En exigencia al debido respeto a la memoria del Padre Bolívar y el Beato José Gregorio

Viernes, 30/10/2020 07:40 AM

26 de octubre, 10:00 am, lugar de concentración iglesia en la Plaza Candelaria, evento: exhumación de los restos del Dr. José Gregorio Hernández. Requisito exigido por El Vaticano para finalizar el proceso de Beatificación del llamado «Médico de los Pobres». Un evento, que se supone forma parte de un ritual eclesiástico para elevar a los altares a quien los venezolanos y venezolanas -desde su muerte- veneran como un Santo. El Dr. José Gregorio Hernández, convivió entre nosotros y nosotras, en las primeras décadas del siglo XX, y al igual que el resto de la población, se caracterizó por ser un gran patriota, comprometido con su terruño, su Patria. «El soldado en el campo de batalla; el médico y el sacerdote durante las epidemias; y todos los hombres están en el imprescindible deber de sacrificar la vida, antes que perder la virtud y ofender a Dios…» (Elementos de Filosofía, José Gregorio Hernández, Caracas: enero 14 de 1912). Un patriota, que en el momento más dramático que viviera su Patria (1902), amenazada de invasión y bloqueo de las fuerzas imperialistas de la época, no dudó un instante para empuñar las armas de la República para hacerle frente a los enemigos de la nación, y para la historia quedó registrado su alistamiento en la boleta de inscripción con los siguientes datos: «Estados Unidos de Venezuela. Distrito Federal. Jefatura de Milicias Nº 1. Caracas, 11 de diciembre de 1902. El ciudadano José Gregorio Hernández se halla alistado en la milicia de la Parroquia de Altagracia. Vive en la calle Norte 2, casa Nº 36. El Jefe Civil: G. Arenas. El Prefecto: L. Carvallo. Filiación: Edad treinta y ocho años. Estado: Soltero. Profesión: Médico». Aquel fervor patriótico, que generó la proclama del entonces Presidente, Cipriano Castro, tocó las fibras de José Gregorio Hernández, quien no dudó un instante, en cambiar su estetoscopio por un fusil. El Alto Clero, guardó silencio entonces ante la agresión de los imperialistas. José Gregorio, fue un hombre íntegro. Buen médico e investigador, comprometido con su fe religiosa y también con su Patria, como buen Bolivariano que fue. Su pensamiento y fe religiosa, no eran antagonistas sino partes de un mismo cuerpo, así lo explica: «Si alguno opina que esta serenidad, que esta paz interior de que disfruto a pesar de todo, antes que a la filosofía, la debo a la Religión santa que recibí de mis padres, en la cual he vivido, y en la que tengo la dulce y firme esperanza de morir: Le responderé que todo es uno». (Elementos de Filosofía, José Gregorio Hernández, Caracas: enero 14 de 1912). Por eso, ofende su memoria, el administrador apostólico de la Arquidiócesis de Caracas, cardenal Baltazar Porras, al colocarle como un instrumento de división entre venezolanos y venezolanas. ¡José Gregorio, fue un hombre de Unidad Nacional!

Baltazar Porras, el golpista del 11 de abril de 2002, quien recibió al Comandante Hugo Chávez en Fuerte Tiuna, para su entrega a los militares golpistas, sí, el mismo Baltazar, que callaba cuando sus colegas de la Conferencia Episcopal, recibían millonarios cheques de la barragana de Jaime Lusinchi, Blanca Ibáñez, su secretaria privada y amante. Como lo reflejan noticias de esa época gris: «Ejecutivo entregó 500 mil bolívares a la Diócesis de San Cristóbal. La secretaria privada de la presidencia, señora Blanca Ibáñez otorgó el cheque correspondiente al obispo monseñor Marco Tulio Ramírez Roa» (El Universal, 13-11-1985). Eran los tiempos del «festín de Baltazar» y el derroche de los recursos públicos, entre la jerarquía eclesiástica y la barragana del presidente Lusinchi. Sí, Porras, el mismo golpista de siempre, que en el acto de exhumación de los restos del Padre Libertador, Simón Bolívar, definió esa actuación como un ritual de brujería, mientras calificaba al Padre Libertador de ser un muerto, como expresión de su anti bolivarianismo, perenne y perpetuo, hecho que obligara la respuesta enérgica del entonces Ministro de Cultura, Farruco Sesto, quien le responde: «Baltazar Porras, ha cometido una de las más grandes ofensas hacia el Libertador Simón Bolívar, al llamarlo muerto, sabe que Bolívar está vivo, que camina a nuestro lado, que se sienta con nosotros y dirige este proceso. Sus ideas vivas y él espiritualmente está vivo» (Alba Ciudad, 20-07-2010). Diez años, después de aquella deplorable actuación del político hecho «monseñor», repite su infernal hechura pero esta vez, en contra del «Médico de los Pobres», el Dr. José Gregorio Hernández, convirtiendo en un aquelarre politiquero, un acto de tanta solemnidad como lo era la exhumación de los restos del Beato José Gregorio Hernández. Hecho, que motivó la condena y repudio de los presentes, como fue el caso de la Jefa de Gobierno del Distrito Capital, Jacqueline Faría, quien denunció: «No se ubicó bien, creyó que era un acto político (…) decía que no había libertad en el país y tuvo la libertad de decirlo impunemente en un acto de tan alta religiosidad». Encima, Faría, lo convidó a dejar el egoísmo y la vanidad, a trabajar con amor y paz por Venezuela y en Unidad. Necesario, que el político hecho «monseñor», deje de utilizar la figura ejemplar del Dr. José Gregorio Hernández para intentar dividir al país, y politizar su imagen, como un agente del oposicionismo apátrida.

