El periodista Juancho Marcano, se llegó ese día hasta Juangriego para hacer algunas compras y diligencias y cuando se acercó a la calle La Marina, observó hacia el océano y se quedó contemplando la playa El Crepúsculo, y muchos recuerdos se vinieron en tropel hacia su mente. "Esa playa fue para los muchachos de la Tacarigua de Margarita, la preferida, pues era la más accesible para aquel tiempo, porque había una línea de carritos hasta la ciudad crepuscular y se podía llegar a élla a darse un chapuzón y regresar ya en la tarde en los mismos carritos que hacían la ruta", se dijo el periodista, oteando el horizonte, sobre el lomo del caballo del mar azul, en el cual cada tarde, delira el sol, plasmando los más espectaculares atardeceres que se producen en toda Venezuela.
Cuando el sol estaba en la mitad de su viaje y el mediodía era un chubasco de calor, el periodista se decidió a regresar, lo cual no fue fácil, por el problema de la pandemia que ha hecho que los servicios de transporte hayan desmejorado. Pero ya en su casa, se encontró con su perro Pipo, quien le informó sobre la normalidad en el conuco y que a la mata de mango ya se le habían acabado los frutos.
El periodista escuchó con calma los comentarios de Pipo y no opinó nada, sino más bien estaba sumido en sus pensamientos, por tanto el perro observando tal actitud, le preguntó al respecto, y Juancho contestó: "Mira Pipo, te cuento que hoy la playa de Juangriego o El Crepúsculo, como nosotros la llamamos para mi época, al verla me hizo respirar el aire de la nostalgia y me vi con mis amiguitos de infancia en sus aguas, disfrutando y olvidados de lo que pasaba en el mundo para ese tiempo. Éramos felices, a pesar de todas las carencias que teníamos todos. Sin embargo, la felicidad era un ave que no dejaba de revolotear encima de nosotros, a diferencia de hoy que la preocupación y la angustia del día a día y de lo que pasa en el mundo, es una flecha que llevamos clavada en todo el centro del alma".
Pipo, observó detenidamente a Juancho y como ha notado que la nostalgia a veces lo embriaga y hasta lo deprime, lo convidó a oír unas gaitas porque ya diciembre está aquí, y eso lo alegra, en lo cual Juancho estuvo de acuerdo y así lo hicieron.