CAPITULO UNO
"Si queremos ganar la guerra necesitamos de refuerzos...." De esta manera comenzaba el General Pablo Morillo dictando una carta a uno de sus amanuenses.
Morillo era muy querido por sus hombres y él retribuía ese cariño atendiéndolos y cuidándolos más que a él mismo. Muy respetado por sus tropas por ser un valiente, que derrochaba valor, pero al mismo tiempo era prudente y un gran estratega militar.
El jefe español era un hombre de fuerza hercúlea, de poderosa constitución física y gran resistencia para las marchas. Contaba con una presencia arrogante que servía de inspiración a su gente y atemorizaba a sus enemigos.
Los llaneros que no son hombres muy apegados a las alabanzas, reconocían que el español era un hombre intrépido, lamentando que no fuese patriota sino español.
Para nosotros que por ser venezolanos no nos es fácil reconocer las cualidades del contrario, aceptamos el valor del caudillo realista y el carisma que tenía ante sus hombres.
Sobre la crueldad que muchas veces uso, se decía que era debida a la influencia de Pascual Enrile, aunque en la toma de Cartagena se mostró muy humano.
Había nacido Morillo en cuna humilde, en jurisdicción de la ciudad de Toro el 15 de Mayo de 1778. Huyó de su casa a la tierna edad de 13 años, sentando plaza como soldado en el Real Cuerpo de Marina.
A los quince años participa en el desembarco de la isla de San Pedro en Cerdeña y en la acción del sitio de Tolón, participando en siete combates en donde se destacó. Tuvo una importante participación en la resistencia contra los franceses en donde es ascendido de cabo a Brigadier.
El 3 de julio de 1813 es ascendido a Mariscal por recomendación del Duque de Wellington.
Morillo no fue un militar de escuela, su preparación militar la obtuvo en los campos de batalla. Para el años de 1815 condujo a nuestra Patria la expedición que salio de España que la componían 18 buques de guerra y 42 transporte en donde venían los Regimientos La Unión, Húsares de Fernando VII, León, Barbastro, Victoria, Castilla y Legión, caballería, ingenieros-zapadores artillería e infantería, contaban con 18 piezas de artillería y con un nutrido parque y junto al personal de Marina era 15.000 hombres.
Ahora el General lucia cansado, se veía que estaba durmiendo mal. Ese diablo del Bolívar los tenia cansado. A pesar de que el español comandaba tropas de veteranos de las guerras contra Napoleón, el alma indomable del caraqueño lo tenía en jaque.
- "Ese hombre le bastaba el triunfo más pequeño para adueñarse de quinientas leguas de territorio"....Proseguía el militar español, pareciendo más que expresaba en voz alta sus pensamientos, que dictaba una carta.
-"Bolívar es el jefe de más recursos....Mucha fuerza se necesita para vencer a estos rebeldes, que no desmayan con ninguna derrota y que están resueltos a morir antes que a someterse". Prosiguió.
De pronto el español se queda pensativo y recuerda cuando llegando a Venezuela y al ver a los soldados de Morales expresó con ironía: "Si así son los vencedores como serán los vencidos".
Al frente de 5000 hombres Morales esperaba las órdenes del General español, pero Morillo despreciaría a aquella caballería andrajosa, que a pesar de haber recuperado para el Rey la Provincia, los recién llegados los veían con desprecio.
¿En que podían ayudarlos a ellos militares veteranos de la guerra europeos, muy bien armados y uniformados, aquella hueste de desarrapados con un armamento diverso que pasaba de viejos mosquetones, cuchillos, machetes y lanzas, descalzos, vestidos de harapos.
Morillo intenta licenciarlos advirtiendo el riesgo que quizás se pasasen al enemigo. Ese desprecio nunca lo olvidaría Morales.
Eso haría que muchos se sumasen a las fuerzas de Bolívar.
Que lejos están esos tiempos y los rebeldes les harían cambiar de opinión con sus tácticas guerrilleras que un buen día le hizo exclamar:
"Catorce cargas consecutivas sobre mis cansados batallones me hicieron ver que aquellos hombres no eran una gavilla de cobardes poco numerosas, como me habían informado, sino tropas organizadas que podían competir con las mejores de S.M el Rey".
El triunfo de los hombres de Bolívar en la Nueva Granada el año anterior, sumado a la destrucción de la Tercera División en Boyacá le había hecho enviar al Coronel León Ortega, que era su ayudante, a España a solicitar envió de tropas para poder enfrentar la situación que se le avecinaba.
-"Con 8000 soldados más cambiaría la situación". Les decía a sus oficiales y de la misma forma lo dictó a su amanuense en una misiva al Ministro de Guerra.
-"Con ese número de hombres devolveríamos al Rey la Nueva Granada y hasta aquí llegaría el nombrado Libertador".
Le escribía al Rey que estaban sometidos a una naturaleza inclemente, teniendo que cruzar las llanuras y bosques sin medios, logrando esto mermar a sus tropas por enfermedades, por la necesidad y por los combates.
Aseguraba al Monarca Español que también les afectaba dinero y eso había hecho que tuviesen que realizar los empréstitos forzosos para poder cubrir los gastos de la tropa.
Sus pedimentos no habían obtenido respuesta.
En estos momentos también se sumergía en el más rotundo fracaso la marina española por no poder reconocer a los corsarios patriotas que actuaban contra el comercio realista.
No podían negar a pesar de todo los dotes militares del Mariscal Español.
Por fin sus petitorios fueron oídos en España, no tardarían de llegar noticias que se preparaba una Expedición a mediados de ese año en Cádiz e Isla de San Fernando con 20.200 hombres de infantería, 2.800 de caballería y 1.370 de artillería que contaban con 94 piezas de campaña.
Esta fuerza sería trasladada a América por seis fragatas, diez corbetas, bergantines, goletas y treinta cañoneras.
Con esta cantidad de fuerzas seguramente El Pacificador podría derrotar cualquier rebeldía. Con la llegada de estos hombres seguramente los días de Bolívar estarían contados.
Pero otro escenario se estaba planteando ya que el Conde de Abisbal, Enrique O'Donell, jefe de la Expedición estaba planeando una conspiración, que tenía la intención de establecer la Constitución Liberal de 1812.
Como nada está oculto entre cielo y tierra, al Rey le llegaron noticias de estas conjuras y separó al Conde de Abisbal del mando. Eso ocurrió en la noche del 8 al 9 de julio, acabando con el proyecto de sublevación al ser detenidos varios de los que estaban implicados.
Abisbal fue reemplazado por el General Callejo Conde para que comandara estas fuerzas que según el mismo Rey tenía oficiales algo "contaminados" de ideas de libertad.
El General Callejo, conocido como Conde de Calderón, tuvo suerte ya que una epidemia de fiebre amarilla suscitó que fuesen separados varios Regimientos cosa que hizo casi imposible el trabajo de los conspiradores.
Lo que no sospechaba el General Morillo era que esas tropas con que contaba no estaba dispuestas a dejar sus vida en estas tierras inhóspitas, habían llegado a España la manera de pelear de los insurrectos y con todo que los veteranos eran combatientes aguerridos, no querían morir en esos terrenos salvajes para defender a algo que detestaban que era el absolutismo del Rey.
Mientras Morillo dicta su carta existe entre sus hombres un sentimiento de hastío de continuar la guerra, los combates habían sido cruentos ninguno de los dos bandos ni pedían ni daban cuartel.
La crueldad de venezolanos y españoles competían en los campos de batalla y desde hacía tiempo se abogaba por tener un tratado de regularización de la guerra.
Al terminar de dictar la carta Morillo salió de la casa que lo albergaba y se dirigió a donde se encontraban sus tropas. Él siempre estaba en comunicación con sus tropas , pero como gran conocedor de los hombre que era sabía que sus soldados estaban al límite de sus fuerzas.
Su persona ya acusaba el hastió de pelear por una causa perdida a pesar de que sus tropas estaba situadas en Los Andes desde Mérida hasta Trujillo comandados por el General La Torre. la Quinta División en estrecho contacto en la zona alta estaba situada en Barinas; el segundo de Boves; Morales dirigiendo la División de Vanguardia estaba situado en Calabozo.
Morillo había situado el grueso de su Ejercito Expedicionario entre Valencia, El Pao y San Carlos. El Cuartel General de ese Ejército se encontraba en El Tocuyo.
Con sus conocimientos militares El Pacificador había protegido todo el litoral desde Guiria hasta Maracaibo. Todas esas tropas tenían un número de 14.000 combatientes.
Después de pasar revista a sus tropas, Morillo se tomó unas copas de vino con sus oficiales y como era típico en él habló de corridas de toros e hizo la delicia contándole a sus hombres de famosas corridas que había presenciado.
-Muchachos sé que en alumnos de los regimientos hay unos cuantos buenos toreros. Deberíamos organizar una buena corrida, eso nos uniría más con el pueblo.
¡Joder, no son españoles también!
Sus oficiales vieron con buenos ojos esta propuesta y varios se ofrecieron para colaborar.
Morillo era un hombre astuto, un zorro viejo, se mantenía en todos los frentes en una prudente actitud de observación, Quería ser cauto ya que Bolívar lo había sorprendido con la Campaña contra Nueva Granada y ahora estaba seguro que lo tratarían de sorprender con una nueva ofensiva.
Esperaba un ataque de los rebeldes por Casanare y San Camilo comandados por Bolívar con 1000 soldados, también los jefes patriotas Páez y Mariño con 1000 hombres más atacarían. Urdaneta, según Morillo atacaría a La Torre con 2.500 efectivos.
