Cuando a Maduro le nombran la palabra salario, es como si le nombrasen al diablo. Aunque la nombre Telesur

Jueves, 29/10/2020 09:59 AM

Ayer, empezando la tarde, Maduro brindó una rueda de prensa internacional. Unos periodistas estuvieron presentes en Miraflores y otros, por la magia de internet, pudieron preguntar desde sus casas u oficinas de redacción, estando aún estas en el exterior. Quizás por esto mismo, Maduro mientras respondía a los segundos, gritaba desaforadamente, tratando de asegurarse que desde allá le escuchasen. A lo mejor imaginaba que en el camino, muy largo, la fuerza de la voz disminuiría y llegaría con el tono adecuado de cuando un jefe de Estado y persona sin desenfreno habla en un pequeño espacio y poca gente. Lo que tiene la magia de hacer más agradable el compartir, porque no hay nada más desagradable que hablando en un pequeño grupo o círculo alguien lo haga como si habla a una multitud o gente que está allá en el fin del mundo, pues deja la sensación que estuviese regañando a quienes con el comparten y hasta intimidándoles para que nadie más hable y si se trata de gente que pregunta, pregunten lo menos posible y hasta de cosas que no incomoden o le den "den en la madre" al entrevistado.

Cuando las preguntas surgían de quienes estaban presentes en Miraflores, allí mismo, cerca de él, apenas separados por lo que acostumbra el protocolo y más ahora con esto de la pandemia, parecía sucederle que la fuerza inercial, esa que traía como cuando hubo de responderle al reportero de El País, de Madrid, que estaba en México, era demasiada, como carro que viene a gran velocidad y de repente entra en una curva, y le costaba bajar el tono, como si los frenos del verbo o mejor del tono de voz, no pudiesen contenerle a tiempo y lo necesario y, entonces, pese el esfuerzo, a quien allí mismo le preguntaba, respondía como si el tipo estuviese en la cochinchina. Así le pasó, cuando después de responder a aquel periodista español, hubo que atender las preguntas de Madeleine García, la destacada periodista de la televisora Telesur.

La periodista de Telesur hizo 3 preguntas. Yo, que estaba por salir a la panadería, me detuve frente al televisor cuando escuché que preguntó acerca de lo que en lo inmediato el gobierno haría en materia salarial dadas las serias dificultades que afrontan los trabajadores venezolanos.

Como, tal como dije, fueron 3 preguntas, y por la costumbre del presidente de hablar mucho más allá de lo estrictamente necesario y mezclar unos asuntos con otros como para que más abunden las palabras, corrí el riesgo cerrasen la panadería, dado lo limitado del tiempo de apertura de esos negocios por atender a las normas determinadas por la pandemia, y opté por quedarme a escuchar lo que diría particularmente por lo relativo al salario.

Y debo reconocer que me llamó mucho la atención y hasta me entusiasmó esa pregunta la hiciese una periodista de Telesur. Justamente por esto, de inmediato imaginé que había sido acordado para darle la oportunidad a Maduro de adelantar algo que le devolviese la esperanza y deseos de seguir viviendo a mucha gente y entre esta está uno mismo, el susodicho.

Entonces, como dije, me llamó la atención la pregunta en sí, pero también por quien la formulaba. Y me dije para mis adentros, no tanto por tonto e iluso sino por el deseo de escuchar algo que me diese un aliento y una esperanza, "si la gente de Telesur mandó a su periodista a hacer esa pregunta es porque algo hay".

Me despertó interés la fuente de la pregunta, porque Telesur, todos los días del mundo y todo el día, se la pasa difundiendo noticias acerca de la precariedad del salario en toda América Latina. Y entrevista trabajadores que, en Perú, Chile o Ecuador, protestan con sobradas razones porque su salario apenas llega a 300, 400 ó 500 dólares. Lo que apenas les alcanza para cubrir las necesidades más elementales. Pero, pese opera desde Caracas, ignora o mejor no les informa a los televidentes que le sintonizan que en Venezuela, un maestro, tiene de salario mensual 4 ó 5 dólares, lo que no le alcanza ni para que él mismo coma precariamente dos o tres días. Y difunde noticias sobre las protestas de los trabajadores de aquellos países por la inconformidad con el salario; pero las de Venezuela las pasa por alto. Y esa conducta, que es la misma para todo, en verdad, es una de las cosas por las que Telesur me incomoda.

Si por Telesur fuese, en el continente deberían imaginar que estamos en el mejor de los mundos, donde nadie tiene motivos para protestar porque todo lo tiene resuelto y a pedir de boca.

