Siempre he defendido la relevancia de las estadísticas para gobernar la agricultura. En este sector y casi en ningún otro, las políticas públicas se construyen sin una data de respaldo y sin expectativas o logros esperados. Todo eso es la base de una rendición de cuentas al país, que no sea un buche de palabras que unos días más tarde cambian lo dicho, según sea el viento que sople.
Un reciente avance de un informe de la Red Nacional Agroalimentaria presenta información sobre la investigación llevada a cabo en 7 regiones del país (división arbitraria muy común en la aplicación de encuestas e interpretación de algunos problemas) y que utilizaré solo para evidenciar la falta que hacen las estadísticas oficiales y más aún la oportunidad que brindan otras fuentes de información para suplir de respaldo las políticas públicas en el sistema agroalimentario nacional. Veamos algunos casos relevantes:
1/ Todos los beneficiarios de las políticas de soporte alimentario de los CLAP reportan periódicamente si han recibido el beneficio de la caja o bolsa CLAP y además responde en otra encuesta que alimentos contenía la bolsa o caja que recibió a cambio de un precio considerablemente bajo. Con esta información es posible obtener el tiempo que transcurre entre una y otra entrega del beneficio y lo que se percibe, por diferencia, que puede estar haciendo falta para una mejor alimentación del grupo familiar. Esos datos nunca se publican y en algunas oportunidades el presidente Maduro habla del alcance de millones de beneficiarios. Pues, en esta encuesta de la Red Agroalimentaria de Venezuela hay al menos dos datos que me llamaron la atención: 36 % la reciben con frecuencia de 30 días, 22 % tardan más de 60 días en recibirla, el restante la reciben entre 30 y 60 días. Por otra parte me llamó la atención que existe una situación de desequilibrio territorial a favor de los Andes, el Sur del Lago y las grandes ciudades sobre el resto del país, para recibir oportunamente el beneficio social de la caja o bolsa CLAP. En adicional se presenta una información importante que evidencia lo escaso y ocasional de los alimentos proteicos.
2/ La producción agrícola vegetal hasta la fecha del documento (finales de julio, 2020) está en caída libre, atraída por la gravedad de la crisis agrícola que no se quiere aceptar. 94% de los agricultores encuestados señalan que la falta de insumos es responsable de esta disminución de la siembras, pero la falta de combustibles también es un desestimulo para el 60 % de los agricultores. En esas condiciones hace falta una política mas clara sobre estos dos aspectos, y otros más que en el informe de avance se comentan. Si la famosamente triste en el pasado, la Misión Agro Venezuela, revivida milagrosamente y sin haber limpiado las cuentas anteriores se dedica a corregir estas dificultades podría limpiar una parte de su cara visible, la cara oculta como la de la luna seguirá teniendo verrugas.
3/ La producción agrícola animal también anda en crisis; salvo aves y cerdos pueden responder a políticas de corto y mediano plazo, la ganadería bovina. ovina y caprina, son de respuestas de más largos plazos. 79% y 68%, respectivamente para la ganadería de carne y de leche, manifestaron que esas producciones están disminuyendo, en este caso por la falta de insumos (76 %) y de combustibles (69%) siguen siendo el principal reclamo o causa de esta disminución. En el caso de la leche las fallas eléctricas dejan sin alternativa a los ganaderos para asumir que un alto porcentaje de la leche se destine a la elaboración de quesos blancos, 69 % elaborados en la propia finca y 24 % en otras queseras de cada región. Por eso no vemos leche fluida en el comercio y cuando la conseguimos es a precio de oro.
4/ El efecto de estos desaciertos se ven claramente en el empleo (fijo y ocasional) en el campo que se ha reducido drásticamente siendo las cifras de reducción de 82% para la producción vegetal y 76% para la producción animal. Existen unas cifras sobre el empleo residual e ingresos. Muy pocos trabajadores ganan menos de un millón de bolívares actuales por mes. 74% y 80 % para la producción vegetal y animal, respectivamente ganan sobre tres millones de bolívares por mes, cifra muy superior al promedio de los salarios de los empleados públicos nacionales, imagino que recibirán sus bonos oficiales también. Esta agricultura empleadora es del modelo de producción industrialista de la agricultura; No hay en el trabajo cifras sobre el trabajo no pagado de la agricultura familiar.
Entonces, no me sorprende que algunos colegas que reclaman se les envíe cifras oficiales sobre la producción de arroz y de maíz en este ciclo de lluvias, anden molestos. No se disponen con facilidad. Lo que si tengo son cifras extraoficiales y de entes privados que señalan que la suma de la producción de arroz del pasado norte-verano y lo que se sembró actualmente, no llega al 40 % de la meta necesaria para estar tranquilos con una disponibilidad mínima de 25 Kg de arroz por persona/ año. Tendremos déficit real, no de estantería donde el acceso está restringido por precios. En maíz la cifra, se especula, está por debajo del 50 % de la meta. Si pensamos en las dificultades señaladas de falta de insumos, combustibles, créditos e inseguridad, estas cifras que andan por la calle pueden ser ciertas.
Salvo que el Ministro Castro Soteldo tenga otras cifras, doy por cierto la información presentada y algo peor, sigo dudando si es verdad que destruimos los avances logrados por Chávez hasta el 2009 y retornamos a cifras productivas de Caldera. Si es así tendremos una post pandemia Covid-19 muy dura para la agroalimentación.
¡Qué pesadilla!