Los informes de inteligencia le anunciaban 1000 hombres en Margarita de nacionalidad inglesa ya que El Libertador quería soldados que pelearan culo con culo como llamaba a la formación de cuadro que había hecho famosa a la infantería española en el mundo.
- Contra estos planes no he podido sino hacer otra cosa que reconcentrar nuestras fuerzas y evitar una acción contra enemigos tan superiores, dando tiempo a la llegada de la expedición que espero sin tardanza. Anunció en reunión con sus oficiales.
Antes estos planes del español, surgía la genialidad de Simón Bolívar que despacha a Sucre desde San Juan de Payara para que vaya a comprar armas en las Antillas.
-Antonio José, te pido que vayas a buscar armas ya que nos hará falta, para la nueva ofensiva que tenemos que darle al enemigo. Confió en tí y no creo que exista alguien mejor que tú, para cumplir con esa misión.
- Muchachos tengo pensado traer 2.000 nuevos reclutas de Nueva Granada para que se unan al valiente ejército de Apure. Moveremos las fuerzas inglesas que estaban en Angosturas también hacia Apure. Prosigue el héroe caraqueño.
-Les informó que Bermúdez asumirá el mando de las Provincias de Cumaná, Barcelona y Llanos de Caracas. Montilla, mi amigo de la niñez, atacará con una preparada expedición a Santa Marta y Cartagena. Les señala Simón con mirada de águila, en donde posa sus ojos negros sobre sus oficiales.
- Anuncio que mañana marcho para Cúcuta a ponerme al frente del Ejercito del Norte, no tanto a activar las operaciones, como evitar un desastre y aumentaremos las tropas.
Al día siguiente El Libertador muy temprano al frente de las tropas parte en la nueva campaña. Simón acompañado de su fiel José Palacios y montado en su fiel caballo Palomo y seguido de sus dos mastines.
Antes de partir su paje le revisa la carga de sus dos pistolas y de su mosquete. Bolívar como buen espadachín sacude su sable y lo envaina con maestría.
Sus tropas armadas de forma heterogénea y pintoresca, formada por hombres de diferentes regiones de Venezuela, fieros combatientes por la libertad, montan en sus caballos preparándose a partir.
Unos prenden sus tabacos, otros arrancan con sus dientes el chimó y otros toman un trago para calentar sus temores que son normales en cualquier hombre de pelea, que sabe que negar el miedo es de imbéciles, pero el controlarlo es de hombres bragados.
Con un trote rápido en seis días están en San Cristóbal y ese mismo día se encuentra con Urdaneta que se acerca para combatir a La Torre pero este huye.
Un gran abrazo le da Bolívar a Urdaneta cuando lo ve.
-Amigo Rafael, si me alegra verte. Le dice.
Esa noche hay ternera y reunión de oficiales, pero la tropa aprovecha ese día para tomarse unos tragos.
Simón los trata con ese donde gente que siempre le fue característico. Los llamó por sus nombres de pila. Él los conocía, como ellos a él, los amaba como amaban a su Jefe Supremo.
La primera noche Bolívar bailo con varias damas que se encontraban con las tropas, con su mirada de águila El Libertador miraba a las féminas, consiguiendo alguna de su agrado.
Para Simón, el amor era parte de su vida, tener una mujer en sus brazos era para él tan importante como respirar y por eso en la danza comprendía que tanto agrado gozaba de su pareja. Poco a poco la iba acercando a su cuerpo para ver como reaccionaba la dama y así sabía si eran frenadas sus intenciones o la mujer le correspondía.
Había pasado corto tiempo cuando murió Josefina Machado, uno de los amores del genio de América, que duro por seis años, aunque fueron interrumpidamente. Se encuentran otra vez en el año de 1818.
Bolívar se llena de gloria en la Batalla de Boyacá y en el paso de Los Andes.
Josefina lo sigue y va tras él por los Llanos y muere en Achaguas, Bolívar la llora desconsoladamente pero pronto se recuperara buscando otro amor.
El caraqueño en ese tiempo estaba en su mejor momento, se había ganado el reconocimiento de sus hombres. Él nunca mando a un subalterno a realizar algo que no pudiese hacer. Las hazañas de sus combatientes las realizaba también, por eso aceptó el reto de Cnel. Martel de nadar con los brazos amarrados, de vaina no se ahogó.
Siempre recordaría el carajazo que se dio en las bolas cuando salto al lomo del caballo como veía que lo hacían los llaneros. Así era Bolívar, así era El Libertador.
A los pocos días se enteran que el General Sucre había regresado el 16 de abril con una carga de 4.000 fusiles, pólvora, plomo que había comprado en San Thomas.
El Jefe Supremo del Ejército Libertador siempre estuvo muy pendiente de armar a sus hombres, ya anteriormente había comisionado a Hamiltón y Alderson para que realizaran una compra de armas en Los Estados Unidos y San Thomas. El primero falló con el encargo y el segundo llegó con 800 fusiles y 30 quintales de pólvora.
En esa época el amigo de la infancia de El Libertador Montilla, compró 1.000 fusiles, se anunciaban remesas de armas de 10.000 fusiles para la próxima ofensiva que se avecinaba.
En ese tiempo en el campamento del General Páez, por órdenes de Bolívar había repartido los reclutas proporcionalmente.
-Negro del carajo, haz caso, obedece o te decapito. Amenazó al Negro Primero que siempre andaba de chanza.
-Claro Taita, te obedezco. Dijo medio en broma, medio en serio Camejo.
Para nadie era un secreto que Camejo era el único que se reía cuando el Taita Páez daba una orden, A pesar de que a Páez lo encojonaba la mamadera de gallo del llanero, sabía que así bromeaba con las ordenes era el primero en cumplirlas, por eso era conocido Pedro Camejo como el Primero.
Ya las fuerzas llaneras se preparaban para la nueva ofensiva, el General Bolívar ordenó que había que atacar con todo las fuerzas realistas en Caracas y por Trujillo y Mérida sorprenderlos por la espalda.
El líder llanero para que sus hombres no se aburrieran, cada vez que podía, hacia que se dieran tardes de toros coleados, ya que de esta manera mantenía a sus hombres en forma.
Aunque muchas veces habían peleas entre los participantes. Páez sabia que sus hombres no eran precisamente unas hermanitas de caridad.
Él los conocía, era tan salvaje o más que ellos. Varias veces tuvo que a la fuerza imponer su jefatura, nadie domaba un potro mejor que él, nadie manejaba una lanza con más pericia y nadie era tan temerario como José Antonio Páez.
Bolívar no se le quedaba atrás, cuando lo vio por primera vez, pensó que el caraqueño sería algo blando en comparación con sus lanceros, pero en días demostraría El Libertador que era tan bragado como el mejor de los combatientes llaneros.
Se sorprendió lo buen jinete que era Simón, sus hombres lo llamaban "Culo de Hierro", ya que pasaba muchas horas al lomo de un caballo y nunca se quejaba por lo largo de las cabalgatas.
Era tan duro como el mismo caudillo llanero, pero esos sí hablaba más bonito, cada vez que se dirigía a sus hombres los dejaba con la boca abierta escuchándolo con atención sin perder una palabra, incluyendo al Primero que siempre estaba bromeando.
Bolívar lea decía sobre la necesidad de unión de Venezuela y Nueva Granada para la formación de Colombia y para eso era necesario el esfuerzo de todos.
Muchos de sus hombres le contaban que cuando el caraqueño hablaba pareciese que se dirigiese a cada uno de ellos en especial. Páez era un hombre inteligente a pesar de no ser estudiado, conocía que Bolívar manejaba con perfección el arte de la oratoria.
CAPITULO DOS
El ejército llanero se encontraba en la línea del río Apure, el llanero tenía cuerpos de observación sobre el territorio enemigo. Estos hombres montaban los caballos más veloces y ligeros, ya que su misión no era pelear. Tenían órdenes de evitar los combates, hasta lo máximo posible.
En todo el territorio llanero los patriotas tenían tropas, la infantería estaba formada por la Legión Británica, subdividida en dos batallones y un escuadrón.
Los británicos se relacionaron bien con los llaneros, a pesar de que hubo algunos roces, ninguno fue de importancia.
Al principio los llaneros se burlaban de los ingleses por sus elegantes uniformes que los hacían sudar a mares asolados por el sol y el calor llanero.
- ¡Mira ahí viene las guacamayas! Les gritaban los llaneros cuando no vas divisaban a los extranjeros por lo colorido de sus uniformes.
Los uniformes no soportaron mucho las inclemencias ni del clima ni del terreno y al poco tiempo los británicos vestían harapos como los llaneros y se habían adaptado rápidamente al clima llanero, al fin y al cabo eran combatientes como los naturales.
A pesar de que ambiente natural es salvaje y los británico deben adaptarse a dormir en el piso, muchas veces a la intemperie. Se tienen que enfrentar a un paisaje en donde abundan los peligros como ríos crecidos u otras veces llenos de caimanes y caribes.
Las lluvias habían empezado en los llanos, ya las llanuras se estaban inundando. El Centauro llanero escribió al Ministro de Guerra para pedir todo tipo de pertrechos ya que las tropas sufrían muchas privaciones.
Páez exponía la privación en el vestuario de sus centauros y la escases de todo tipo que los aquejaba y otra carta con las mismas quejas envió el Coronel Blosset que era el encargado de la Legión Británica.
Esta protesta ya que sus hombres reciben carne sin sal, sin pan, ni ron, la mayoría de sus legionarios visten harapos y que no reciben sus pagas.
Bolívar le dirige una misiva a Páez comentándole la queja del jefe de los británicos y pidiéndole que ponga el más vivo interés para resolver esa problemática.
