Año 2020: ¿El peor de la historia republicana de Venezuela?

Domingo, 03/01/2021 10:11 AM

Luego de lo vivido en el 2020 en el mundo y en Venezuela, con la pandemia por COVID-19 como protagonista, pareciera a primera vista que en el caso del país suramericano, se trató del peor año de su historia, al menos del periodo republicano. Y ciertamente fue así en buena medida, considerando algunas cifras macroeconómicas muy negativas y la terrible realidad que padecen millones de venezolanos día tras día, cuyas vidas oscilan entre la miseria, el hambre y la desesperanza. Claro está que no podía ser para menos si tenemos en cuenta algunos factores externos e internos que se han conjugado para que la realidad actual de Venezuela sea desastrosa: los bloqueos y las sanciones internacionales, el robo de activos importantes por parte de algunas potencias y en algunos casos su venta a precio de gallina flaca, el enorme endeudamiento externo, la megadependencia, las alianzas desventajosas con transnacionales, la baja productividad agropecuaria e industrial, la quiebra del aparato productivo estatal, el abrupto descenso de los ingresos derivados de la industria petrolera, la persistente corrupción, la ineficiencia y por supuesto la emergencia sanitaria por el coronavirus y sus nefastas consecuencias económicas para el planeta, en especial para las naciones con economías más vulnerables en los últimos años.

Lo peor es que Venezuela aún no parece haber tocado fondo, y se avecina sin duda alguna una etapa más oscura todavía, comparable tan sólo con lo que vivieron los desposeídos durante el periodo colonial (indígenas, esclavos y algunos “blancos” de orilla) y en el marco de las sangrientas guerras del siglo XIX, cuando hubo una mortandad y una devastación general bien elevadas. Y lógicamente ante esta situación trágica el malestar social no se ha hecho esperar, y el Gobierno nacional, sabiendo que una reacción popular masiva es peligrosa para la estabilidad del Statu Quo en la nación caribeña, ha puesto en alerta máxima a las fuerzas armadas, dispuestas a ejercer su papel natural de represoras y asesinas en nombre de la seudodemocracia, disfrazada hoy día como democracia participativa y protagónica, en el contexto de un socialismo del siglo XXI que solo ha existido en el discurso.

Lo más insólito de todo es que mientras la mayoría sufre por el desempleo y la pobreza y miseria crecientes, las élites, incluida la dirigencia política “revolucionaria”, se apropian indebidamente de buena parte del mermado PIB y han sido beneficiadas con perversas medidas gubernamentales neoliberales, implementadas para tratar de resolver, supuestamente, la problemática socioeconómica en Venezuela.

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