la gesta inundada de héroes; considero que es toda una amalgama de personajes, de hechos, aventuras y desventuras que han consolidado nuestra venezolanidad. Venezolanidad que arrastra nuestras costumbres, raigambres, entre otras.

Alguien dijo por ahí: -"No puede amarse, lo que no se conoce"-. Arrimándome a este aforismo; tu Venezuela, mi Venezuela, tu país, mi país; surgió como un fenómeno social complejo, movimientos que marcaron hechos y acontecimientos que nuestros ancestros supieron llevar y hacer frente a tantos escollos, aun, en condiciones más adversas que las actuales. Eso tiene un valor: Un valor histórico. Lo axiológico nos señala que debemos impregnarnos de conciencia patria. Venezuela no surge como un mero hecho caprichoso. Bien lo decía Uslar Pietri: -"El modo de entender el pasado es uno de los ingredientes principales del modo de enfrentarse a las tareas del presente"-. Pienso que hay que desdeñar todo lo negativo que pudo haber sido nuestro pretérito; y comenzar a dilucidar y poner en práctica todo lo que puede ser beneficioso en esta convulsionada sociedad.

A mi manera de ver el asunto, todo lo que pueda ser beneficioso en esta agitada sociedad, hay que sentirlo con esa práctica de continuar haciendo Nación, ligados con nuestro suelo, con nuestra lengua, con nuestros hábitos, con nuestras ideas; y, porque no, con nuestras diferencias que son particularidades de los humanos, y, como tal, convivimos bajo un mismo techo azulado. No obstante, nuestras divergencias siempre estarán encaminadas hacia una misma causa común: Venezuela. País con un gran porvenir, que ya lo verán nuestros nietos, cuando estén en su acendrada madurez. Soy del pensar que, hay que ir despejando ese pesimismo negativo que no formó parte de nuestro proceso histórico, hechos que encontraron razones suficientes para confiar y tener fe en el futuro que les aguardaba: La sepultura del coloniaje y el nacimiento de una República.

Para despedirnos, quiero hacerlo con este proverbio que nos hará cogitar: Una vez le preguntaron a un sabio chino –"¿Cómo podré, señor, escaparme del fuego del sufrimiento?" - Y el sabio miró a su interlocutor y le respondió: -"Metiéndote en el fuego del sufrimiento"- Aunque parezca una paradoja, sino se conocen los problemas desde adentro, sino se vive la experiencia en el propio sitio de las ocurrencias; creo que es casi imposible imbuirse en sus soluciones. De las crisis, van saliendo alternativas y nuevos paradigmas. Desde que Alonso de Ojeda, le puso el nombre a esta tierra donde nacimos, Venezuela no ha dejado de soltar lágrimas a través de las diferentes centurias. Sus hijos la han entristecido, sin embargo, siempre con fuerza, con voluntad, ha salido adelante. No permitas que nadie se exprese con infamia de nuestra querida Venezuela.

Nos miramos en la próxima estación.

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