La Legión Británica queda organizada con John Blosset de Comandante en Jefe, Thomas Ferriar, Comandante de Artillería; John Deigton, Comandante de Caballería, William Davy como Comandante de Infantería; William Power, Comandante del escuadrón de Caballería Irlandesa; Broock Young, Comandante de la Infantería Ligera.
Estas tropas se ocupan del patrullaje de reconocimiento, reunir el ganado y entrenar a los nuevos reclutas. Los británicos sufren por lo inclemente del clima y por lo fuerte del sol que asola las llanuras enervando el carácter de Blosset.
De pronto se produce un motín en el cuartel de la Legión Británica que piden la destitución de Blosset, que ni corto ni perezoso trata de reducir a los amotinados, pero los alzados intentan agredirlo, logrando salvarse por poco el jefe británico.
En la reyerta muere un Teniente Young y es herido el Mayor Davy. Llega el jefe llanero con algunos de sus lanceros y con valentía, con su espada en la mano ataca a los revoltosos y los hace arrestar a pesar de que los venezolanos son solamente ochenta hombres y los ingleses pasaban de quinientos.
Los alzados trataban de asesinar a sus jefes criollos también y tomar embarcaciones para llegar al Orinoco. Páez coloca a los insurrectos en formación y ordena que los jefes de la rebelión den un paso al frente y son decapitados. Algunos tratan de defenderse pero son reducidos por el Centauro y sus hombres.
-¡Quien se muestre triste, será decapitado! Grita el cabecilla llanero.
¡Todos a los cuarteles!
Esa noche cuando en la casa de Páez celebran el cumpleaños de Bolívar, ocurre un hecho que retrata el carácter indómito de los británicos.
Blosset invita a un vaso de licor a Power y este se rehúsa, el jefe británico se siente ofendido y pide satisfacción, Páez tiene que intervenir para que las cosas no lleguen a mayores, ya que Blosset está muy borracho.
Al otro dia Blosset se presenta en casa de Power reclamando la satisfacción perdida, que aunque le parece absurdo batirse en duelo por tan poca cosa no le queda más remedio de enfrentarse en un duelo de pistola matando a Blosset.
Power es detenido junto a los testigos de Blosset y juzgados en Consejo de Guerra, pero son absueltos.
-Carajo esos ingleses si joden. No sé para que nos enviaron a esa pila de bestias. Como si a mi no me bastara con mis hombres. Comenta el Centauro, pero después cambiaría de opinión.
Grande sería el sacrificio la Legión Británica en la Batalla de Carabobo para que el caudillo llanero pudiera organizar el Batallón de Apure que había sido casi aniquilado por el fuego español.
Con el tiempo la Legión estaba compuesta por el escuadrón "Dragones de la Guardia de Bolívar"; comandada por el Coronel Rooke; de los regimientos Flanqueadores 1 y 2, dirigidos por Pigott y Mackintosh y la artillería por Ferriar.
En Achaguas se encontraban el batallón Bravos de Apure y en San Fernando los batallones Boyaca y Tiradores y al tiempo nuevos reclutas de los mercenarios británicos viene a unirse a los regimientos de infantería.
Páez había dividido a la caballería en ocho regimientos , cada uno integrado por dos escuadrones al mando de los valientes Muñoz, Rangel, Mujica, Elorza, Aramendi, Silva, Romero y Ortega que se encontraban desde el Bajo Apure hasta Nutrias, con 2000 jinetes.
A principios del mes de enero de ese año, José Antonio, se encontraba tendido en una hamaca descansando, meciéndose con el pie y tocando cuatro, cuando oye el galopar de un caballo.
-Pedro, anda y ve quien viene. Ojala y traigan buenas noticias. Le dice a Camejo.
-Espero que no haya pasado nada, le he dado la orden a las tropas que no realicen ninguna acción importante. Lo hago esperando órdenes del Jefe Supremo.
-¡Taita, Taita, llegó un mensajero de Aramendi que trae noticias! Entra gritando Pedro Camejo.
-¡Este negro del carajo, si es escandaloso! Comenta el caudillo llanero, con mucha curiosidad por las noticias que llegan.
Detrás de Camejo entra un moreno tostado, con el pantalón a la rodilla, descalzo, pero llevando en sus pies espuelas y armado de una gran lanza y un machete en la cintura que saluda con mucha seriedad .
- Taita, le traigo noticias de mi Coronel Aramendi. Hace dos días nos encontramos con españoles y los despojamos de 600 caballos. Dijo lacónico.
-A esos pendejos, los engañamos dándonos a la fuga desordenadamente y de pronto devolviéndonos. Los muy pendejos siempre se entierran solitos en nuestras lanzas. Siempre caen en la misma trampa.
Páez se acerca colocando sus brazos en los hombros del llanero diciéndole:
-Es que ellos o saben pelear como nosotros.
-Negro lleva al amigo para que coma y que descanse para que regrese junto a mi bravo Aramendi. Concluye.
Acontecimientos importantes se producirán en los meses siguientes. Para Morillo era imposible defender todos los territorios que tenía.
Él había decidido mantenerse a la defensiva, reunir fuerzas y al avanzar los rebeldes oponer una resistencia férrea.
Ya Morillo había escrito al Rey diciéndole que las tropas se había reducido por las enfermedades y los combates. Los realistas estaban condenados a la falta de dinero, sin recibir sueldos. Desde España no oían los clamores del General, no le envían los reemplazos, ni otros auxilios. Solamente lo que le enviaban desde La Habana.
Para poder armar a su gente Morillo había tenido que acudir a los empréstitos forzosos, ganándose el odio de la población.
El General era un hombre inteligente, muy astuto y sagaz, de grandes dotes militares y comprendía perfectamente los planes de Bolívar y debido a eso comunicándose con el Rey anunciando que El Libertador después de sus triunfos en La Nueva Granada, seguramente intentaría invadir Caracas.
Bolívar no era ningún tonto e imaginaba que el militar español estaba preparando una estrategia al enterarse de que en La Nueva Granada solamente había 1500 soldados que podían ser atacados desde Cartagena, Maracaibo y Venezuela. Los patriotas detuvieron un correo de los españoles, donde le informaba La Torre a un militar español de apellido Silva.
En reunión con sus jefes militares en Bogotá el caraqueño le aseguró:
- Nos pondremos en campaña sobre Venezuela, entre mayo y junio. Le escribí al General Lara para que atacase Calabozo.
-Muchachos espero en Mayo ser dueño de la Provincia de Mérida, pero debemos obrar con prudencia para no perder a La Nueva Granada, pero el hecho de ser prudentes no nos exime de ser presurosos para evitar que lleguen refuerzos desde España y se nos complique más la cosa teniendo que lidiar con más problemas que los que tenemos ahora.
Mientras hablaba Bolívar sus oficiales lo escuchaban atentamente ya que todos estaban conscientes de del gran momento que se avecinaba, después de tantos años de lucha.
Muchos de estos hombres habían salido a combatir en esta guerra apartándose de sus hogares, no volviendo a ver a sus familiares.
Venezuela en tantos años de guerra estaba destruida, los dos bandos se encontraban destrozados por tantos años de conflictos. Era necesario buscar a Morillo donde estuviese para destruirlo de una vez por todas y esos eran los planes del jefe rebelde.
La situación en Venezuela sigue siendo la misma. En el Oriente estaban las tropas españolas comandadas por Pereira en un grupo de 800 hombres recorriendo las Provincias de Barcelona y Caracas enfrentándose a las guerrillas de Monagas que las asolaban con ataques y retiradas que aunque no ocasionaban grandes pérdidas eran muy molestosos.
-Me joden a los españoles grandes carajos. Les ordenaba Páez a sus soldados que no cesaban de acometer a las tropas de Morales.
El llanero no dejaba de enfrentar a los españoles en Apure no dejando a Morales que se moviese de Calabozo.
Los patriotas temían que los españoles rompieran las líneas defensivas de San Cristóbal y Cúcuta ya que la pérdida de La Nueva Granada era segura.
La llegada de armamento para las tropas rebeldes en un número aproximado de 1750 fusiles que llevo el bizarro Teniente Coronel Gómez que serían distribuidas entre las tropas de Apure como de Cundinamarca.
Los nuevos reclutas eran entrenados en el manejo de fusiles por los veteranos. La llegada de ese armamento levantaba la moral de las tropas republicanas.
Los fusiles eran los rifles Baker, modelo 1802. Estas armas eran de uso oficial del ejercito británico, tenía una longitud del cañón de 30 pulgadas, longitud de la bayoneta 23,5 pulgadas, longitud del rifle 45,25 pulgadas, calibre 20 y pesaba 4 kilos.
Los llanero no eran muy expertos en el manejo de armas de fuego, lo de ellos era la lanza de fabricación rudimentaria de cuatro metros de longitud
Se preparaban para una posible embestidas de los realistas pero al tiempo se dan cuenta que el General Morillo había desistido en atacar a La Nueva Granada.
Eso hacía entender a El Libertador que Morillo no aceptaría una batalla seguramente porque no se sentía fuerte.
Bolívar no dejaba de prepararse junto a sus hombres. No tenía tarea que le hiciese que en las mañanas no participar en el entrenamiento de sus hombres, Muy de mañana se montaba en su caballo y practicaba con la lanza, luego practicaba una hora la esgrima, tampoco descuidaba la pelea a cuchillo siempre preparado por los mejores combatientes con el arma blanca.
Todo eso hacía que el respeto de sus oficiales y de la misma tropa con El Libertador ya que nunca les pedía hacer algo que él no estuviese presto a realizar primero.
Sus hombres habían visto a Bolívar combatiendo hombro a hombro con ellos y fueron testigos del valor del caraqueño.
