La tendencia disgregadora y anárquica podría acabar con la V República

Lunes, 31/08/2020 07:49 AM

Incluso en la actualidad y por errores de origen, no podía ser de otro modo, en la V República se mantiene por capricho o por necesidades del poder, un mando y una conducción de los destinos de la nación, desde un Estado que administra y ejecuta las políticas, que si bien es cierto tienden a lo social, lo que ha sido una aspiración desde 1811, por tanto no sería una novedad, aunque sí el hecho de que la participación y el protagonismo, aunque algo forzado y todavía lejos de ser lo democrático que corresponde, ya que sigue siendo característico y sui generis, como lo que eufemísticamente hemos dado en llamar federalismo, que se sigue manteniendo a pesar de su tendencia ilusoria, tal como cabría como supuesto, el que exista un control unitario de todas las tendencias políticas que favorecen al gobierno o a la oposición, que van en contra de una estabilidad del país, por cuanto lo que se nota es esa tentación disgregativa y anárquica, y que como:

"... la federación nunca fue un hecho real de la vida venezolana, todas las constituciones "federalistas" del siglo pasado [el XIX] y las dictatoriales del actual, no hicieron innovaciones manifiestas en el sistema que falsamente proclamaron."

Actualmente en política fungimos de manera semejante al pasado de dónde venimos, y a conveniencia de ciertos grupos y de sectores económicos, se tiende a llevarnos por caminos inciertos, aunque tratan de no levantar mucho polvo a pesar de lo ficticio que a veces suenan ciertas consejas por parte de una vanguardia, que a fuerza de aclarar, más bien oscurece. En aquellos tiempos cuando nos conformabamos en 20 provincias, y que pesa a la Carta del 64, no poseían una autonomía originaria, por haberles sido otorgadas por ley, y con un gobierno central que nunca los representó, por cuanto privan los intereses de los caudillos militares, enfrentados a la oligarquía civil.

En política no existen las casualidades, pudiera más bien haber coincidencias, ya que, guardando las distancias, los acontecimientos en el Estado nacional venezolano, no ha cambiado sustantivamente, y siguen privando ciertas prioridades, que se suponen que solo los altos mandos en las altas esferas conocen, dimensiones al parecer en las que el resto de la población no está en capacidad de comprender; por lo que el pueblo sigue al son que le toquen; incluso frente al vapuleó al que ha sido sometido en estos últimos años. La Constitución, el soberano, el Estado socialista, comuna o nada, elecciones de la Asamblea, el Covid-19, la pandemia, y el imperialismo, serían lo crucial, a pesar de las desacertadas políticas económicas, la corrupción y el clientelismo político.

Hace siglo y medio cuando al pueblo se le restringió la participación política, se la economía fue recortada y el presupuesto disminuyó, porque lo suntuario y monumental fue una práctica de los gobiernos dictatoriales, y también de los supuestos democráticos, con igual corrupción y burocratismo, y nadie aterido por lo que fue la guerra civil, no movía siquiera una pajita en ninguna parte del territorio nacional, condiciones en que la había dejado la guerra de los cinco años. Entonces no era el Sebin, la Dgsim, o el Faes, quienes mantenían el orden y control del régimen, pero igual los comandaban sus cuadros castrenses, cuya cabeza era el caudillo mayor, el jefe supremo, el caudillo presidente, lo fue Páez, Falcón, Guzmás, Castro y Gómez.

No olvidemos que es nuestra historia contemporánea, y como entonces devastada por una guerra interna, en su economía y las manifestaciones políticas, donde el voto de la población analfabeta, inculta, empobrecida, no hacía sino favorecer a los caudillos en las regiones bajo su control, y entonces como ahora, pero en circunstancias un tanto diferentes en tiempo y espacio, frente a otros enemigos, internos y externos, y con una economía que nos ha empobrecido a muchos y enriquecido a pocos, y bajo una estricta y vertical obediencia, disciplina y la doctrina cívico militar; donde lo militar lleva la delantera. Será otra coincidencia con el pasado. Aquellos jefes fueron los pocos remanentes del procerato que junto a Bolívar dieron el máximo de entrega y se logró la independencia. Solo que en 1830 con Páez encabeza la tropa y asume el gobierno, el único que lo podía asumir y poner control, en medio de la tormenta desatada entre liberales y conservadores.

