El capítulo Venezuela, de la Red de Intelectuales, Artistas y Movimientos Sociales, señala:
"Las medidas coercitivas unilaterales, bloqueos y masivas confiscaciones de activos en el exterior no se ejecutan contra un país para asegurar a sus habitantes el disfrute de los Derechos Humanos, sino para llevarlo a un colapso que lo fuerce a entregar su soberanía y sus riquezas a los países que lo agreden, y el gobierno que ignore tales hechos no puede tener representación en un Consejo de Derechos Humanos." https://www.aporrea.org/imprime/a300979.html
La lógica de la revolución es ir en contra de la lógica del capitalismo. Mientras el capitalismo es, por su naturaleza, conservador del orden social y de las relaciones de producción, el socialismo es crítica y cambios, reflexión, filosofía, política y trabajo con conciencia, movilización firme en contra del capitalismo y de la injusticia. En un país con un gobierno revolucionario verdadero, dispuesto a cambiar el sistema, "las medidas coercitivas unilaterales, bloqueos y masivas confiscaciones de activos en el exterior" –de las que hablan esta Red de intelectuales – no "fuerzan a su pueblo entregar su soberanía y sus riquezas"; ¡hace falta mucho más que eso para vencer a un pueblo convencido y consciente, en pie de lucha! Pero este gobierno no es revolucionario, no tiene intenciones de cambiar el sistema; ni tampoco el pueblo lucha contra el capitalismo. Todo lo contrario, esta dirigencia cree que nuestra salvación es desarrollar las fuerzas productivas apoyando al capitalismo, dándoles dinero y facilidades, y el pueblo palidece mientras la sociedad está enferma.
Nuestra conclusión es que esta "red de intelectuales" sabe que el gobierno de Maduro no es revolucionario, que ni siquiera es socialista, que solo denuncia una agresión, una injusticia más por parte de EEUU y Europa, como lo harían si fuera Siria o Irán, Guatemala o Cuba.
El punto a discutir es cuál sería esa soberanía que defiende ahora el venezolano, incluido el gobierno, porque allí se dice –en la cita de LBG – que las sanciones y el bloqueo "obligan a un pueblo a entregar su soberanía", pero una parte de ese pueblo, lejos de defender su soberanía se ha ido el país (por lo menos en Siria hay una guerra, huyen por sus vidas). Otra porción más grande está obligada a permanecer pasiva por el hambre y las necesidades y los chantajes del gobierno; y de esa parte, a la mayoría les importa poco lo que ocurre en nuestras fronteras, mucho menos que nuestra moneda sea el bolívar "soberano" o el dólar, o pepitas de oro (prefiere el dólar); tampoco se habla en la calle de "revolución socialista", si no es con sorna, para burlarse de los lloriqueos de Maduro.
Países como Siria o Irán están confrontando a sus agresores por su subsistencia como naciones, ¡verdaderas naciones, más soberanas que Venezuela hoy!, con largas y fuertes tradiciones, culturas resistentes, pelean por el derecho a existir o darse el sistema de vida y el destino que han elegido, y emigran obligados por la inminencia de la muerte. Pero Venezuela, bajo el gobierno de Maduro, no resiste, no pelea, el presidente insiste en disolver la nación, cederla a la voluntad del capital, que sea éste quien decida lo que ha debido ser nuestra elección soberana, o sea, que sean los capitalistas quienes marquen el ritmo de la política; para autoconvertirse, como dice R. Ramírez, en un simple administrador de contratos, en un "arbitro" entre caimanes, y nuestra "identidad" sea solo arpa, cuatro y maracas, el paseo los ilustres y el panteón nacional, Alfredo Sadel, al Alma Llanera, el cumpleaños Feliz de Emilio Arvelo, en un acto cultural y pintados en una cartelera escolar, como en la cuarta república.
La revolución social pone en jaque a los imperios, es una ejemplo de fuerza, de rebeldía, el "¡no quiero!" gritado a la cara del imperio. Una Venezuela rebelde, consciente de su destino como pueblo, se defiende sin una "red de intelectuales". Rusia, China, EEUU –Siria, Irán – no necesitan de esa red de intelectuales para que las defiendan como nación porque antes de ser potencias ya fueron naciones organizadas, cuentan con tradiciones, con una cultura de voluntad nacional, de "pueblo", que las respalda, ya criaron a sus propios intelectuales. Pero una Venezuela suplicante y fragmentada, que no sabe de dónde viene ni para dónde va, con un gobierno igual, ¡sí que da lástima!; necesita mil redes, de intelectuales, ecologistas, médicos, hasta asesores chinos y rusos, para que la auxilien en todo, porque, como un enfermo que perdió la consciencia, no sabe ni siquiera qué es lo que quiere…, como sociedad, mucho menos como nación o pueblo.
La soberanía nacional es respecto a un mínimo de valores compartidos, y nosotros estamos perdiendo los pocos que tenemos –cuando creíamos en Bolívar, o en Chávez y el socialismo – buscando soluciones pragmáticas a problemas ideológicos, soluciones mecánicas a una crisis política; un asunto de conciencia en manos de economicistas, de tecnócratas – el problema del arquitecto resuelto por técnicos y obreros; una crisis de ideas para que la resuelvan mecánicos chapuceros –. La independencia, la defensa de la soberanía, tal y como la vio Chávez, era un problema que había que resolver primero en el espíritu, educando, alfabetizando, creando consciencia, y de cara un imperio remozado, moderno, que ahora se expresaba a través del espíritu liberal del capitalismo y todo lo que eso implique en una sociedad colonizada. Para Chávez, ser independientes era –además y sobre todo – serlo del capitalismo, de la esclavitud nacida de la explotación humana, explotación material, y también del alma y del espíritu – de hacernos pensar como capitalistas cuando somos trabajadores esclavos…, como esclavos y esclavistas a la vez –. Si no, ¿qué sentido puede tener la independencia para nosotros sin identidad, colonizados en el trabajo y en nuestra conciencia, fragmentados cada uno de su cuenta; con diferencias de clases, étnicas, culturales, una nación pobre en todos los sentidos, la misma que fuimos en la 4ta y seguimos siendo ahora? La revolución socialista fue entonces y sigue siendo hoy, devolverle la esperanza a un pueblo perdido para que llegue a encontrarse como nación, una sociedad con valores, con razones sagradas para vivir (justicia, igualdad, amor y solidaridad humanos, trabajo y educación, sabiduría para saber vivir sin mezquindad), inclusive más allá de toda clase de fronteras. Por eso la consigna chavista, ¡INDEPENDENCIA Y PATRIA SOCIALISTA!
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