La gran pregunta que nunca ha sido contestada y a la cual todavía no he podido responder, a pesar de mis treinta años de investigación del alma femenina es: ¿Que quiere una mujer? Fin de la cita. Sigmund Freud.
Sabemos que es muy difícil ser disidente, y menos opositor en la Venezuela "Revolucionaria". Donde el gobierno persigue, amenaza, y neutraliza a sus enemigos políticos, aquí la palabra adversario no existe. Pero ahora, con el cerro de escándalos de corrupción a cuestas, la oposición no electorera pre- parlamentarias hacia el 6D del 2020, parecen estar autosuicidandose a sí misma, y al país, excepto a la carismática, e inmune al Covid de la corrupción María Corina Machado, porque el pueblo la percibe como rica de cuna, y que no necesita robarse los dineros públicos.
Juan Guaidó, quien funge de presidente interino de Venezuela, en uno de sus tantos discursos cansones desde el 23 de enero de 2019, cuando salió de las catacumbas del lodazal politiquero, y se convirtió en el ‘David’ para el regreso a la democracia en Venezuela. Fue una noticia viral que logró concentrar a su alrededor un ‘covidpoltik’, además de un sólido respaldo internacional. Veinte meses después, su liderazgo hoy luce desgastado, y sin capacidad de convocatoria está cada vez más disminuido, los escándalos de corrupción lo salpican, así como a casi toda la dirigencia que lo acompaña, y los famosos "alacranes-clap" que desertaron después de cobrar su mesada, y el propio país los ve derrochando el dinero del corrupción recibido cuando se pavonean en lujosas camionetas Toyota 2020 de las denominadas "Robotcop" escoltados por el sebin. Todo esto en medio de un contexto nacional convulsionado, en el cual se ha ido apagando, incluso como noticia. ¿Cuál es la esperanza o el plan B para Venezuela, si este sector de la oposición no participa en las parlamentarias del 6D, las cuales catalogan como el fraude más piramidal del siglo XXI? ¿Qué puede hacer la oposición después de tantos fracasos en estos 20 últimos meses con muchas promesas y pocos resultados?
En el 2019, Guaidó tuvo, como nunca antes, un escenario tan favorable para un cambio político, y lo botó por la borda porque han demostrado no ser políticos. El fracaso del modelo revolucionario, y la aterradora crisis económica que vive Venezuela; el apoyo internacional recibido, con las sanciones a altos funcionarios del gobierno; fue desperdiciado el surgimiento de ese liderazgo nuevo, distinto, con otra imagen y otra retórica; basado en un sustento legal, anclado en el presunto fraude electoral que mantiene a Nicolás Maduro en el poder desde mayo del año 2018…
El llamado militarismo fascistoide, por su parte, se ha dispuesto a resistir implementando sus políticas más represivas: como son la violencia. Y la indolencia, la represión feroz, y la total falta de sensibilidad social ante la tragedia que vive la gran mayoría de la población, por la falta de gasolina, gas para cocinar el pueblo mas pobre, alto costo de los alimentos y medicinas, hiperinflación etc. Nuevamente el gobierno juega al desgaste, y confía en los recurrentes errores de sus enemigos, pero los analistas políticos-militares siguen con cautela, la cabeza de playa recién abierta por María Corina Machado, quien ha marcado distancia de la oposición corrupta, a la cual acusa de ser la otra pata del régimen totalitario. Es muy difícil ser opositor, disidente o critico en Venezuela, porque implica tener en contra al Estado, los colectivos, militares, el faes, los medios de comunicación que censuran, y los que se autocensuran, y todas las instituciones como enemigos. Los partidos políticos no tienen ni pueden tener ningún tipo de financiamiento, la gran mayoría de sus dirigentes están en el exilio, en la cárcel, y perseguidos.
El control hegemónico de los medios oficiales está dirigido a invisibilizar, descalificar, calumniar e injuriar cualquier actor o actividad política que no muestre un baboso jalabolismo rastrero a "la revolución". Pero, aparte de todo esto, además, no es fácil ser crítico, disidente u opositor en Venezuela, porque sus dirigentes más notables como: Eduardo Fernández, Claudio Fermín, Juan Barreto, Stalin González, Felipe Mujica, y la larga lista de estas ratas del albañal de la politiquería, viven en una permanente diatriba putrefacta, y prostibularia de politiquería interna. No hay un solo líder excepto esa bella mujer llamada María Corina, a la cual unos monstruos de la claques de choque de la revolución, la golpearon, y casi le desfiguran el rostro, que puedan sobrevivir a ese circo de corruptos múltiples. La ambición personal, y el oportunismo parecen ser ya una condición genética de buena parte de la dirigencia politiquera de oposición, y gobierno en Venezuela. Hay caras de tablas tan duras que no se ablandan ni siquiera con la tragedia que se vive en el país. Se trata, sin duda, de un saboteo suicida a una dama, sea de derecha de centro o de izquierda, pero lo más importante es que no es una ladrona. A lo mejor, las hienas politiqueras por este análisis me acusan de ser un: "mariacorinista", de una vez les digo que me sabe a mierda, lo que digan o piensen, es mi opinión.