Por eso, sabiendo que Telesur tiene como conducta no hablar de salario en Venezuela, habiéndolo hecho en Miraflores, que fue como nombrar la soga en la casa del ahorcado, me interesé en escuchar lo que respondería Maduro.

Me dije para mí mismo, hasta lleno de optimismo, "algo bueno, seguro, va a decir Maduro. Y así será de bueno que Telesur se atreve a hacerle esa pregunta y ante la prensa internacional. Seguro que viene con una caja de sorpresas." Y hasta me arrellené en el asiento, sin importarme que cerrasen la panadería.

Todavía me atreví decirme a mí mismo, "pusieron deliberadamente a Madeleine García a hacer esa pregunta para darle el chance a Maduro de echar de su pecho maravilla y anunciar, aunque sea con fines electorales, una bomba de las buenas, para lucirse ante la prensa extranjera". Y mientas así pensaba, sin sensatez, movido por las dificultades que confronto, más me hundía en el asiento, corriendo el riesgo se rompiese, pues se trataba de una mecedora que recién acabada de arreglar, poniéndole dos tornillos que le faltaban y, por lo torpe que suele ser uno en esos menesteres, no estaba seguro hubiese quedado como para darse esos lujos.

Maduro, comenzó por responder la pregunta formulada en tercera instancia y lo hizo en el mismo tono que usó cuando respondió al español que preguntó desde México, claro uno notaba como pisaba los frenos e intentaba bajar el volumen, pero la fuerza inercial que traía le dificultaba ponerse en la onda adecuada inmediatamente. Quizás él, que antes estuvo mirando por allá, más arriba de la línea del horizonte, intentando localizar la meseta mexicana y en ella al periodista que, aun cuando era uno solo, estaba lejos y justificaba subiese bastante la voz por la lejanía, todavía no había podido descender hasta allí mismo desde donde le preguntaba Madeleine García, que estaba cerca y era una sola, porque los pocos otros, de ella estaban muy separados. Luego de hablar de lo humano y lo divino pasó a responder la segunda pregunta.

En ese momento y por ese proceder, imaginé que Maduro de exprofeso había dejado la relativa al salario para tercera instancia y era obvio así pensase y él actuase, pues era como la joya de la corona de quien iba a hablar, lo que casi todo el mundo en Venezuela espera que se hable. Y habló y habló, tanto que pasó el tiempo y sentí desde mi casa arrellenado en aquella mecedora que me acogía con agrado y había respondido tanto como esperaba y deseaba, pues la había arreglado para agradar a mi compañera siendo ese su asiento preferido. La arremetió contra Piñera y Lenin Moreno y con todo aquel que se le puso o él mismo puso por delante y cuando creía que había terminado para pasar a responder la primera pregunta, primera por todo y todo, la del salario, volvió por la primeras parte del discurso y sentí que lo repitió de pe a pa.

Al fin terminó y tomándose, como acostumbra, una mano con la otra y hacer un gesto como que se las lava, dio por cerrado su respuesta a Telesur.

Yo no sé si Madeleine que fue quien preguntó, yo o los miles o millones de trabajadores, quien o quienes, nos quedamos con la boca abierta esperando diese la respuesta principal y más esperada.

Ya decidido a no salir por todo y todo, me quedé cavilando, no sin estar por demás con ganas de romper la mecedora, si no fuese como dije, un regalo para mi compañera, sobre aquella pantomima:

¿Cómo Telesur que ha dado muestras no le importa el salario de los venezolanos, porque hablar de eso en ese canal es cosa prohibida, por intermedio de una de sus reporteras estrella, hizo esa pregunta al presidente, en pleno Miraflores y en una comparecencia internacional? ¿Se le ocurrió eso así al azar a Madeleine García? O como dice "El Chavo", ¿simplemente se le chisporroteó?

¿Será que Madeleine cogió la seña mala, adelantada, pues esa pregunta es para otra nueva oportunidad y no para hacerla ahora?

¿Acaso Maduro tenía programado hablar de eso, por eso Madeleine llegó con esa pregunta en su libreta, porque ni de vaina ella va a preguntar de eso así a lo loco y hubo cambio de planes porque sus asesores a última hora le pidieron "time" para sacar las cuentas?

Espero que a Madeleine no le vayan a pisar los callos por pecar de imprudente y nombrar la soga en casa del ahorcado, pues ella, pese los rigores que imponen en Telesur es una excelente periodista.

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