Diario de una Cuarentena: Capítulo Ciento Cuarenta

Mi vuelta a casa, de recuerdos y rupturas

Miércoles, 13/01/2021 08:18 AM

Día primero de la nueva etapa de esta columna, y porque no decirlo, de esta nueva vida que recién inicia.

Una de las razones que me motivaron a crear esta columna era escribir mi experiencia en este ciclo de la humanidad desde mi modesta óptica. Era como una manera de echar el cuento de como en lo personal estaba viviendo esta experiencia inédita que se llama cuarentena, en un período complejo para la humanidad.

Es sorprendente lo rápido que pasa el tiempo. Tenía 527 días que no venía a Ciudad Guayana, ciudad de todos mis amores y de todos los dolores. También de esos 527 días, que representan 17 meses, casi 18, es decir, un año y medio sin venir a la tierra donde me he criado, donde nací políticamente dando mis pininos, donde amé, donde sufrí, y que era necesario venir para llenarme de la fuerza indómita de esta tierra mágica.

También han transcurrido 642 días de un episodio en lo personal duro y difícil. En el que una mujer a quien amé, y aún amo, porque como me enseñó una buena amiga, uno nunca deja de amar realmente, sino que los sentimientos se transforman. Esa mujer, maravillosa, quien un 9 de abril de 2019 decidió no continuar más conmigo, dejó una huella profunda en el corazón de esto quien escribe. Pero también me volvió un poco poeta y me dotó de la sensibilidad necesaria y de la madurez que me permitió prepararme para estos difíciles tiempos que hoy atravesamos.

Sin embargo, el afecto, el recuerdo y el amor para ella, para su familia que es como la mía, sigue allí, y pese a que por momentos pueda invadirme la nostalgia, se convierte también en fuerza motora para mi diario andar.

Incluso cuando aquella mañana-tarde del domingo 4 de agosto de 2019 viajaba hacia Caracas, yo iba como lo hubiese dicho el Comandante Chávez y el propio Negro Primero en La Batalla de Carabobo, un poco muerto. No sólo me gusta escribir y compartir algunas cosas con los que me siguen y comparten estas modestas líneas. Soy también un hombre de combate que no escatimará en tomar un fusil, en caso de que mi país este amenazado. Y en ese momento, de ruptura, de corazón herido, sangrante, triste, yo estaba como presto a morir, porque eran los tiempos en los que Guaidó conspiraba y los planes terroristas estaban a la orden del día. Uno estaba y está con equipos de vanguardia presto al combate, pero, la divina providencia metió su mano y logramos neutralizar tantos planes e intentonas que en algún momento espero poder escribir con mayor detalle.

Serían muchos los relatos, cuentos, experiencias que contar. ¿Quién sabe si a lo mejor la idea que me han dado muchos buenos amigos sobre mis relatos de cuarentena lo haga? De hecho, estoy ganado a la idea, sólo espero el apoyo de personas con experiencia editorial y los que puedan publicar ese libro, y no tanto por mí en lo personal, sino de los que desean un legado de este caso de la Covid-19 para la posteridad, pero con mi propio toque de humanidad.

Y vaya que tengo material para escribir y no sólo de los 642 días de aquel doloroso adiós, no sólo de los 527 días que tenía sin venir a casa, sino también relatos en demasía durante los 10 meses que estuve laborando fuertemente en una institución estratégica de la Administración Pública y del Estado venezolano en medio de la contingencia que afronta el país producto de la pandemia global de la Covid-19. De los 303 días de cuarentena, laboré 295 que salí a las calles ininterrumpidamente. Días en los que me tocó colocarme guantes y limpiar mi sitio de trabajo ante la carencia de personal de limpieza que lo hiciera. Días en los que me tocó lavar los baños y hasta arreglar los teléfonos del sitio que me servía de oficina. Todo por mi amor y vocación de servir a mi patria.

Y todo esto comienzo a contarlo ahora, 303 días después de iniciada esta cuarentena, pero era una tarea autoimpuesta que me tenía y que tenía pendiente con todas y con todos ustedes en este acompañamiento de este momento complejo y duro que particularmente nos ha tocado vivir.