El tema de la corrupción en Venezuela bajo esta terrible tragedia de este criminal confinamiento debe analizarse dentro de un serio contexto. Al menos sobre las lacras de diputados de diferentes partidos opositores que realizaron acciones en favor de una persona muy célebre residenciado forzosamente en el archipiélago de Cabo Verde, y sancionado o bajo investigación internacional presuntamente por manejos irregulares, y lavado de dinero.
No es la primera vez, ni será la última, que todos estos politicastros-diputados o no resultan implicados en tramas de corrupción o tráfico de influencias, y se lancen como candidatos a la Asamblea Nacional el 6D. Eso solo se ve en Venezuela. Si algo define hoy a la política venezolana es la corrupción. Ese es su modo de vida. Basta recordar este espantoso caso de corrupción mundial de Cabo Verde, y toda la dirigencia política venezolana, en bloque, impide que se investigue, y se hable de este caso, so pena de ir preso o ser asesinado. A lo mejor debe ser por este presente de hambre y precariedad, lo cual resulta todavía más criminal en contra del pueblo venezolano. En el fondo, la política venezolana goza de un récord incómodo: sin lugar a dudas, es la de hoy la más corrupta de la historia.
Que unos ‘directivos’ de un chiripero de partidos de oposición sean unos charlatanes profesionales que, por debajo de su retórica contra el gobierno de Maduro, hayan hecho tratos, y sean sospechosos de haber recibido dinero para limpiar los desmanes oficiales, es tan indignante, y criminal como que unos comerciantes árabes, chinos, y comerciantes criollos legitimadores de capitales ganen enormes fortunas ayudando, y enseñando a corruptos y narcotraficantes a lavar todo lo que se han robado del tesoro público, algunos empresarios, se hayan vuelto multimillonarios quebrando a PDVSA, y a las empresas publicas venezolana estafando al país.
Todo esto forma parte de la misma realidad, y de la tragedia de este país sin ley, sin orden, e instituciones. Hablar de un Estado fallido es hablar de una sociedad que solo funciona a través de la corrupción, un solo ejemplo vaya a echar gasolina en forma normal a ver si puede.
No hay forma de defender a estos políticos opositores, del rechazo popular bien merecido, y del escarnio público. El de los diputados llamados alacranes, lamentablemente, también alimentan las diatribas internas entre los diferentes actores políticos, y seguirán sumando rechazos en la abultada desesperanza nacional. Es un combustible en la explosiva escaramuza en la que vive la dirigencia opositora. El futuro de los venezolanos que sobreviven no puede quedar supeditado a unos iluminados que han hecho de la corrupción su hábitat natural, los cocos secos que nunca hacen política y, por eso mismo, siempre creen tener la razón; junto a los oportunistas que entienden la negociación como una transacción comercial, y la política como una operación financiera.
Según Alberto Müller Rojas, jefe del comando de campaña de Hugo Chávez en 1998, dijo en una entrevista que esa victoria electoral había sido muy "fácil". El triunfo se produjo: "más por la excesiva cantidad de errores políticos cometidos por los adversarios, que por la calidad de la campaña electoral del chavismo, que fue relativamente una campaña totalmente desordenada". Hoy veinte y dos años después, lo único que parece haber cambiado es el modus operandi revolucionario. Ya no se improvisa, como gobierno se han sofisticados las faltas de escrúpulos, y el manejo perverso del poder, los puntos de control, y de atraco militar en las carreteras del país hablan por si solos. La oposición, sin embargo, sigue como Sísifo rodando la piedra eterna de la desgracia nacional hacia la cima.
La migración de la esperanza venezolana paralizada por el coronavirus alcanzó la espeluznante cifra de los cinco millones de personas. Y no es solo culpa del gobierno, la oposición también tiene una responsabilidad en todo esto. La dirigencia opositora con Juan Guaidó pretende seguir repitiendo los mismos errores. Mientras los ‘militares revolucionarios’ seguirán jugando con las mismas cartas marcadas que destruyen a Venezuela. Quienes se mantienen en el poder gracias a la violencia mientras pretenden inventar una oposición "con la llamada mesita de noche" a su medida.
Pero, necesitan eliminar las sanciones económicas que los mantienen cercados. Esto parece ser lo único que podría empujarlos hacia una transición, obligarlos a aceptar unas elecciones libres y transparentes. Pero del otro lado, es imprescindible que exista una oposición unida, y articulada, honesta y con altura política, ojalá María Corina Machado mantenga bajo asepsia, su tapa vaginal anti corona-corrupción. El 2020 pasa rápidamente, y se está yendo como otra gran oportunidad perdida para los venezolanos. Lo que está en disputa no es ya el triunfo de un bando sobre otro sino la existencia de todos. Por ahora, Venezuela luce como un país en vía de extinción.