Como se dijo en el capítulo anterior en el Ejército español que pensaban embarcar para América había un claro descontento a partir, el Comandante del Batallón Asturias, Rafael del Riego y Núñez , se subleva proclamando la Constitución de 1812. Ese ejemplo se riega como la pólvora en otros cuerpos militares españoles.
Había ingresado en el año de 1807 en los cuerpos de la Guardia de Corps y cuando Francia invadió España se unión a la lucha en contra de las fuerzas de Napoleón, derrochando gran valentía en los combates.
Estuvo prisionero en Francia al ser tomado prisionero en la batalla de Espinosa de los Monteros en 1808, al recobrar la libertad viaja por Alemania e Inglaterra y después vuelve a España a reincorporarse en el Ejército.
Lo ascienden a Teniente Coronel en el regimiento de Asturias, pero ve con desagrado la política del Rey quien con su absolutismo viola los derechos del pueblo.
El Coronel Antonio Quiroga, Jefe del Batallón España, en Alcala de los Gázules, se subleva también al ser liberado y es el segundo de importancia en la línea de mando de los rebeldes.
-Tenemos que tomar Cádiz. Les ordena Quiroga a sus hombres.
Los planes no salen como tenían planeado.
Pero los que son encargados de enfrentarlos también son contagiados de ese gen rebelde que hace que las tropas de Quiroga no sean atacados por las tropas y las milicias provinciales que habían llegado a combatirlos.
En la Coruña, Zaragoza, Barcelona y otros puntos también se propaga la rebelión siguiendo el grito alzado de Andalucía. De esta manera se desbaratan los refuerzos que llegarían de España para someter el alzamiento de las colonias españolas.
El pueblo apoya a sus soldados y gritan junto a ellos:
¡Constitución y Libertad!
Se continúa con el grito rebelde de Riego en la cabeza de San Juan:
¡Constitución y Libertad! Llegando a todos los rincones de España.
Pasaría dos meses cuando Fernando VII sobrecogido por la actitud del pueblo y los jefes militares junto a sus tropas, no les queda más remedio de dar un Decreto convocando a reunión a las Cortes y al día siguiente juran la Constitución de 1812.
Pasaron dos meses del alzamiento para que el monarca el 6 de marzo ceda. Esto hace que las tropas que son esperadas de auxilio desde España no vengan.
A finales de ese mes las noticias llegan a Venezuela. Morillo recibe la noticia de que no vendrían los refuerzos que se esperaban y que debía restablecer la paz en las colonias por medio de una "reconciliación fraternal".
-Haremos lo posible para llegar a un acuerdo con Bolívar y su gente. Les comentó a sus Generales.
Para el militar español la noticia le favorecía , ya que este estaba harto de la guerra, además que el lanzazo sufrido en la batalla de Semen le molestaba, además que tenía una poderosa razón, una hermosa mujer esperándolo en España.
Bolívar se entera de los acontecimientos debido a una comunicación interceptada por un Coronel Carmona en Chiriguaná el 19 de junio y militar astuto que era y político sagaz trata de sacarle el mayor partido posible. Se podía imaginar que los españoles pedirían una negociación.
El Libertador desde su Cuartel General en Cúcuta le escribiría a Santander:
-¡Albricias mi querido general! Ya Fernando VII ha reconocido las Cortes y la Constitución, forzado, como él dice, por la voluntad del pueblo...¿Quién sabe si ya en este momento tenemos en Angostura alguna idea de negociación? Y quien sabe, aseguro que ya está decretada en España. Apunte Ud. Este día y compare las fechas para que vea si soy buen profeta.
El 11 de marzo el jefe español recibe órdenes de negociar la paz con los independentistas, para el 6 de julio el Mariscal La Torre comunica a Bolívar sobre las ordenes llegadas de España y también se refiere a que tenía la autorización de Morillo para proponerles a los patriotas una suspensión de hostilidades.
Simón recibe la comunicación cuando acostado en una hamaca, conversa con sus edecanes. Esos eran los pocos momentos en que él descansaba, ya que en ese reposo se columpiaba con una pierna.
Lanzando una carcajada dice:
-Sabía que estos carajos nos pedirían un cese de la guerra. Eso de salir de su Patria para luchar en tierras lejanas no debe ser fácil para estos hombres.
Al instante se levanta de la hamaca y nerviosamente comienza a pasearse por el cuarto, uno de sus amanuenses toma papel y pluma.
-Toma nota. Ponle fecha de mañana para que parezca que no respondí esta carta sino mañana, no podemos demostrar nuestro interés. Ordena.
En la misiva esta la frase "con la mayor satisfacción", para que los españoles supiesen que estaba de acuerdo en lo que le proponían.
"...Siento que los señores comisionados del gobierno español se hayan dirigido por grandes rodeos en busca de mi cuartel general; pero V.S. podrá muy bien indicarles la ruta que deben seguir en el caso de venir a tratar con el gobierno de Colombia, de paz y amistad, reconociendo a esta República como un estado independiente, libre y soberano."
El Libertador comunicaría al Gral. Santander que parece que los españoles desean la paz más que los republicanos y que La Torre escribe con mucha delicadeza y él le ha regalado una mula mocha. También le explica que el jefe español está casado con una prima suya.
Bolívar agrega en su misiva a Santander la seguridad de llevar las negociaciones con los españoles a tener que ser reconocida la independencia de la Patria.
Lo que no sabía Morillo que cuando empezaran los convenios que ellos habían iniciado desengañaron a muchos venezolanos que comenzaron a pasarse a las filas republicanas, entre ellos un Comandante Silva que se encontraba en Barinas, el Comandante Torralva y el Capitán Ampudia.
El General Monagas había atraído a las filas patriotas al cura Arbelais Lenas, destacado defensor del Rey. El sacerdote atrajo a un Teniente Coronel Torralva con 300 hombres que mandaba.
Estos se unen a Monagas, igual que los pueblos de San Lorenzo, San Pablo, San Francisco, San Miguel, Clarines y Piritu que eran fanáticos de los realistas.
En Barcelona también se suscitaron deserciones por partes de los partidarios del Rey y rápidamente quedo libre toda la Provincia.
El General Morillo maldijo y amenazó cuando la guarnición de Carupano se alzó, tomando la fortaleza en donde se habían refugiado españoles para resistir el alzamiento.
¡Me cago en la puta madre! Gritaba Morillo cuando supo la noticia.
Pero su rabia aumentaría cuando supo que a Bermúdez se le pasaban tropas de desertores y su enojo llegaría al clímax cuando llegarían noticias de que Reyes Vargas el 20 de octubre se sometió a Bolívar, siendo una gran ayuda a las tropas republicanas ya que les entregó víveres, ganado y armamento.
Nadie podía imaginar que Reyes Vargas desertaría de las filas españolas ya que había sido un enemigo acérrimo de los patriotas.
Este fue condecorado con la Cruz de Carlos III por sus servicios a la Corona española. Cuando cambio de bando Reyes tenía la misión de cubrir la provincia de Coro y defender la mesa de Barquisimeto con 400 infantes y 35 jinetes, integrados por combatientes aguerridos, indios de Siquisique, que los seguían ciegamente.
Pero Reyes Vargas convencido de la ruina de su partido se une a los republicanos el 20 de octubre y fue admitido por el jefe caraqueño con el mismo grado.
CAPITULO TRES
Bolívar ordena enviar una misiva a Morillo en donde le propone abrir de nuevo negociaciones. Esta carta se la envía el español a la Junta de Pacificación sugiriendo como comisionados al Brigadier Correo, a Juan Rodríguez del Toro y a Francisco González de Lineros.
Los comisionados se aprestaron a montar las mejores bestias para poder llegar al Cuartel General de Simón Bolívar que creían que se encontraba en San Fernando, pero el héroe no había llegado ya que como Urdaneta se enfermó, tuvo que ponerse al mando de esas tropas.
Ya hacía cierto tiempo que la situación del Ejercito del Norte de los patriotas era muy arriesgada. El hecho de no haber concurrido la tropas de Paéz sobre Guanare y por estar en Maracaibo en manos españolas hacía que el avance a Trujillo era una acción descabellada.
El General Urdaneta les decía a sus lugartenientes:
- La vaina la echo Paéz y esa actitud hará más arriesgada la posición del Libertador. Por eso es que debemos aceptar ahora esa propuesta de los españoles para negociar un armisticio.
Bolívar estaba claro, si algo conocía El Libertador era de estrategia militar, si no se lograba la suspensión de las hostilidades, era necesario lograr una batalla teniendo todas las ventajas de ganar. El espionaje patriota informaba de lo decaída que se encontraba la moral de las tropas españolas.
Por el otro lado Morillo temía realizar cualquier operación con un ejército que contaba con una gran cantidad de elementos criollos que podrían pasarse al enemigo como ocurrió con el indio Reyes Vargas.
El Libertador hombre astuto en la negociación le propuso a Morillo que suspendieran las hostilidades, que tenía las bases siguientes:
-Un armisticio por cuatro o seis meses en toda Colombia.
- Este Ejército mantendrá las posiciones que tenga cuando comiencen las negociaciones.
-La división de la costa tomara posesión de las ciudades de Santa Marta, Maracaibo y Rio Hacha que se aprestan a atacar y estas deben rendirse.
-La división de Apure tendrá por línea divisoria todo el curso de la Portuguesa, desde donde le entra el río Biscocuy hasta el Apure, toda la Provincia de Barinas y el territorio de Guanare, que estaba abandonado por los realistas será ocupado por los patriotas.
-Las tropas de Oriente conservaran el territorio que ocupe al acto de la ratificación del tratado.
