La poesía es la vida. La poesía es cantar. La poesía es apreciar lo sutil de lo etéreo. La poesía es la expresión más sublime del alma. La poesía es un enigma descifrado a la luz de la conciencia. La poesía es "eso" que aunque induce al entendimiento, más se sostiene por el sentimiento. Afortunadamente, esa definición sigue siendo motivo para seguir escribiendo, declamando, soñando y descubriendo que la palabra tiene un poder extraordinario que permite unir a los pueblos en un solo corazón.
Tal vez, estas calificaciones que me he atrevido a exponer "de mi propia inspiración", se parezcan a algunas emitidas por otros escritores, tal vez no. Es posible que los diccionarios y las enciclopedias hayan resuelto esa definición y sencillamente uno que es de alma rebelde, trata de no encasillarse en lugares comunes y ve a la poesía en las cosas más sencillas, con o sin métrica, a veces en prosa, a veces en verso, pero con la potestad suficiente de estremecer los sentidos y abrazar sencillamente a quien queda expuesto a su influencia.
Poetas y poetisas, escritores, soñadores, músicos, entre otros amantes del pensamiento comprometido han encontrado en la obra prolífica de Simón Bolívar esos atributos. Yo, que también me siento identificado con la palabra inteligente, opino igual. El ilustre caraqueño no sólo fue determinante en la independencia de 6 naciones, sino que a través de su palabra también influyó a otros próceres en el continente. La cantidad de cartas, discursos y proclamas evidencian que el nivel cultural del Libertador de América no solamente era alto, sino que su interpretación del conocimiento lo inspiraba a expresarse en poesía.
Juramento en Monte Sacro
Con tan sólo 22 años y junto a su maestro Simón Rodríguez, asume su célebre juramento. Desde el exordio hasta su compromiso final, denota una fuerte carga lírica. El joven Bolívar fue capaz de hacer un resumen de la historia de Roma. Andando por el Monte Aventino, el inspirado Simón, menciona a los fundadores de la ciudad inmortal y destaca diversos rasgos históricos que reflejan la gloria y la decadencia romana. Expresa Bolívar: "¿Conque éste es el pueblo de Rómulo y de Numa, de los Gracos y de los Horacios, de Augusto y de Nerón, de César y de Bruto, de Tiberio y de Trajano. Aquí todas las grandezas han tenido su tipo y todas las miserias su cuna."
A decir de Rufino Blanco Fombona, lo de Bolívar en Roma fue un "rapto apasionado de inspiración". La capacidad de hilvanar tantos años de historia, destacar a hombres y mujeres emblemáticos, señalar episodios políticos, entre otros aspectos que le sirven como argumentos para luego desencadenar las frases más determinantes de su carácter y voluntad. El Juramento de Monte Sacro es una contundente demostración de lo que se movía en su alma. Bolívar dedicaría su vida, su esfuerzo, talento y capacidades para cumplir su palabra.
"Juro delante de usted; juro por el Dios de mis padres; juro por ellos; juro por mi honor, y juro por la patria, que no daré descanso a mi brazo ni reposo a mi alma, hasta que haya roto las cadenas que nos oprimen por voluntad del poder español". El "usted" a quien se refiere es a su amigo y maestro Simón Rodríguez. Ahí, en ese lugar del mundo, solo ante dos testigos de su misma tierra, porque en ese momento le acompañaba su pariente Fernando Rodríguez del Toro, el lozano Bolívar decretaría su destino.
Años después, en la hermosa carta desde Pativilca - Perú del año 1824 dirigida a Rodríguez, Bolívar haría referencia a ese instante visionario. Dicha misiva permite una reconstrucción histórica de ese episodio tan relevante en la vida de Bolívar y de las generaciones futuras. Cito: "¿Se acuerda usted cuando fuimos al Monte Sacro, en Roma, a jurar sobre aquella tierra santa la libertad de la Patria? Ciertamente, no habrá olvidado aquel día de eterna gloria para nosotros; un día que anticipó, por decirlo así, mi juramento profético a la misma esperanza que no debíamos tener".
