Filinto Durán: escudero de la Carta Social de las Américas

Domingo, 28/03/2021 07:52 AM

I

Herederos escriturales somos del gran pensador y escritor griego Heródoto de Halicarnaso, quien tuvo el atrevimiento sapiencial de legarle a la humanidad un novedoso género literario: la Historiografía. El conocimiento humano de los hechos sociales adquirió una nueva dimensión.

El compatriota y amigo Filinto Durán, autor del libro que usted tiene en sus manos: De las Venas Abiertas de América Latina y el Caribe, a la Carta Social de las Américas, fue actor fundamental en la elaboración del proyecto de esta Carta. Y esto lo convierte en un historiógrafo de la justicia social nuestromericana y, de manera particular, de Venezuela.

Filinto, como lo llamamos quienes disfrutamos de su amistad y calidad humana, le otorga al estudio y a la comprensión de los temas sociales un lugar preeminente. Fue por eso que durante su desempeño como Diputado presidió la Comisión de Deuda Social del Parlamento Latinoamericano.

Filinto es un intelectual orgánico que al introducirnos en su obra nos hace parte de ella. El siempre ha asumido un profundo compromiso político con los intereses superiores de la Patria de Simón Bolívar. Ha acumulado ricas experiencias a lo largo de su vida como militante de la izquierda venezolana. Actualmente se desempeña como Embajador de la República Bolivariana de Venezuela en la República de Honduras.

Toda una vida entregada a la lucha por la justicia social, la igualdad y la libertad de nuestro pueblo.

Este es un libro para reivindicar la dignidad humana, que nos convoca a seguir luchando para alcanzar la definitiva emancipación nuestroamericana.

II

Para el año 2001, los derechos económicos, sociales y culturales no estaban presentes en la agenda de la Organización de Estados Americanos (OEA).

Desde sus inicios, el gobierno bolivariano de Hugo Chávez Frías colocó la lucha por la justicia social en el centro de su acción gubernamental. Para alcanzarla es necesario abatir la pobreza y superar la desigualdad.

En los debates que se realizaron en la OEA, en los tiempos iniciáticos del gobierno de Hugo Chávez, la Delegación venezolana planteó que los derechos humanos son universales, interdependientes e injerarquizables; que no se debe privilegiar unos en desmedro de los otros.

Y es que los derechos políticos y civiles hacen referencia a la libertad, mientras que los derechos económicos, sociales y culturales se refieren a la justicia y a la igualdad.

La libertad solo florece cuando son realidad la justicia y la igualdad, y éstas, a su vez, son la garantía para el ejercicio verdadero de la libertad. Por lo que, una verdadera democracia tiene en la libertad, la justicia y la igualdad sus fundamentos.

En la OEA siempre ha prevalecido una concepción limitativa de los derechos humanos. Se privilegian los derechos civiles y políticos, mientras que se subestiman los derechos económicos, sociales y culturales.

De igual manera, en la OEA prevalece un concepto limitativo de la democracia. A ésta se le define como democracia representativa despojándola de su carácter participativo y protagónico. El Pueblo está ausente en esta democracia.

Para el gobierno bolivariano la democracia es una forma de vida. Un orden societal que permite al ser humano alcanzar la plenitud de su vida mediante el disfrute de todos los derechos humanos.

Al colocar al ser humano emancipado en el centro de la acción política, económica, social y cultural, se produce una ruptura radical con la hegemonía capitalista neoliberal, que reproduce y profundiza la pobreza y la desigualdad.

III

Ardían las torres gemelas en New York cuando en Lima, Perú, el 11 de septiembre del 2001, se instaló la Asamblea Extraordinaria de la OEA, para aprobar la Carta Democrática Interamericana. Instrumento que reconoce parcialmente los derechos políticos y civiles de nuestros pueblos.

En ese evento el Gobierno Bolivariano expresó:

"La pobreza erosiona la credibilidad del sistema democrático. Enfrentarla constituye una condición sine qua non para su supervivencia. Por eso, Venezuela propone que la lucha contra la pobreza se convierta en el centro de las preocupaciones de la OEA".

En concordancia con tal considerando propusimos al Consejo Permanente de la OEA, en reunión celebrada días después, crear un Grupo de Trabajo que comenzara a preparar la elaboración de una Carta Social Hemisférica.

Pensaba el Gobierno Bolivariano en una Carta que reivindicara los derechos económicos, sociales y culturales de nuestros pueblos, y se constituyera en una de las pilastras doctrinales de la OEA.