-La división de Cartagena conservará las posiciones que ocupe al acto de la ratificación del tratado.
-la división el sur conservara el territorio que dejo a sus espaldas en su recorrido a Quito y conservara sus posiciones.
El español con 2000 infantes y 200 jinetes se mueve desde Barquisimeto a Carache en donde estaban los puntos avanzados del ejército republicano. Lleva a la División de La Torre y los Húsares de Fernando VII.
Morillo escribe una carta al jefe patriota en donde le dice que él no está autorizado ni le conviene las proposiciones de Bolívar a la nación española, pero que sus comisionados discutirán con ellos y negociaran los acuerdos.
Alegó la buena fe y franqueza que trae para llegar a un acuerdo por el bien de la humanidad.
Los informes que le llegan a Morillo es que las tropas patriotas son pocos numerosas y de inferior calidad, logrando estas noticias que los españoles sigan avanzando.
Este avance del enemigo indigna a Bolívar y le escribe amenazándolo que si sigue avanzando no aceptara ninguna negociación y lo hace responsable de la continuación de esta sangrienta guerra.
Negar que Morillo era un gran estratega no estaba en los planes del Simón Bolívar y por eso no le sorprende cuando el jefe español le responde que desea ardientemente la paz y que sus marchas se deben a la intención de cubrir Maracaibo.
Los patriotas no se quedan quietos y el Cnel. Plaza prevenido por Briceño Méndez dirige las tropas que están en Santa Ana que marchen a Carache, con las órdenes de no dejarse derrotar ya que eso produciría una herida en la Patria a la cual tendría que responder con su honor.
Esta orden era emanada del mismísimo Bolívar y es presta a ser cumplida por los patriotas.
Estos estaban integrados por un pequeño destacamento comandados por los jefes llaneros Juan Gómez y Julián Mellado.
-Retírense muchachos. Les gritaba Mellado a sus hombres.
Con 30 hombres a la orilla del río Carache cubren la retirada de sus camaradas, peleando con gran valor.
El General Morillo avanzaba con dos divisiones comandadas por Tello y por Correa, tenían la intención de llegar a San Cristóbal para conferenciar con Bolívar que suponían que estaba en esa zona.
A los patriotas sus exploradores les anunciaron la cercanía del enemigo y protegiendo una emigración de familias patriotas que se dirigen a Mérida.
Los patriotas le causan bajas al enemigo y Morillo que manda un batallón es derrotado por las cargas republicanas, este se indigna cuando ve que son derrotados por pocos combatientes y toma la decisión de ordenar a los Húsares que los ataquen siendo rechazados por estos valerosos hombres de acción.
Esos combates se suscitan en las vegas de Carache en donde el valle es muy estrecho y cabía solamente un jinete de frente.
En este sitio se produce un combate insólito, por la bravura de los patriotas al enfrentarse a combatientes duros como los Húsares. Juan Gómez se enfrenta uno a uno a el cuerpo de elite de Morillo.
Gómez retrocede, pelea y derriba Húsares y Morillo contempla el combate.
De pronto el llanero es derribado el caballo y desde el suelo combate como un tigre con la pierna apresada por el cuerpo del caballo, poco a poco se le acercan los soldados de Morillo para acabar con el valiente.
De pronto se oye un rugido de Morillo:
-¡No lo maten!
-¡Ríndete valiente! Le grita con desesperación. La desesperación de un combatiente que respeta el valor de su rival.
-¡No lo maten! Ordena.
Se acerca un poco más al aguerrido llanero y le dice:
-¡Ríndete, no te vamos a matar!
Gómez se rinde, conservando su lanza y son curadas sus heridas y cuando se encuentra Morillo con Bolívar le entrega al Coronel Gómez diciéndole:
-¡Estoy sorprendido del valor de los hombres que luchan por la independencia!
Pero no nos adelantemos a los hechos...........
Bolívar le propuso a Morillo el armisticio en la plaza de San Fernando y cuando lo hizo el español se mostró de acuerdo, anunciando él envió de sus comisionados a esa zona, pero Bolívar no pudo separarse de su Ejército por una repentina enfermedad de Urdaneta se destinó la ciudad de Trujillo para las conversaciones.
Simón como gran estratega que era le propuso a los españoles un tratado de "regularización de la guerra". Le escribió a Morillo pidiéndole una negociación verdaderamente santa, monumento de civilización, de humanidad y de filantropía, que fuese destinado a suprimir de un todo la guerra a muerte.
Ordenó a Sucre y a Plaza a dirigirse a Humocaro Bajo en donde Morillo tenía sus cuarteles. Pasaron los días y los comisionados patriotas no entraron en negociación con sus homólogos realistas.
Ya el 13 de septiembre llega una misiva relevando a Morillo del mando del Ejército y nombrando a La Torre para el cargo.
-Ya seguir esta guerra es inútil. Pensaba.
-Cuando llegue pensaba que me enfrentaría a un pequeño grupo de alzados y resultaron estos rebeldes con una tropa disciplinada comandado por jefes con experiencia militar comprobada. Se decía.
-Ya estoy cansado de estos combates. Meditaba tratando de salvar la responsabilidad y con la firme intención de salvar su prestigio de guerrero.
El español trataba de que sus hombres no le viesen su desánimo y cuando le escribió a Morales oculto sus sentimientos diciendo:
"-El señor Don Simón, aún antes de haber llegado los comisionados empieza a variar de lenguaje y preveo que las hostilidades continuarán,"
Al final señala:
"-Los Comisionados para tratar el Armisticio, anoche se reunieron con Bolívar en Trujillo ; pero dudo mucho, o casi puedo asegurar, que será ineficaz su comisión, porque las pretensiones de aquél son inconstitucionales, orgullosos, descabelladas e incapaces de arreglo más que en el campo de batalla.
Los comisionados llegaron a Trujillo y se reunieron con Sucre, Briceño Méndez y Pérez. Los patriotas se encontraban en Sabana Larga a siete lenguas de Carache. Bolívar y Morillo suspendieron las hostilidades, aunque en otras partes se seguía combatiendo.
En conversaciones con sus oficiales Bolívar les ordenaba:
"- Avancen ocupando la mayor cantidad de territorio, debemos obtener ventajas tomando las costas del Lago Maracaibo, desde Moporo hasta Gibraltar. Debemos ocupar Maracaibo antes que se den estas negociaciones."
Con estas órdenes envío mensajeros para que sus tropas en las zonas cercanas atacaran rápidamente.
A pesar de las órdenes del jefe patriota a ambos bandos los llenaba un sentimiento de cordialidad y el deseo que las negociaciones fueran fructíferas. Pero no por eso Bolívar no estaba claro que la única meta debía ser la independencia de la Patria.
Llegaría El Libertador a proponer con mucho ahínco no solamente el cese de las hostilidades, sino un tratado de regularización de la guerra.
Obtiene una buena aceptación por parte del líder español y desde ese momento las misivas entre Morillo y él son muy frecuentes.
A pesar de que en las primeras comunicaciones Simón Bolívar se queja de que el enviado del español, el Coronel Pita le propuso que debía retirarse a sus posiciones de Cúcuta, evacuando el territorio libre de Venezuela.
Simón protesta en una carta enviada a Morillo el 20 de noviembre desde Trujillo diciéndole que estas pretensiones son ofensivas para Colombia. Le dice al jefe realista que debía regresar a España.
De la misma manera le dirige en otra misiva a su amigo Juan Rodríguez del Toro, comisionado español, donde le manifiesta la molestia que le causa la proposición de Pita.
Cuando el Libertador se reúne con los comisionados realistas les pide que le entreguen a Maracaibo y el resto de Barinas, les ofrece a los españoles el oriente de Caracas por indemnización.
-He perdido la esperanza de conseguir a mi amada Caracas, tengo información que Morillo dice que lo ahorcarán si cediese ese territorio. Les comenta a sus oficiales.
- Tenemos a Barinas, pero lamento que no se haya tomado Maracaibo. Como le escribí a Santander opino que tendremos una armisticio ya que Europa está en la mejor disposición, ya ese pueblo está muy descontento con sus gobernantes. Aduce el caraqueño.
Levantándose nerviosamente de su silla comenta con pasión:
-Morillo se encuentra en Carache junto a 2500 combatientes veteranos y La Torre cuenta con 2000 soldados en San Carlos y Guanare, por ahora prefiero la política a la guerra.
-Nuestros negociadores no son nada fáciles, los españoles han sido muy diplomáticos.
-Tenemos al General Sucre, que es un hombre muy capaz. Reconoció.
Escribiría después:
-Este tratado es digno del alma del General Sucre: la benignidad, la clemencia, el genio de la beneficencia lo dictaron. El será eterno como el más bello monumento de la piedad aplicada a la guerra.
En ese tiempo el cumanés contaba solamente con 25 años y ya se le veía la casta que con los años derrocharía en los campos de batalla y en la diplomacia en nuestra América.
Simón sufría la escases de recursos y espera que el Congreso provea. Ya estaba acostumbrado a estar sin muchos recursos y rendir los que contaba.
Sus tropas estaban a ración de carne y plátano y esperaban que esos recursos duraran.
Cuando se le acabo el recurso monetario le llegaron 32.000 pesos, distribuyendo a la tropa y a los oficiales cuatro pesos para lavar la ropa.
A los tres días El Libertador escribe a sus comisionados anunciándole que la noche anterior había recibido las notas de los dos gobiernos.
Bolívar aprueba la respuesta que la comisión patriota le da a los españoles, pero refiere que el armisticio no debe durar más de seis meses, los límites no deben ser otros que los de la provincia de Caracas.