Y es que gracias a su amigo y maestro, el mundo pudo conocer la fuerza de las expresiones de Bolívar. Estas palabras pasaron de Simón Rodríguez a Manuel Uribe Ángel en el año 1850 y luego fueron socializadas con motivo de la celebración del Centenario del Natalicio de nuestro Libertador, apareciendo reseñadas por el escritor Jules Mancini en su obra titulada: "Bolívar y la emancipación de las colonias españolas desde los orígenes hasta 1815".
Las cartas de amor
Jesús "GORDO" Páez tomó oraciones, frases y expresiones de las cartas de Simón a Manuela Sáenz y las hizo canción. Con el título de "Manuela", el juglar nacido en Curarigua en el estado Lara, musicalizó un innegable poema. La manera en que Bolívar describe su pasión por su adorada ecuatoriana, es una verdadera oda al amor. Apasionado, rasgo que lo define sin ninguna duda, las 89 cartas que se han podido conservar entre ambos próceres, son una referencia del nivel de sensibilidad y de máximo tratamiento a la palabra como elemento vital en la comunicación.
Basado en varias misivas, el Gordo Páez, hizo un tema que recoge la esencia poética de Bolívar. Comienza así: "Mi linda y buena Manuela / mi adorada, querida amiga / todo es amor en ti / yo también me ocupo / de esta ardiente fiebre / que nos devora como a dos niños". Esto no requiere ningún tipo de "exégesis hermenéutica", esas palabras que siempre le escuchábamos pronunciar al querido "Guardaplaneta Mayor" como le decimos a Jesús GORDO Páez. Ahí no amerita análisis ni explicación. Así se expresa un hombre enamorado. Así de simple, así de claro.
Con la publicación del libro titulado: "Las más hermosas cartas de amor entre Manuela y Simón" pudimos disfrutar, en un solo compendio, el verbo compartido entre los dos amantes. La obra de la Fundación Editorial "El Perro y la Rana" del Ministerio de Cultura de Venezuela nos permite percibir, no sólo la sensibilidad de Simón, sino que la de Manuela también queda de manifiesto. Dos suramericanos compartiendo el mismo camino emancipador, y que a su vez encontraron tiempo y espacio para desplegar sus emociones sin ningún tipo de temor. Ahí vemos al Bolívar hombre, carnal, más no primitivo, sino poeta.
Mi delirio sobre el Chimborazo
El Chimborazo fue considerada, por un buen tiempo, la montaña más alta del mundo. Ubicada en Riobamba – Ecuador, el volcán inerte se eleva a 6263,47 metros sobre el nivel del mar, siendo el punto más alejado del centro de la tierra. Ese es el sitio donde Simón, con 39 años de edad, se inspira para delirar sobre el tiempo. Si bien es cierto, los historiadores siguen debatiendo sobre la autoría de este escrito con fecha del 13 de octubre de 1822 (igual lo han hecho con su juramento en Roma del 15 de agosto del año 1805), "Mi delirio sobre el Chimborazo" es una creación de Bolívar y es, para muchos, su poema más excelso.
El Padre Bolívar inicia así: "Yo venía envuelto con el manto de Iris, desde donde paga su tributo el caudaloso Orinoco al Dios de las aguas. Había visitado las encantadas fuentes amazónicas, y quise subir al atalaya del Universo (…) este manto de Iris que me ha servido de estandarte, ha recorrido en mis manos sobre regiones infernales; ha surcado los mares dulces; ha subido sobre los hombros gigantescos de los Andes; la tierra se ha allanado a los pies de Colombia, y el tiempo, no ha podido detener la marcha de la Libertad."
Fascinante ingenio. Egregia pluma de poeta que nos dio esta hermosa obra, que si no hubiese sido el Libertador, el mundo lo hubiese conocido como un gran escritor. Pero la mayor bendición es que Escritor y Libertador, son la misma persona. Éste Canto de Patria Grande lo cerraré citando de nuevo a Rufino Blanco Fombona, cuando dijo de Bolívar que: "La imaginación no es en Bolívar menos vigorosa que la memoria y la atención. Piensa a menudo como los poetas, por imágenes. No es necesario referirse a aquel romántico y fantasista Delirio en el Chimborazo; basta leer cualquier carta suya, aun documentos políticos, para cerciorarse de que su imaginación es la de un poeta. Se produce a veces como un poeta filósofo, a la manera de Guyau; y se comprende que admirase tanto, en su juventud, a Juan Jacobo (Rousseau).