"A los hombres se les ha de mimar o aplastar, pues se vengan de las ofensas ligeras, ya que de las graves no pueden: la afrenta que se hace a un hombre debe ser tal que no haya ocasión de temer su venganza". Nicolás Maquiavelo.
Existieron gigantes de la política, pensadores, líderes, revolucionarios, hombres de pensamiento y de acción, que nunca separaron la política de la moral. La política tenía que ser justificada en función de fines morales, o sea, la primera ligada a los medios, y la segunda a los fines. Lo medular de toda política que era vista como de izquierda era algo así como la búsqueda de la igualdad, pero lo que vemos en la Venezuela del siglo XXI, es la igualdad en lo malandro. Cuando la política se transforma en "amoral y corrupta" para un dirigente conocido en los bajos fondos de la política como el alacrán Pollo Frito que desde que era concejal, y luego electo diputado de la Asamblea Nacional en el 2015 en las planchas de la MUD, en Anzoátegui-Venezuela, siempre se reivindicaba como líder en la acera opuesta de la ‘derecha’ venezolana, cuando su posición siempre, se alejaba de una sociedad socialista, y no creía en las condiciones que planteaba Hugo Chávez para aproximarse a ese fin.
Maquiavelo fue el primero en teorizar sobre la separación de la política y la moral. La política no puede aplicar ninguna consideración teórica o juicio moral que esté fuera de la realidad. Ni siquiera aplicando la duda weberiana de la ingenuidad que separa: "la ética de la fe" y "la ética de la responsabilidad". Lo que importa es el poder, o llegar al poder, o arrastrarse ante el poder para codearse, con los que ya están en las "cielos" del gobierno. En función de lamer las buruzas que le lanzan desde las alturas, ¿quién quería entonces acercar a este alacrán corrupto lo más posible a la moral de la política revolucionaria? El caso de este alacrán de albañal es el más crudo pragmatismo, de que aquí no hay políticos en la revolución, y el fin siempre justifica los medios.
Hoy transitamos una revolución muy "maquiavélica" y una muestra de esto es la preeminencia que se le da al marketing político ratero, donde poco importan las ideas o el "qué dirán". Por eso no vimos en la pasada campaña electoral parlamentaria del 6D 2020, a muchos candidatos, aunque no todos por suerte, machacándonos con mediocridades, y consignas sin demasiados contenidos.
Pero aún en Maquiavelo hay algo que él no admitía en política, y éste era la traición. "La traición es el único acto de los hombres que no se justifica" el alacrán insolento traicionó a sus compañeros de la MUD electos con el a la Asamblea Nacional en el 2015, y ahora le encargan el trabajo sucio de presidir una comisión para exterminarlos.
Algo lo une no obstante su amoralidad con la traición en la política revolucionaria, en uno y otro caso el alacrán señalado de morder duro en las finanzas del Jeque de Cabo Verde, deja de ponerse en línea con el interés del colectivo opositor, privilegiando la ventaja personal o de clase de su nuevo riquismo en su nueva, y cómoda mansión de Lecherías. Los servicios de inteligencia populares saben mucho de negocios e inversiones en minas, emisoras, fincas ganaderas, bodegones, camionetas de lujos etc. Según la CRBV la corrupción no prescribe. "El pueblo sabe mas que coro coro frito".
Para un traidor de esta calaña los principios de la política no son importantes; las ambiciones personales se imponen sobre las ideas. Este traidor puede traicionar hoy en pequeña escala, y mañana podrá hacerlo a una escala mayor. Por supuesto que hay que diferenciar la traición de este alacrán, y su legítimo derecho amoral, que tuvo al revisar sus escuálidas finanzas que lo obligaron alejarse de Juan Guaidó, por no adecuarse a las exigencias de lo que exigía, y haber caído en los Zeles que le dieron origen a engrosar la nomina del Jeque de Cabo Verde. Generalmente la traición, en estos tiempos de marketing, tiene que ver con intereses personales ligados a lo económico. La traición para salir de la pobreza por unos miles de "dólares", que hoy suelen ser más de los 30 drenarios del arquetípico modelo que recibió Judas Iscariote.
En nuestra historia republicana, y en el devenir de esta putrefacta clase política nacional lo que pulula son las traiciones. Un gran ejemplo de paradoja en este sentido lo ha dado esta falsaria oposición prostibularia venezolana. Por un lado desconocen históricamente como una de sus peores virtudes el concepto de lealtad hacia el sufrido, y hambreado pueblo venezolano, y es así como enero del 2021, debe ser considerado como el Mes de la Traición, el acto de juramentación de este alacrán para investigar a sus ex compañeros parlamentarios 2015-2020. A Hugo Chávez una vez se lo escuché, pero no de lo forma como lo analizó yo, pero era una especie de símil con el pensamiento de Maquiavelo, que consideraba al traidor como una de las peores excrecencias en política e incluía en este campo a quien no lucha contra el enemigo ni por la causas del pueblo, o incluso a quien lucha contra sus compañeros: "quien lucha contra un compañero es un enemigo o un traidor". Sin embargo en la revolución bolivariana hoy en el año 2021, la traición parece algo insignificante por excelencia. Como han engrosado traidores de nuevo cuño a sus filas.