Propone que todos los prisioneros sean canjeables, incluyendo los espías, añadiendo el derecho de las personas debe ser más estricto es en las guerras civiles.
Se enterrarían los muertos y se le daría buen trato a los civiles. El acuerdo haría la guerra menos bárbara.
En otra carta dirigida a sus comisionados expone su intención de finalizar esta guerra, sin importar los sacrificios que se tengan que realizar para lograr la paz. Les dice que están autorizados para finalizar el armisticio. Anuncia que ira a la ciudad de Trujillo y pronto espera conocer a Morillo en Santa Ana.
Ese mismo día los comisionados de ambos bandos concluyen dos tratados favorables para la paz. Se ajusta un armisticio por los siguientes seis meses, favoreciendo a los patriotas y el segundo que se llamó "Tratado de Regularización de la Guerra" que fue redactado por Bolívar y aceptado por el jefe español.
El 25 y 26 de noviembre se firmaron el armisticio y el tratado de regularización de la guerra.
Este tratado dice:
"Deseando los gobiernos de España y de Colombia manifestar al mundo el horror con que ven la guerra de exterminio que ha desbastado hasta ahora estos territorios, convirtiendolos en un teatro de sangre, y deseando aprovechar el primer momento de calma que se presenta para regularizar la guerra que existe entre ambos gobierno, conforme a las leyes de las naciones cultas y a los principios más liberales y filantrópicos, han convenido en nombrar comisionados que estipulen y fijen un tratado de regularización, de la guerra; y en efecto, han nombrado, el Excmo. Señor general en jefe del ejército expedicionario de Costa Firme, don Pablo Morillo, conde Cartagena, de parte del gobierno español, a los señores jefe superior político de Venezuela, el brigadier don Ramón Correa, alcalde primero constitucional de Caracas, don Juan Rodríguez Toro y don Francisco González Linares y el Excmo.
Señor Presidente de la República de Colombia Simón Bolívar, como jefe de la república , de parte de ella, al señor general de brigada Antonio José de Sucre, coronel Pedro Briceño Méndez y teniente coronel José Gabriel Pérez, los cuales, autorizados competentemente, han convenido y convienen en los siguientes artículos:
Art. 1°. La guerra entre España y Colombia se hará como la hacen los pueblos civilizados, siempre que no se opongan las prácticas de ellos a algunos de los artículos del presente tratado, que debe ser la primera y más inviolable regla de ambos gobiernos.
Art. 2°. Todo militar o dependiente de un ejército tomado en el campo de batalla aun antes de decidirse ésta, se conservará y guardará como prisionero de guerra, y será tratado y respetado conforme a su grado hasta lograr su canje.
Art. 3°. Serán igualmente prisioneros de guerra y tratados de la misma manera que estos, los que se tomen en marchas, destacamentos, partidas, plazas, guarniciones o puestos fortificados, aunque éstos sean tomados al asalto, y en la marina los que sean aun al abordaje.
Art. 4°. Los militares o dependientes de un ejército que se aprehendan heridos o enfermos en los hospitales, o fuera de ellos, no serán prisioneros de guerra, y tendrán libertad para restituirse a las banderas a que pertenezcan, luego que se hayan restablecido.
Interesándose tan vivamente la humanidad en favor de estos desgraciados, que se han sacrificado a su patria y a su gobierno, deberán ser tratados con doble consideración y respeto que los prisioneros de guerra, y se les prestará por lo menos la misma asistencia, cuidado y alivio que los heridos y enfermos del ejército que los tenga en su poder.
Art. 5°. Los prisioneros de guerra se canjearán clase por clase y grado por grado, o dando por superiores el número de subalterno que es de costumbre en las naciones cultas.
Art. 6°. Se comprenderán también en el canje y serán tratados como prisioneros de guerra, aquellos militares o paisanos que individualmente o en partidas hagan el servicio de reconocer u observar, o tomar noticias de un ejército para darlas al jefe de otro.
Art. 7°. Originándose esta guerra de la diferencia de opiniones; hallándose ligados y en relaciones muy estrechas los individuos que han combatido encarnizadamente por las dos causas: y deseando economizar la sangre cuanto sea posible se establece que los militares o empleados que habiendo antes servido a cualquiera de los gobiernos hayan desertado de sus bandera y se aprehendan bajo las de otro, no puedan ser castigados con pena capital. Lo mismo se entenderá con respecto a los conspiradores y desafectos de una y otra parte.
Art. 8°. El canje de prisioneros será obligatorio y se hará a la más posible brevedad. Deberán, pues, conservarse siempre los prisioneros dentro del territorio de Colombia, cualquiera que sea su grado y dignidad; y por ningún motivo ni pretexto se alejará del país llevándose a sufrir males mayores que la misma muerte.
Art. 9°. Los jefes de los ejércitos exigirán que los prisioneros sean asistidos conforme quiera el gobierno a quien estos correspondan, haciéndose abonar mutuamente los costos que causaren. Los mismo jefes tendrán derecho de nombrar comisarios, que trasladados a los depósitos de los prisioneros respectivos, examinen su situación, procuren mejorarla y hacer menos penosa su existencia.
Art. 10°. Los prisioneros existentes actualmente gozarán de los beneficios de este tratado.
Art. 11°. Los habitantes de los pueblos que alternativamente, se ocuparen por las armas de ambos gobiernos, serán altamente respetados y gozarán de una absoluta libertad y seguridad, sean cuales fueren o hayan sido sus opiniones, destinos, servicios y conducta con respecto a las partes beligerantes.
Art.12°. Los cadáveres de los que gloriosamente terminen su carrera en los campos de batalla, o en cualquier combate, choque o encuentro entre las armas de los dos gobiernos, recibirán los últimos honores de la sepultura, o se quemarán cuando por su número o por la premura del tiempo, no pueda hacerse lo primero. El ejército o cuerpo vencedor, será el obligado a cumplir con este sagrado deber, del cual sólo por una circunstancia muy grave y singular podrá descararse, avisándolo inmediatamente a las autoridades del territorio en que se halle, para que lo hagan. Los cadáveres quede una y otra se reclamen por el gobierno o por los particulares no podrán negarse, y se concederá la comunicación necesaria para transportarlos.
Art. 13°. Los generales de los ejércitos, los jefes de las divisiones y todas las autoridades estarán obligados a guardar fiel y estrictamente este tratado y sujetos a las más severas penas por su infracción, constituyéndose ambos gobiernos responsables a su exacto y religioso cumplimiento, bajo la garantía de la buena fe y del honor nacional.
Art. 14°. El presente tratado será ratificado y canjeado dentro de sesenta oras y empezará a cumplirse desde el momento de ratificación y canje; y en fe de que así lo convenimos y acordamos nosotros los comisionados de España y de Colombia, firmamos dos de un tenor, en la ciudad de Trujillo a las diez de la noche del 26 de noviembre de 1820.- Ramón Correa. -Antonio José de Sucre. -Juan Rodríguez Toro. - Pedro Briceño Méndez. -Francisco González de Linares.- José Gabriel Pérez.
En este tratado el General Morillo reconoce a la República de Colombia y al Libertador como su presidente.
CAPITULO CUATRO.
-Me gustaría conocer al General Bolívar. Le dijo a sus comisionados Morillo para que llevaran esa petición a sus homólogos colombianos.
Cuando los patriotas recibieron esa petición y se la comunicaron al héroe caraqueño, este estuvo de acuerdo.
Se escogió la aldea de Santa Ana para el encuentro.
-La verdad que no sería mala idea conocer a Morillo. Comentó el General Bolívar.
-Quiero tener de frente al hombre que tanta guerra nos ha dado. Le comentó a Sucre.
Ya Bolívar y Morillo estaban relajados, ya se había dado la negociación y habían sido días de mucha tensión. Ambos habían estado preparados para el fracaso de las negociaciones del armisticio.
Los dos hombres realizaron grandes esfuerzos para evitar que las negociaciones fracasasen.
Esa mañana del 27 de noviembre fue el encuentro entre los dos grandes hombres. Ambos estaban emocionados, conocerían a su rival.
Esa noche a los dos jefes les costó dormir, a cada uno les inquietaba la necesidad de impresionar al otro.
Simón que le gustaba el lujo, a pesar de las calamidades de la guerra y las ceremonias pomposas, pero pensó que la mejor forma de impresionar a su rival no era precisamente usando esa forma.
Después de mucho pensar decidió impresionar con la sencillez y decidió presentarse con una levita azul, montado en su mula habitual.
Esa mañana se presentó Morillo al lugar que habían acordado, elegantemente vestido, con su uniforme de gala y todas sus medallas y acompañado por un vistoso Escuadrón de Húsares y cincuenta oficiales de alto rango, entre ellos estaba, como era de imaginar, el General La Torre.
Al legionario O'Leary le tocó anunciar que el jefe de los Ejércitos Patriotas pronto se acercaría.
Morillo le pregunta al escoces de cuantos hombres contaría la escolta del jefe contrario.
Este le contestó:
-Solo vendrán diez o doce oficiales con el Gral. Bolívar.
-Muy pequeña creía yo mi guardia para aventurarse hasta aquí; pero mi antiguo enemigo me a vencido en generosidad; voy a dar órdenes a los Húsares para que se retiren" Respondió Morillo a la respuesta dada por O'Leary.
Llega Bolívar y desde la colina es divisado por la fuerza española.
El caudillo realista quiso saber cuál era Bolívar.
El legionario se lo señala y Morillo exclamó:
-Como, aquel hombre pequeño de levita azul. Con gorra de campaña y montado en una mula.
