La semana pasada termino con puntos suspensivos, pero los impacientes sufrieron poco, pues pronto se hizo público el decreto presidencial de indulto a poco más de un centenar de opositores. Tembló en el tablero político y se marcó la agenda de discusión venidera, en medio de las deliberaciones en torno a las postulaciones para la cita electoral.
El presidente Maduro sostiene que es un gesto para la reconciliación y la paz, que allana aún más, el camino del dialogo para las elecciones parlamentarias. Con esta decisión política se pone una vez más a prueba a la escuálida oposición, pero también tiene repercusiones en las filas del chavismo. El chavismo muestra un apoyo público mayoritario, sin negar a los que en él, la cuestionan, pues no están de acuerdo con "perdonar" otra vez.
En la oposición, una parte siente un fresquito, pues vuelven a la palestra nacional, actores políticos claves, mientras que la otra, ve con recelo su reincorporación, ya que supone agitar la competencia. Aunque muchos insisten en desconocer a Maduro, pocos han rechazado el beneficio presidencial.
Se puede diferir o no con esta medida, que ratifica de nuevo quien marca la agenda política del país: el chavismo. Mientras que la oposición queda más revuelta de cara a las elecciones y muchos de los indultados ya se están ocupando de sus postulaciones y exhibirán como estandarte, que ellos sí que han dejado la piel en la lucha.
Esta decisión no es aislada, ni unilateral, forma parte de una dinámica no pública, donde no se han roto los diálogos y en los cuales participan actores nacionales y foráneos, dando cuenta del reconocimiento del chavismo como fuerza política vital y de allí las consideraciones para quienes le adversan, en contravía con el discurso público apocalíptico de los gringos. Que no nos sorprendan nuevas acciones, pues hasta ahora esta, deja más preguntas que respuestas.
Mirando al pasado, queda un sinsabor, pues Chávez permitió en 2012 que parte de la oposición continuara en el juego político y se la volvieron a jugar con la violencia. No hay garantías que ahora se acojan al camino de la paz, pues la ruta opositora, ya está más que claro que la marcan los gringos y la violencia para ellos sigue siendo su herramienta favorita.