Elecciones burguesas

Martes, 08/09/2020 08:13 AM

Se acercan las elecciones burguesas para la conquista de la Asamblea Nacional en un país que está entrampado en buena medida por la polarización política, gracias al papel que han jugado los medios de comunicación tanto públicos como privados a nivel nacional y a la Reforma de la Ley Orgánica de Procesos Electorales (LOPE) aprobada en 2009, en la que se les dio un duro golpe a los partidos minoritarios al implantar un sistema que solo beneficiaría a las organizaciones políticas mayoritarias. Recordemos que esta Ley en su artículo 8 establece que para las elecciones a la Asamblea Nacional el sufragio para los cargos nominales es paralelo a los electos por el voto lista, es decir, ambos no tienen incidencia alguna; antes de la reforma, resultaba que los votos obtenidos tanto nominalmente como por lista se contaban en conjunto con la finalidad de obtener mayor proporcionalidad y así dar cabida a las representaciones de partidos minoritarios, de tal manera, que a los votos lista obtenidos por cada organización se le restaban los cargos alcanzados uninominalmente, para evitar que el partido que alcanzara atrapar a la mayoría de electores terminara obteniendo más escaños de manera desproporcional respecto a la cantidad de votos logrados, pues la LOPE de 2009 acabó con esto y afianzó ese popular refrán de que el pez grande se come al chico, dejando en gran desventaja a los partidos políticos pequeños.

Ante tal escenario, es evidente que queda la contienda servida al ventajismo del PSUV (burguesía emergente), la cual buscará la reconquista del Poder Legislativo con la finalidad de acaparar todo el aparato del Estado y así afianzarse más al poder, y al de la oposición más mediática (burguesía tradicional), quienes buscarán mantener el control de la Asamblea Nacional, para a partir de allí, avanzar a la toma de otros espacios político-administrativos del Estado. Aunque estos dos polos muestran ser antagónicos, en la práctica terminan cruzándose, ambos actúan de la misma manera, no promueven la participación en sus bases, son autoritarios, adoran la imposición, ambos ven a Venezuela como un botín preciado con el que lograrán zacear sus apetencias, se refugian en grandes potencias mundiales para dárselas de guapos-apoyados en el curso de la actividad política, son expertos en la manipulación y el chantaje y finalmente se necesitan entre sí para poder coexistir. Ambos enfocan sus campañas en el ataque mutuo, es decir, se señalan el uno al otro de ser los responsables de la crisis, pero hoy por hoy, buena parte de este pueblo ha entendido que estos dos polos políticos son muy dañinos y han sido ambos responsables directos y principales del caos socio-económico presente.

Por lo tanto, pensar que en estas elecciones venideras sería importante nuestra participación, estaríamos pecando de ingenuos ya que aquí solo entra en juego las disputas por el poder de las burguesías, las cuales intentarán seducirnos para que salgamos a votar, solo con esa finalidad, es decir, nos utilizarán como a cualquier objeto desechable, que luego de usarse irá al basurero. Por tal razón, este pueblo debe darles una lección a estos politiqueros de turno, al mostrarnos indiferentes ante el hecho electoral en sí, tal como ellos se han mostrado ante nuestras demandas presentadas en medio de la crisis que nos azota, en donde se han hecho los sordos a las exigencias de la clase trabajadora que sufre los embates de este caos económico creado por ellos mismos. Realmente, no hay motivo alguno para salir a votar en unas elecciones donde el resultado está más que cantado, serán esos dos polos los que dominarán la escena, el sistema les favorece y finalmente estamos hablando de dos grupos que son mezquinos a la participación popular, son contrarrevolucionarios, son saqueadores de la nación y a ninguno les ha importado nuestras demandas, es decir, no somos afines. Por consiguiente, le propinaríamos una importante derrota a ambos al elevar considerablemente el índice de abstención en esas elecciones, ya la mesa está servida, y gane quien gane es lo que menos nos debe importar, ninguno de los polos nos representa y no hay manera que en estas elecciones pueda surgir un tercer bloque fuerte de contrapeso y mucho menos pensar en seguir votando por un mal menor, eso no ha tenido ningún efecto favorable. El curso de las cosas, lamentablemente, no podremos cambiarlo, pero si podemos empezar a darle una señal a estos egoístas politiqueros que aseguran tenernos bajo su control ¿seremos capaces de demostrarlo? ¿seguiremos mordiendo el chantaje de estos grupos? ¿seguiremos entrampados en el juego de estas burguesías? ¿Seremos capaces de insubordinarnos al poder? ¿acaso nos estamos dando cuenta de lo que podemos lograr si rompemos definitivamente con estas mafias politiqueras? ¡No seamos participes del caos apostando por unos personajes que tienen sus neveras llenas, que viven de la política porque hicieron de ella toda una empresa lucrativa, mientras la gran mayoría del pueblo sufrimos por las malas decisiones de estos politiqueros!

Ahora, esa indiferencia a la que hacía mención antes debe enfocarse solo en el hecho electoral, ya que ese pueblo que se viene organizando y aglutinando no debe mostrarse al margen de la campaña política como tal, solo que nuestra participación debe ir enfocada en un nuevo tipo de campaña que se diferenciará a lo que nos tienen acostumbrado, esa participación debe distanciarse de esa práctica burguesa de empapelar las ciudades con afiches coloridos que muestran los rostros de quienes nos terminarán traicionando. Nuestra campaña debe enfocarse en dar a conocer en la calle a nuestros candidatos, estos serán: la lucha y las demandas sociales, además de trabajar en concatenar cada una de ellas para crear un gran movimiento popular, lo que permitirá más adelante, al momento de estar más aglutinados y fortalecidos, entrar en el combate bajo las reglas de la burguesía, de lo contrario será difícil salir victoriosos en terreno ajeno. Por ahora, solo nos queda construir esa unidad, ser pacientes y organizados, ya que las condiciones no están dadas para subvertir el orden desde adentro; en esta coyuntura será muy complicado llevar a esa Asamblea Nacional a dirigentes de base y de poder alcanzar dos o tres curules a lo mucho, la participación sería asfixiada por las burguesías y sin ninguna trascendencia valorable en lo político-organizativo, lo que pudiera conllevar a la decepción. Asimismo, hay que tener en cuenta que estas cúpulas políticas son muy poderosas, manejan muchos recursos, entre ellos sus hegemonías en lo comunicacional que es muy importante en estos tiempos, lo que nos lleva a afirmar que sólo cuando la organización se haga un músculo bien fuerte, con la capacidad de poder llegar a la conquista de estos espacios con el propósito de poder acabar con las reglas del juego, es que resultaría importante probarnos en este terreno.

Por otro lado, tenemos que ser conscientes y autocríticos que en este país, por muchos años, las organizaciones de la clase trabajadora siempre estuvieron muy permeadas por la burocracia estatal o por organizaciones político-partidista, así que la crisis es una buena oportunidad para crear un movimiento importante deslindado de los políticos de turno, una organización fuerte a nivel nacional, con mucha claridad y buena formación, que pueda ser una alternativa real al pueblo en general, que atente contra los intereses de las burguesías existentes y que no venga a cometer los mismos errores que han defraudado a la población. De la clase trabajadora organizada dependerá la construcción de una alternativa poderosa y popular, pero primero tendremos que depurarnos de toda esa cultura viciosa que se ha logrado instaurar en la idiosincrasia de muchos. ¡Sólo la lucha nos hará libres y fuertes!

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