No había terminado de hablar cuando llego la comitiva patriota y Simón se desmonta, acercándose y Morillo también se desmonta y los dos hombres se dieron un gran abrazo.
El Libertador le dice:
-General el cielo es testigo de la sinceridad con que os abrazo por lo mismo que hemos combatido tanto.
Respondiéndole Morillo con gran efusividad:
-Sed bienvenido a mi corazón, porque a pesar de ser vuestro adversario, os he admirado como valeroso y constante.
Después del encuentro inicial, se dirigieron a la casa mejor que había en el pueblo donde el jefe español había ordenado preparar un sencillo banquete en honor al Libertador y sus oficiales.
En lo mejor de las relaciones Morillo pregunta al caraqueño en donde se encontraba su escolta y este diplomático como era, le respondió:
-Yo confió plenamente en la hidalguía española y me acompañan mis ayudantes de campo y algunos de mis oficiales que querían conocer al gran General Morillo.
El español conmovido con la respuesta exclamo:
-¡General, me ha confundido usted! Tiene usted razón, un caballero español no falta a su palabra y el modo como usted se ha conducido usted prueba bien que corre en sus venas sangre castellana. ¡Gracias General!
En esta entrevista reinó la más grande armonía, cordialidad y franqueza. No parecía una reunión entre integrantes de ejércitos rivales, se trataban no como enemigos sino como camaradas.
Al sentarse en la mesa, ambos bandos rivalizaban los dos grupos en alegría y generosidad.
El Libertador con su don de gente y simpatía tenía impresionado al jefe español y a sus oficiales quienes con grandes muestras de cordialidad les retribuían su amabilidad.
Bolívar dirigió el brindis diciendo:
-A la heroica firmeza de los combatientes de uno y otro Ejército; a la constancia, sufrimiento y valor sin ejemplo; a los hombres dignos, que al través de males horrorosos, sostienen y defienden
la libertad; a los que han muerto gloriosamente en defensa de su patria o de su gobierno; a los heridos de ambos Ejércitos, que han mostrado su intrepidez, su dignidad y su carácter.
Atronaron los aplausos de los presentes, quienes habían sido motivados por esas palabras en donde se destacaban a los bravos guerreros de ambas banderas.
-Odio eterno a los que deseen sangre y la derramen injustamente. Terminó el jefe patriota.
-Por los colombianos y españoles. Señaló La Torre, levantando la copa.
Continuando con la frase:
-...que si es necesario marchen unidos hasta el infierno contra los déspotas y los tiranos...
El español Morillo no podía quedarse atrás:
-Castigue al cielo a los que no estén animados de los mismos sentimientos de paz y amistad que nosotros.
Juan Rodríguez Toro señala:
-La muerte me es indiferente, después de un día tan glorioso.
Briceño Méndez no se quedó atrás diciendo:
-Que la última página de la historia militar de Colombia, termine el 27 de noviembre.
El Brigadier Correa contestó a estas alabanzas:
-Prefiero este día a todas las victorias de la tierra.
Sucre con su don de ente intervino:
-Boyacá produjo una reacción en la opinión de los españoles de allende los mares. Riego y Quiroga invocan la libertad y de allí nace un armisticio; que nos tratemos como hombres y fijemos la base de una amistad sincera. La firma que he puesto como comisionado de Colombia en los convenio me llena de honra y placer.
-El General La Torre finalizaría los brindis diciendo:
-Brindo por la prosperidad de todos los militares de ambos ejércitos. Si la mala suerte nos llevara otra vez al combate, será solamente cumpliendo cada cual su deber, sin pasiones ni venganzas. Yo espero que siendo todos amigos de la libertad no habrá más contienda.
Al terminar el almuerzo el General Morillo propuso que se levantase una columna en el sitio en que se abrazaron los dos jefes, para conmemorar los convenios celebrados, por los ingenieros de ambos bandos.
Los dos hombres llevan al sitio la primera piedra para colocarlo en el sitio mencionado y de nuevo se abrazaron los caudillos guerreros y sus oficiales.
La noche sorprendería a la celebración y Bolívar y Morillo hablarían muy sinceramente sobre sus operaciones militares en que se dieron cuenta de los motivos y principios que los ordenaron para seguir ciertas operaciones.
Morillo encontrándose a sus anchas y ya con la sinceridad que regía el dialogo entre los ahora nuevos amigos le pregunto a El Libertador.
-¿Qué motivo tuvo usted para mandar a fusilar a Barreiro y 37 oficiales españoles, después de que fueron conservados como prisioneros de guerra? Yo lo he considerado como un acto cruel.
Bolívar visiblemente apenado le contestó:
-No solamente no lo he ordenad, sino que improbé la conducta de Santander y le he obligado a que dé un manifiesto que explique su conducta. Quise situarlo en Sogamoso; pero Santander me ofreció conservarlos. He explicado a usted lo que desea saber, y a mi vez diré a usted que las ejecuciones que se han hecho últimamente en Portobelo daban derecho a retaliación. Por fortuna hemos puesto ya punto a esa guerra cruel que hemos hecho con mengua del crédito nacional de los dos pueblos que adoptan tales medidas. En Trujillo hemos borrado en 1820, a los siete años, esa ley de retaliaciones. General, las generaciones que vengan nos harán justicia.
Recordemos que antes de partir a Angosturas Santander le pregunta a Bolívar que haría con el General Barreiro, ya otros realistas fueron tratados con decoro. El caraqueño le responde que obre según su conciencia.
Lo mejor que se le puede ocurrir a Santander es fusilar al General español y a treinta y ocho oficiales que estaban prisioneros.
A Santander se le ocurre hacer una ejecución muy notable, en donde hace salir a los prisioneros en grupos de cinco con grillos en los tobillos, llevándolos a la Plaza Mayor , procedidos por el ruido de tambores, acompañados por frailes que rezaban en voz alta oraciones para moribundos.
El jefe español antes de ser fusilado pide hablar con Santander, negándose este. El español le envía sus insignias de masón ya que Santander también lo era y este le responde que antes de ser masón era patriota.
Los fusila arrodillados y de espalda. Santander después dirige unas palabras impropias a las personas que contemplan la ejecución y luego acompañado por unos músicos recorrió las calles de la capital, cantando canciones sobre el fusilamiento de los españoles.
No tardaría el patriota para justificar su conducta impropia acusar a los prisioneros de "difundir especies subversivas con que no solo desalentaban el ánimo de los patriotas, sino que fijaban la opinión en favor del partido del rey. Se dedicaron a ofrecer protección a los mismos oficiales de la República que les hacían la guardia."
Estas acusaciones son absurdas ya que era imposible que prisioneros que se encontraba con grilletes y rodeados por la más férrea vigilancia.
Esto solamente describiría las ansias vengativas del granadino que lograrían estos tratados amainar en esta guerra fratricida.
Reconoció el caraqueño que la guerra se había encarnizado por estos asesinatos. De ambos bandos se habían cometido abusos, no solamente los hechos de Cartagena y Bogóta por parte de los republicanos ya que las ejecuciones de Camilo Torres, Caldas, Gutierrez, Pombo entre otros que fueron realizados por los españoles.
El español justificó el asesinato de los sabios Caldas y Torres diciéndole al caraqueño que eran unos demagogos de la escuela francesa, pero El Libertador le contesto hablando de las cualidades de los dos sabios granadinos.
Morillo para cambiar el tema, quizás para que la discusión pudiese romper los cordial de las relaciones que ese día se tejían en los dos bandos, le dijo:
-Tengo un retrato suyo. Mostrando una miniatura que tenía de una retrato de Bolívar.
Bolívar riendo le respondió con una pregunta:
¿Por fin conocería usted la identidad de la persona?
El caraqueño inmortal siguió con las preguntas:
¿Por qué no le habían dado a usted, el titulo de Conde Cartagena hasta hace dos años?
-Tengo un enemigo en la Corte llamado Mosquera que no me perdona el fusilamiento de su cuñado; García Toledo. Respondió el Conde de Cartagena.
En ese encuentro paso un hecho cómico que describe la entereza de la lucha por la libertad que tenían los patriotas.
Un joven militar venezolano le daba la espalda al caudillo español, quizás sin guardar las normas de cortesía que se imponen en el trato social.
Morillo al notar dice burlón:
-Que esplendida espalda tiene este mozo.
-Usted General Morillo es el único español que me la ha visto. Contesta el joven militar.
Los dos jefes que por tanto tiempo se habían combatido como enemigos por tantos años durmieron bajo el mismo techo. Por fin pudieron dormir después de que ambos muchas noches de sueño se quitaron.
Simón con su simpatía que desbordó en la entrevista comenta:
-Tantas veces que nos hemos quitado el sueño recíprocamente y hoy venimos a compartirlo.
Al amanecer se despertaron los dos hombres y sus oficiales con la resaca producida por los brindis, pero con la enorme satisfacción que sentían pudo borrar cualquier molestia que pudieran sentir.
Morillo junto a Bolívar se acercaron al sitio donde se habían visto por primera vez. Allí se separaron, despidiéndose para siempre.
Pero desde el día en que Morillo conoció a Bolívar borró la inquina que como enemigo podía tener contra el caraqueño, nunca perdió ocasión de hablar con simpatía y con grandes elogios del Libertador.
Siempre lo considero un amigo y lo ponderó por sus grandes hazañas y proezas.
Poco tiempo después de esta entrevista Morillo entrega el mando de los Ejércitos españoles al General Miguel de la Torre el 3 de diciembre y nombra a Morales segundo jefe del Ejército el 17 se embarca a España en la corbeta Descubierta.