Desde Luis Parra que pasó de ser un hombre de la mayor confianza de Guaidó, ahora pasará a denunciarlo con fervor ante el pelotón de fusilamiento de la AN 2021, la que suplantó a Guaidó el 5E 2021, éste último por colocarse en la antípoda doctrinaria si se quiere del falsario discurso opositor clásico, hasta los más recientes traidores a sus seguidores opositores como Felipe Mujica, Henry Falcón, Bertucci etc. De este último parlamento 2015-2020, diría, el Pollo Frito, al momento de ser nombrado como Jefe de comisión del parlamento de mayoría ‘revolucionaria’ para hacer el trabajo sucio, y a la vez conspirar contra el propio gobierno, y contra Guaidó ante inversores extranjeros, y funcionarios norteamericanos. Y que luego este alacrán putrefacto de ser leal al oposicionismo hasta octubre del 2019, se encolumnó al naciente parto revolucionario brindando su ayuda para firmar la rendición ante las rapaces aves opositoras que lo habían dejado fuera de la jugada. Un hecho no menor, porque ese fue el inicio de una escalda de la corrupción serial del naciente alacranismo –donde forma filas Timoteo, pero también Bernabé, y el pastor que convirtió la sopa en Guiso- que nos ubica en el rol de semicolonia, de árabes, iraníes, rusos, chinos, cubanos, dejando que las decisiones de importancia económica se tomen fuera del país, y se apliquen acá sin patalear.
Por supuesto que la traición no es patrimonio de la oposición, basta recordar en el radicalismo las traiciones que sufrió la IVR, y ahora la VR, las actuales de gran parte de sus dirigentes respecto al límite ideológico que ponía el comandante del 4F al momento de una praxis. Hugo Chávez tuvo aquella reivindicable frase donde dijo: que hay que prepararse a perder a elecciones si se insubordina la población, pero hoy muchos de quienes se dicen sus herederos –salvo los que no les quedó otra que pasar al ostracismo o rompieron, y se aliaron al alacranismo- hoy son socios de una derecha neoliberal y canalla, peor en muchos aspectos que el neoliberalismo bodegonero salvaje que critican de la boca para afuera. En fin, todo ese sancocho ideológico, de partidos confiscados, y todo tipo de corrientes de aguas negras politiqueras, están llenos de traidores, los ha habido siempre, en Venezuela (la traición) y ahora mas visible, y como piedras en el país.
Pero más allá de estas disquisiciones generales, hablando del alacrán, y de las elecciones del 6 de diciembre del 2020, donde les regalaron dos curules al ser derrotados por la rebelión de las regiones al no salir electos, llama la atención como la traición puede ser un elemento central que incida en la destrucción de Venezuela. El oficialismo del PSUV–un partido que en gran parte se mantiene vivo hoy, gracias a su alianza con la traición, basta recordar al alacrán Frito diciendo tras la muerte de manifestantes del 2014 al 2018, Seria que el gobierno fue, es y será el Partido de la Muerte, que ha promovido un ejército de asesinos para imponerse a la fuerza, en una cruzada ‘antidemocrática’ sustentada en la "represión" en el manejo del aparato del Estado para tal fin, con colectivos, policías, y ‘militares fascistas’, pero también del más rancio totalitarismo cubano, como vanguardia, en fin, así entra en acción este 2021, el variopinto alacranismo revolucionario si lo hay. Con la traición, y un amplio espectro de medios cooptados también con dólares o silenciados, o a media voz por presión, que transmiten las voces de esta alacranizacion de la revolución. Más allá de reflejar su rechazo a los alacranes revolucionarios, sepan también que el pueblo venezolano con su alta abstención el 6D del 2020, le mandó un claro mensaje de desprecio a los traidores de la política.
PostScript: Todavía el pueblo de El Tigre, en el Estado venezolano de Anzoátegui, recuerda el vil asesinato del periodista Jesús Rafael Flores Rojas, residente del sector casco viejo, y cual hasta hoy se encuentra impune, hasta donde tengo conocimiento. Cuando en su columna semanal en el Diario local Mundo Oriental, criticaba fuertemente como corrupto a un concejal al cual llamaba Paper Mate. ¡Mosca pues ante malas intenciones con este columnista! La opinión pública está pendiente de cualquier eventualidad para silenciar la crítica.