Pero el costo que hubo que pagar fue muy grande, la fuerza ponía en práctica sus habilidades, y sabiendo guardar las apariencias, la mesa estaba servida y se delegó cada vez más facultades en la persona del Presidente de la República. Y se ha mantenido la farsa frente al pueblo, porque el poder nacional es el autócrata o caudillo, y el soberano elige a sus representantes en cada provincia, que al final son los que quiere Guzman Blanco y quienes le siguen, bajo su mando y los posteriores. Es esa la farsa, como el absurdo federalismo que consistió en el reparto del poder entre los dirigentes militares y civiles en cada una de las regiones.

Aprovecharemos para arrimarle una al mingo, y diremos que en honor a la verdad histórica, hay algo positivo en aquél mar de imposiciones y acomodos entre las partes en disputa, y se trata de que a pesar de toda aquella crisis en la que se hundía el país, fue el hecho de que:

"... los grandes caudillos o autócratas provinciales venezolanos realizaron y completaron la unificación de los núcleos provinciales proclives al separatismo (combatiendo esa tendencias disgregativas) por conveniencia de sus dirigentes en el sólido bloque humano y territorial de la nación."

Con certeza lo que va a ocurrir después arribará en 1947, cuando se busca enmendar la plana, resolver con lo que se llamó una "fórmula transaccional y transitoria" y reorientar el sentido jurídico y legal del ordenamiento constitucional a través de un plebiscito nacional; pero una nuevas circunstancia dió al traste con las intenciones del gobierno y aquella Constitución, instaurándose de nuevo un régimen dictatorial, cambiando de manos el gobierno en aquél año 48.

Para ir concluyendo, y volviendo al punto de entronque con lo antes expuesto, diremos que:

"... la federación venezolana no fue un producto espontáneo de la historia sino una creación artificial de los líderes victoriosos de la guerra larga que no hallaron otra bandera para combatir a sus adversarios que la de identificar la arbitrariedad que le atribuían con el sistema unitario que inaugura la constitución del año 30."

Es una tendencia, y será también una constante y se mantendrá el desconocimiento del original federalismo producido en la Carta de 1864, que prometía a cada entidad política dotarlas de autonomía. El resultado fue que ni se ejerció conforme a derecho, y se desconoció en la práctica, ejerciendo un poder centralizado, que encabezaron los caudillos, con una reacción violenta; resulta que la competencia y la soberanía de los Estados no era originaria, porque era producto de una concesión de la propia ley. Enfrentados a la anterior postura estaban los oligarcas civiles que abogaban por descentralizar el poder, propuesta íncita en el ordenamiento constitucional, sistemáticamente desconocida por los militaristas. Falcón ya había intentado crear pequeñas "republiquitas", y era como pretendían "interpretar a su guisa el vínculo federativo establecido por la Constitución."

Como consecuencia se van a instaurar las organizaciones políticas con cierta rigidez, centralistas y unitarias, y esto le viene al pelo a Guzmán Blanco y a sus testaferros, a quienes dejaba encargados cuando salía a París, hasta su declive. Con Castro a su momento, y luego Gómez, acabarán uno a uno con los que aspiraban disputarse el gobierno personalista, el mando supremo, y en el primer tercio del siglo XX acaba con las fulanas "facultades o preeminencias en las supuestas entidades federativas."

Lo que ocurrirá en adelante serán los cuarenta años del bipartidismo y su cierre en el año 98, cuando la historia de la V República comienza a arrojar elementos y los hechos y acontecimientos que se irán decantando para que las generaciones futuras puedan escribir sobre esta historia en desarrollo. Con la Constitución del 99 y la participación de todos los factores políticos, a pesar de lo caldeado del clima nacional e internacional, se pretende la integración y unificación del país, propiciar la descentralización administrativa y funcional, sin que se vea entorpecida por el regionalismo, y que la cultura democrática ha venido logrando adecuarse a los nuevos tiempos, donde la participación, el protagonismo, mayor democracia, y autonomía para las organizaciones de base, no sea letra muerta.

(Las citas entrecomilladas fueron tomadas del Constitucionalista Ambrosio Oropeza.)

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