Incluso, como lo dijo mi buen amigo y maestro, William Izarra, y como uno de esos hermanos que la vida te da en estos caminos, Rehyner Medina, al enterarse de este viaje que tenía meses, vine a casa además de atender algunas diligencias familiares y personales a cumplir con la tarea del guerrero de mil batallas que debe garantizarse y garantizar a sus afectos un destino próspero y seguro. Y que este necesario reposo pueda vitalizarme y darme mayores energías para recargar la morfogénesis.

Esa energía morfogenética, como nos lo explicó en una oportunidad el Comandante William Izarra, es esa poderosa energía que nos hace entender que, pese a las adversidades y problemas que en estos momentos podamos estar atravesando, al final, seremos nosotros, los que creemos en esta Revolución Bolivariana, los que al final venceremos.

Y vaya que ahora, cuando estoy en la tranquilidad del hogar, que escribo estas líneas realmente conmovido. Fueron 295 días en los que estuve expuesto al enorme riesgo de haber sido contagiado por ese terrible virus, y hasta ahora, no ha sido así. Pero no podía seguir tentando a mi suerte, y por eso es que luego de haber realizado las coordinaciones correspondientes, es que pude venirme a casa.

Esto lo señalo, porque tuve conocimiento que uno de mis compañeros de trabajo, con el que compartía el mismo piso más no el mismo espacio laboral de la institución que he señalado, falleció a comienzos de este año 2021, presuntamente por Covid-19. Ha sido la oportunidad más cercana que he tenido de poder salir contagiado, pero, la divina providencia no lo ha permitido.

Y no conforme con ello, los compañeros de seguridad el pasado domingo 10 de enero me informaron que dicha área donde presto mis servicios a mi patria ha sido clausurada por 14 días no sólo para realizar como lo indica el protocolo biosanitario, las labores de desinfección que corresponde en este tipo de casos, sino por una elemental medida de prevención en nuestra salud, y en estricto acatamiento a las instrucciones del Presidente Nicolás Maduro, quien para el momento en que escribo estas líneas, se prepara para presentar su Mensaje Anual a la Nación de la Memoria y Cuenta de una año tan complejo y duro como lo fue el 2020.

Pero no quería que pasará por debajo de la mesa mi agradecimiento infinito a todas y todos ustedes, a cada uno de ustedes, hombres y mujeres a los que he acompañado y me han acompañado en este Diario y en esta cuarentena, que me hayan tenido en sus oraciones y siempre pendientes de mi salud y bienestar. Quiero decirles que eso me conmueve y me llena de motivos y fuerzas para continuar estas tareas que debo continuar en un breve tiempo.

Pero eso no querrá decir que el Diario de Cuarentena no continuará revelando conspiraciones, dando tubazos y presentando análisis. Todo lo contrario, esta columna pretenderá alternar al analista político con ciertas dosis de humanidad y hasta de poesía, porque como lo dijo Chávez cuando le tocó despedirse el 8 de diciembre de 2012, los revolucionarios y las revolucionarias somos muchas cosas, pero, en esencia, somos primero seres humanos, y antes que seres humanos somos seres sintientes. Y ese sentimiento es lo que quise regalar en esta entrega 140 y en esta nueva etapa que entra sin duda esta columna, que a lo largo de estos 10 meses, ha sufrido varias metamorfosis.

Vaya desde aquí todo mi amor, mi corazón a todos y a todas ustedes y gracias por acompañarme en este largo trayecto.

Incluso a aquellas personas que el año pasado estuvieron en mi vida y hoy no lo están. Porque sencillamente no quisieron estarlo o porque tienen tremendos conflictos internos que deben resolver primero antes de querer compartir su vida conmigo. Sobre todo, a esas bellas mujeres que pudieron haber tenido esas pretensiones, o que habían ofrecido su amistad y que sin mayores explicaciones decidieron desaparecer, pues les expresó que no les guardo rencor y que yo también sigo mi hoja de ruta y adelante, porque estoy consciente que nada dura para siempre y que en la vida constantemente estarán entrando y saliendo personas, pero siempre para mejor.

Gracias por todo, gracias 2020 por lo que me has enseñado y gracias 2021 por las cosas buenas que estoy seguro que me y nos deparas, pese a las complejidades que se avizoran en el horizonte.

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