¿En dónde está mi amado amigo Carlos Lanz?

Domingo, 14/02/2021 12:30 PM


Caminábamos juntos por el Valle de El Tisure, hace más o menos unos veintisiete años, rumbo al poético hogar de Juan Félix Sánchez y Epifania Gil. Íbamos plenos de utopías, locuras y amor, mucho amor.

Siempre nos rodeaba el amor por aquí, por allá, cada vez que imaginábamos el país que queríamos en unas montañas como aquellas de El Tisure, o en las de El Convite (en Mucuchíes), o cerquita de Cepe y Chuao, o en el edificio de INVEDECOR (de Ciudad Tablita), o en la fantástica, libertaria y súper loquísima granja de nuestros hermanos del CALEB, o en Monte Carmelo, o en Maracay, o en la escuela de Periveca, o en la otra escuela de Guayana (Negro Primero), o en Sanare, o en Falcón... En todas partes por donde nos llevaba Carlos Lanz brotaba el amor, nos rodeaba el amor, nos nacía amor desde lo más adentro de cada uno de nosotros.

Hoy volví a caminar con Carlos Lanz por el Valle de El Tisure. Recuerdo sus enseñanzas, su paciencia, su sonrisa, su incondicional manera de ser un amigo y un maestro de esos que enseñan sin encaletarse nada, dándolo todo, entregándose por completo.

En aquel viaje, de hace unos veintisiete años, Carlos Lanz me daba unas clases de economía que no paraban un minuto. No se cansaba de que yo le preguntara sesenta mil cosas. Combinaba lo que mejor se sabía de la tasa decreciente de la ganancia de El Capital, de Carlos Marx, con extractos de las cartas de Gramsci y un sin fin de referencias que buscaban fortalecer una idea genial: cambiar la mentalidad, cambiar los valores, construir una contrahegemonía cultural para darnos una sociedad justa, libre y humana, una sociedad socialista, sin tener que matarnos unos a otros y, sobretodo, sin creer que el asunto de las injusticias del capitalismo se resolvían tomando el poder (institucional) haciendo cambios de personas por otras personas en el ejercicio de administrar el Estado.

Cuando llegamos al poético hogar de Juan Félix Sánchez y Epifania Gil, la teoría cedió a la práctica y callamos para disfrutar las enseñanzas (prácticas) de amor y humanidad de aquel par de seres que se nos metieron en el corazón por siempre.

Carlos Lanz, mi amado amigo ¿en dónde está?

Quiero verle y abrazarle e invitarlo a seguir en nuevos viajes, en nuevas travesuras, en nuevas búsquedas. Sé que por donde vayamos con él, el amor brotará por todas partes.

¿En dónde estás amado amigo?

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