Importante precisar que, una vez que el Papa Francisco, anuncia la Beatificación del «Médico de los Pobres», el propio Baltazar Porras, intenta adueñarse de la veneración a este gran venezolano e intenta convertirlo en un mero objeto de su manipulación politiquera. Y, en claro «mensaje a Maduro», expresa: «que las gestiones para llevar a cabo la beatificación de José Gregorio Hernández fue una colaboración de mucha gente, no es obra de uno o de otro.». Cómo ocultar, don Baltazar, que durante un siglo, ustedes, los jerarcas de la iglesia católica venezolana, obstruyeron ese proceso de Beatificación. Poco o nada, hicieron para que se concretara. Nunca, le perdonaron al «Médico de los Pobres», que, ante el llamado del Clarín de la Patria, José Gregorio, acudiera en su auxilio, mientras ustedes se ocultaban y no escucharon ese llamado. Menos aún, le perdonaron que el pueblo venezolano, le brindara tributos como santidad de la Corte de María Lionza, y veían con mucho recelo su santificación. Por eso, no les interesaba que en la Santa Sede se estudiara su caso, hasta que llegaron el Papa Francisco y Nicolás Maduro, y se reunieran un día cualquiera del año 2013. En ese encuentro, entre esos dos presidentes, uno del Vaticano y el otro de la República Bolivariana de Venezuela; el Papa Francisco, quedó entusiasmado por la solicitud que le hiciera Nicolás Maduro de retomar la causa de José Gregorio Hernández, y desde ese mismo momento, quedó comprometido con esa causa humanitaria, en destrabarla. No reconocer eso, es obra perversa del egoísmo de un hombre de la iglesia, don Baltazar. Santiago 3:16 (RVR60): «Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa». Por eso, don Baltazar, cuando usted llama a reflexionar a quienes supone, manipulan con la Beatificación del «Medico de los Pobres», debe obligarle a reflexionar consigo mismo; ya que, José Gregorio Hernández, no le pertenece -en exclusividad- a usted, sino que su proclamación ha sido obra de toda Venezuela, que logró vencer el obstruccionismo de sus partidarios de sotana mal utilizada, que hacen lobby en el Vaticano a favor de sus intereses en Venezuela. También, se equivoca, don Baltazar, cuando acusa al Padre Libertador, Simón Bolívar, de ser un agente de división nacional: «Representa mucho más de lo que nos podemos imaginar, representa mucho más que la figura de Simón Bolívar. Es lo que está presente en los creyentes católicos y otras personas", acusaba en los medios, en rueda de prensa. Su estirpe anti bolivariana, lo conduce a contraponer la figura de Bolívar contra la de José Gregorio Hernández, siendo que éste último, fue un patriota convencido. No vale contraponer dos partes que forman un solo sentimiento nacional. Bolívar y José Gregorio Hernández, son parte de la misma venezolanidad, que refleja lo que somos, quienes nos consideramos auténticos venezolanos y venezolanas. Su manipulación politiquera, no dividirá nuestro gentilicio. Somos bolivarianos y bolivarianas, y veneramos al Dr. José Gregorio Hernández, como lo ha venerado por más de un siglo el pueblo venezolano, como un verdadero Santo.

Fracasará, don Baltazar, como fracasó su colega el Dominico Felipe Mota, ante el terremoto del 26 de marzo de 1812, que azotó Caracas y gritaba, lleno de odio: «Esta catástrofe es un castigo del cielo, porque los venezolanos se han rebelado contra su Rey… Fernando VII es un bendecido de Dios… Debemos pedir perdón por este pecado y clamar fidelidad a España… Abajo la República». El joven, Simón Bolívar, indignado ante las insolentes palabras del representante de Fernando VII, subió al púlpito y lo obligó a bajarse del mismo, y dirigió sus palabras al pueblo presente: «Si se opone la naturaleza, lucharemos contra ella y la haremos que nos obedezca». La actuación política de la iglesia católica romana es de vieja data. Bolívar, la señala como uno de los factores fundamentales de la caída de la Primera República.

Hugo Chávez, combatió también contra ella –la jerarquía eclesiástica- para el restablecimiento de la Quinta República, que yacía abatida por apenas 47 horas, hasta que el pueblo, con Constitución en mano, los barrió y restableció el orden Constitucional, nacido en diciembre de 1999. A Maduro, no le ha ido nada distinto con la jerarquía de la iglesia católica -conformada en partido político de oposición- y, a favor de los intereses de EEUU. Es por ello, que nos unimos al rechazo expresado por la Jefa de Gobierno del Distrito Capital, Jacqueline Faría, y exigimos al monseñor Porras, y al político hecho monseñor, respeto a la magnanimidad de las figuras del Padre Libertador, Simón Bolívar, y del Beato Dr. José Gregorio Hernández, dos grandes hombres paridos por esta Patria, y que han obrado a favor de la grandeza y la unidad de la nación. Honrar sus memorias, es un ejercicio cívico, moral, un reconocimiento a su grande obra por el engrandecimiento de la Patria. No son hombres distintos, Bolívar y Hernández, ya que un hombre o una mujer son instrumentos del deber a la Patria. ¡Solo así, en su cumplimiento, se es hombre o se es mujer! «Cuentan que un viajero llegó un día a Caracas al anochecer, y sin sacudirse el polvo del camino, no preguntó dónde se comía ni se dormía, sino cómo se iba a donde estaba la estatua de Bolívar. Y cuentan que el viajero, solo con los árboles altos y olorosos de la plaza, lloraba frente a la estatua, que parecía que se movía, como un padre cuando se le acerca un hijo. El viajero hizo bien, porque todos los americanos deben querer a Bolívar como a un padre.» (José Martí, revista la Edad de Oro, 1889)…

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