Antes da una proclama de despedida al Ejército y otra a los venezolanos que decía:
- "Yo parte de vuestro suelo, venezolanos. Llevando en mi corazón a mí amada Venezuela. Mis venezolanos y mi Ejército de Costa Firme estarán siempre en mi memoria como los objetos de mi delicia. Ello me acompañarán a todas horas y en todas partes. ¡Nada podrá separármelos...!"
Las autoridades españoles le pidieron al caudillo español que no marchase, que se quedase para hacer frente a los patriotas cuando comenzasen las hostilidades nuevamente. Este no quiso aceptar la proposición y la víspera de embarcarse recibió el jefe realista una comunicación de Morales en donde le manifestaba su molestia por no haber sido elegido para sucederle en el mando, renunciaba al mando, pero Morillo utilizando su diplomacia lo lisonjeo y le prometió ayuda en la corte española para mejorarle su posición.
Definitivamente este tratado de regularización de la guerra hizo desaparecer el sanguinario carácter de la guerra, creando un reglamento más suave, estableciendo lo que establecen las naciones civilizadas para hacer la guerra.
El héroe caraqueño envió al Capitán Ibañez junto a un oficial español, al oriente del país a comunicar el armisticio los dos ejércitos.
Este acuerdo dio tiempo a los republicanos para completar el armamento de sus tropas. Morillo quedo completamente convencido por la personalidad de Bolívar.
Al tiempo le escribiría al Libertador como un buen amigo, reconociendo que la sinceridad del republicano le había afectado profundamente.
Bolívar también se referiría con simpatía del General La Torre, con quien se enfrentaría en Carabobo. Manifestó en una carta que le envío a Santander con fecha del 29 de noviembre de 1820 se refirió con grandes elogios sobre el español, además participa que no a visto a un solo oficial que dese continuar la guerra.
Para el 30 de ese mes, el Libertador le escribe a Morillo en contestación de una carta que le había llegado por parte de un Teniente Arjona.
Describió el caraqueño la necesidad de que el monumento que se elevaba en el sitio de encuentro entre los dos hombres merecía ser tallado en diamantes y esmaltado de jacintos y rubíes, pero está construido en sus corazones.
Le recuerda Bolívar a Morillo su apreció y su más alta consideración.
La negociación del Armisticio fue acogida por algunos jefes patriotas con desagrado, pensaban que deberían oponerse a cualquier negociación con los españoles. Páez le presentó a Bolívar un plan escrito donde manifestaba que mientras se prolongase el cese de las hostilidades, tendrían tiempo para disciplinar mejor a las tropas republicanas y recibir armamentos.
El Libertador el 24 de enero le escribiría a Fernando VII asegurándole la necesidad de la existencia de Colombia y de esta forma asegurar a los españoles una segunda patria, finalizando pidiéndole que se digne acoger con indulgencia los clamores de los enviados por parte de Colombia.
Al día siguiente Simón Bolívar escribiría al General Miguel de La Torre en donde le manifiesta que se alegra de que sea el jefe de sus enemigos ya que ninguno es más capaz que él de hacer menos mal y mayor bien, ya que el militar español es el que debe estancar las heridas de su nueva patria.
Comparte su preocupación de que desde Inglaterra y Gibraltar le escribe diciéndole que el gobierno español no piensa más que en ganar tiempo para continuar la guerra con la llegada de 10.000 hombres.
Le pregunta Bolívar a La Torre ¿Qué ventajas sacaran los patriotas del armisticio?
Finaliza pidiendo un nuevo armisticio, pero señala que el Congreso no está muy inclinado al armisticio ya que las noticias de España dicen sobre la continuación de la guerra.
El 26 de enero el jefe patriota le vuelve a a escribir a Morillo pidiéndole protección y ayuda para sus comisionados José Rafael Revenga; Ministro de Relaciones Exteriores y José Tiburcio Echeverría, Gobernador de Bogotá que salieron para España a negociar definitivamente el reconocimiento de la nueva República.
Los comisionados llevaban instrucciones de que no aceptaran de ninguna manera la propuesta de que algún príncipe de la Casa de Borbón o de cualquier casa reinante de Europa para soberano de Colombia.
Le anuncia a su nuevo amigo Morillo la carta que a enviado al Rey Fernando VII en donde le habla de los clamores de Colombia por su existencia política.
Pero no pasaría mucho tiempo en que fuera suspendido el Armisticio , la ciudad de Maracaibo, que era parte del área que le correspondía a los españoles se levantó en contra en contra de ellos el 28 de enero de 1821 llamando en su auxilio a un cuerpo militar republicano que se encontrara cerca.
El Comandante Heras, jefe de esa fuerza patriótica, sin consultar al gobierno ocupó la ciudad y los realistas consideraron que este hecho era una violación del armisticio.
Los primeros momentos el Libertador pareció tener la idea de juzgar a Heras por excederse a sus facultades y pidió una comisión presidida por el General Correa para que actuara como arbitro e invito al General La Torre a una entrevista ya que le preocupaba que los españoles en venganza destaran otra guerra a muerte.
El Genio de América manifestó:
- "El acto de gobernador, guarnición, cabildo y pueblo de Maracaibo para sustraerse de la dominación española, ha suscitado entre nuestros respectivos gobiernos una cuestión al parecer difícil y peligrosa; pero que no traerá ningún reato si la deciden el derecho y la justicia. Empezaré por declarar francamente que he desaprobado la marcha del Comandante Heras a aquella ciudad, y que será juzgado porque ha excedido sus facultades, no aguardando la resolución de su jefe para acoger bajo la protección de las armas de la República a un territorio que pertenecía a la España al suspender las hostilidades...."
.- "... El armisticio de Trujillo no incluye ninguna cláusula que nos prive de amparar a aquel o aquellos que se acojan al Gobierno de Colombia. Por el contrario mis negociadores sostuvieron contra los del gobierno español, que nos reservemos la facultad de amparar y proteger a cuantos abrazasen nuestra causa....."
Preguntó El Libertador si no devolverían a Maracaibo había un rompimiento de la tregua.
Pero Bolívar no podía abandonar Maracaibo y Urdaneta desde el mismo momento en que se firmó el tratado comenzó a influir en los notables maracaiberos para que se pasaran al bando patriota.
La autoridad militar estaba a cargo del Teniente Coronel Francisco Delgado que estaba resentido contra los que servía.
Urdaneta había enviado al Comandante Heras de jefe del Batallón Tiradores a situarse en las cercanías del Lago de Maracaibo, preparada la insurrección el día 28 de enero se reunieron autoridades civiles , militares y notables de Maracaibo y el día siguiente llegó Heras con sus tropas.
Maracaibo era para los patriotas de gran importancia militar por ser la mejor base de operaciones, los españoles tuvieron que conformarse con Cumaná, Coro y Caracas.
La Torre protestó pero el héroe marabino Urdaneta mantuvo que era legal admitir un desertor y la ciudad lo era en mayor grado y por ende tenía todo el derecho de ser protegida.
La Torre notificó que respetaría el armisticio y que daría un aviso de cuarenta días para volver a las hostilidades y contestó que el 28 de abril cesaría el armisticio ya que ni él ni los comisionados españoles estaban autorizados a reconocer la independencia.
El Coronel Plaza; por órdenes de Bolívar; prepara los cuarteles de Barinas para el cuerpo de su mando, La Torre se quejó.
El caraqueño desde Barinas espero el término de la tregua y antes de emprender las operaciones militares se dirigió a sus hombres diciéndoles:
- "Soldados. Las hostilidades van a abrirse dentro de tres días; porque no puedo ver con indiferencia vuestras dolorosas privaciones."
-. "... El gobierno de Colombia no ha infringido el armisticio, sino tan solo en haber tomado cuarteles nuestra tropa dentro de esta ciudad, cuando no podía alojarlas sino en sus cercanías. De resto, en nada hemos quebrantado los artículos de aquel tratado, en tanto que por muchas partes se nos ha hostilizado, sin reparación de agravio."
El armisticio no había sido violado ya que permitía la construcción de cuarteles en las inmediaciones de sus suburbios.
Continuó Simón:
- "...Españoles. A pesar de todos los grandes dolores que nos causa vuestro gobierno, seremos los más observantes del tratado de regularización de la guerra. Pena capital se aplicará al que lo infrinja, y vosotros seréis respetados aun en el exceso de furor de vuestra sangre."
El 28 de abril atacó la caballería venezolana las tropas realistas en Boconó y le tomó prisionero que como dijo Bolívar fueron respetadas sus vidas como lo decía el tratado de la Regularización de la Guerra.
Las tropas del Coronel Plaza a las órdenes de Bolívar atacó las posiciones realistas y de esta manera comenzaron las hostilidades en la Campaña de 1821 que culminaría con el triunfo patriota el 24 de junio de ese mismo año.
FIN
BIBLIOGRAFIA
La Campaña de Carabobo Coronel. Arturo Santana.
Bolívar Alfonso Rumazo González
Memorias del General Daniel Florencio O' Leary Tomo Segundo.
Simón Vida de Bolívar José Ignacio García Hamilton.
La Legión Británica en la Emancipación de Venezuela y Colombia Carlos García Arriechi.
Un Sueño con Bolívar José Rosario Araujo
Memorias sobre la Vida del General Simón Bolívar General Tomás Cipriano de Mosquera.
Autobiografía de José Antonio Páez. Tomo I.
Campaña de Carabobo 1821 Héctor Bencomo Barrios.
Simón Bolívar Obras Completas Volumen II.
El Libertador Augusto Mijares.
Bolívar Conductor de Tropas Eleazar López Contreras.
Crónicas Razonadas de las Guerras de Bolívar. Vicente Lecuna.
Las Batallas de Bolívar José Rosario Araujo.