Contaba esta organización, primeramente, con su Carta fundacional, esto es, la Carta de la OEA. Y, como quedó dicho, con la Carta Democrática Interamericana. Faltaba, entonces, avanzar hacia la reivindicación de los derechos económicos, sociales y culturales. Esa fue la propuesta venezolana.

El modelo de democracia liberal, mejor dicho el neoliberalismo, se había implantado hegemónicamente en nuestro continente, con excepción de la Patria de Martí y de Fidel Castro.

El hemisferio siempre ha estado plagado de pobreza, desigualdad y exclusión social. Por eso, un amplio debate sobre la democracia, su calidad y significado tenía una gran pertinencia en la OEA. Y ese fue el gran reto que asumió el Gobierno Bolivariano.

Nuestros pueblos quieren democracia, ciertamente, pero democracia de calidad. Democracia que satisfaga sus aspiraciones seculares.

Y es que la democracia sin justicia social es como la caverna que Platón describe en sus diálogos, en la que solo se habla un "lenguaje de sombras".

Hay quienes piensan que puede existir un sistema democrático sin justicia social. Pero la democracia sin justicia social es una falsa democracia.

Desde tiempos pretéritos los seres humanos sueñan con la equidad. Cinco siglos antes de Cristo Heródoto sentenció: "La democracia lleva el más bello nombre que existe... igualdad."

IV

El Gobierno Bolivariano aboga para que en el continente, incluso en el planeta tierra, se implementen políticas públicas de justicia social, de seguridad y protección social, y que se universalice –en vez de reducirse- el disfrute de una vida digna.

La erradicación de la pobreza y superación de la desigualdad, son condiciones indispensable para avanzar en el desarrollo integral, en sintonía con la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Allí los Jefes de Estado y de Gobierno expresaron:

(…) Estamos resueltos a poner fin a la pobreza y el hambre en todo el mundo de aquí a 2030, a combatir las desigualdades dentro de los países y entre ellos, a construir sociedades pacíficas, justas e inclusivas, a proteger los derechos humanos".

La Revolución Bolivariana confiere a la lucha para eliminar la pobreza y superar la desigualdad la máxima prioridad. Los logros en estos ámbitos son reconocidos, entre otros organismos internacionales, por la CEPAL.

En Venezuela tenemos una democracia fundamentada en el ejercicio pleno de los derechos humanos. Para nuestra Revolución los derechos humanos y la democracia son dos caras de la misma moneda.

V

La Misión Permanente de Venezuela ante la OEA, en concordancia con la política bolivariana, planteó la necesidad de que este organismo emprendiera una negociación orientada a adoptar la Carta Social.

En el marco de la XXXI Asamblea General de la OEA, celebrada en San José de Costa Rica, en junio del año 2001, la Delegación venezolana propuso que la democracia participativa y la justicia social tenían que ser considerados como temas fundamentales de la organización.

En ese evento manifestamos que "... la promoción y observancia de los derechos económicos, sociales y culturales son consustanciales al desarrollo integral, al crecimiento económico con equidad y a la consolidación de la democracia en los Estados del Hemisferio."

Nuestra delegación hizo un categórico llamado para que se impulsara una mancomunada acción interamericana para superar la pobreza, la injusticia y la desigualdad.

A partir de entonces, la Delegación Venezolana no cesó en su planteamiento de colocar - en la agenda de la OEA - el tema de la justicia social.

Consecuentes con esta posición, en la XXXII Asamblea General realizada en Barbados, en junio de 2002, la Delegación de Venezuela presentó un Proyecto de Resolución -que fue aprobado- titulado: "Pobreza, Equidad e Inclusión Social", mediante el cual se mandató a la OEA para que los temas de la agenda social y de cooperación para el desarrollo, tuvieran igual importancia que los temas políticos.

La Resolución también exhortó a promover la cooperación para el desarrollo e intercambiar programas efectivos y eficientes para combatir la pobreza.

Un año más tarde, en junio de 2003, y en ocasión de la Asamblea General de la OEA celebrada en Chile, se aprobó la Declaración de Santiago. En ella se afirma que para fortalecer la gobernabilidad democrática se requiere superar la pobreza y promover el crecimiento económico con equidad.

El Gobierno Bolivariano contribuyó decisivamente a que en esa Declaración se hiciera explicita la interdependencia entre justicia social y gobernabilidad democrática.

Venezuela siempre estuvo a la vanguardia en la lucha para que la OEA aprobara la Carta Social.

En reconocimiento al liderazgo de nuestro país en la agenda social para el desarrollo, el Consejo Permanente de la OEA aprobó, en el año 2003, que la Presidencia de la Comisión Ejecutiva Permanente del Consejo Interamericano para el Desarrollo Integral (CEPCIDI), fuera ejercida por Venezuela.

A tono con la Resolución emanada de la Asamblea General de Chile, el gobierno de Hugo Chávez Frías organizó la Reunión de Alto Nivel sobre Pobreza, Equidad e Inclusión Social, celebrada en la Isla de Margarita, del 8 al 10 de octubre de 2003.

Como resultado de un rico debate en la OEA los Estados miembros se comprometieron a crear condiciones favorables para alcanzar un desarrollo socio-económico con equidad y a promover sociedades más justas.

La reunión de Margarita fue, por lo tanto, un hito histórico: se reconoció la dimensión social de la democracia.

En la Conferencia Especial sobre Seguridad Hemisférica, realizada en México, en octubre de 2003, también se admitió que la estabilidad democrática y la seguridad de los Estados son afectados por la pobreza y la exclusión social.

Y en la Cumbre Extraordinaria de las Américas, celebrada en Monterrey, México, en el 2004, los Jefes de Estado y de Gobierno exhortaron a promover y observar los derechos económicos, sociales y culturales. Instaron, igualmente, a considerar cuidadosamente las recomendaciones aprobadas en la Reunión de Alto Nivel de Margarita.

En la medida en que surgían aprehensiones, dudas e impugnaciones sobre la propuesta de Carta Social, que Venezuela había presentado en la OEA desde el año 2001, países amigos nos pidieron que presentáramos un proyecto.

En abril de 2004 consignamos oficialmente dicho proyecto. En su elaboración participaron miles de venezolanos y venezolanas; un vivo ejemplo de la democracia participativa y protagónica que se práctica en Venezuela.

Otro hito fue la Asamblea General de la OEA, celebrada en Quito, Ecuador, en junio de 2004. A instancias del Gobierno Bolivariano se aprobó la Resolución intitulada "Proyecto de Carta Social de las Américas".

En esta Resolución los Cancilleres instaron a la OEA a preparar un Proyecto de Carta Social de las Américas y un Plan de Acción, que coadyuvaran al combate contra la pobreza y al desarrollo integral de nuestros países.

Meses más tarde, el 7 de octubre de 2004, se creó el Grupo de Trabajo que elaboraría el Proyecto de Carta Social de las Américas.

Y el 27 de mayo, 2005, se designó al Embajador Jorge Valero, Representante Permanente de Venezuela, Presidente del Grupo de Trabajo.

El 25 de Octubre de 2005, en el marco del Grupo de Trabajo Conjunto del Consejo Permanente y la CEPCIDI, la Misión Permanente de la República Bolivariana de Venezuela, con el copatrocinio de Argentina, Brasil y Uruguay presentó para el debate un Proyecto de Carta Social de las Américas. La mayoría de los países de América Latina y el Caribe apoyaron el Proyecto.

En su Capítulo I sobre los derechos sociales y la democracia establecía un noble propósito:

"Los Pueblos de América tienen derecho a la justicia social y los Estados el deber de promoverla y de realizar los esfuerzos necesarios para garantizarla."

La Asamblea General de la OEA, que tuvo lugar en Fort Lauderdale, Estados Unidos, en junio de 2005, renovó el mandato emitido en Quito para que se iniciaran las negociaciones sobre la Carta Social de las Américas y las cuales comenzaron –efectivamente-, el 1° de septiembre de 2005.

A partir de entonces la justicia social se instaló en la OEA como tema de alta prioridad.

VI

Largo y tortuoso el camino para aprobar la Carta Social de las Américas. Fuerte la resistencia ejercida por el gobierno imperial de Estados Unidos.

Un obsesivo adversario de la Carta fue el entonces Representante Permanente del gobierno de Estados Unidos, Embajador Roger Noriega. Su insensibilidad ante la injusticia social era manifiesta.

Consideraba que la lucha contra la pobreza era un asunto técnico, que estaba fuera de la competencia del Consejo Permanente de la OEA. Argumentaba que al contarse con la Carta Democrática Interamericana no se necesitaba la Carta Social.

Eran esos los predicamentos de los adoradores del neoliberalismo y de quienes representaban al gobierno de Estados Unidos en la OEA.

Dable es recordar que para aprobar la Carta fundacional de esta Organización, en mayo de 1948, en la Conferencia de Bogotá, sólo fueron necesarios varios días.

Esto pude comprobarlo cuando realicé investigaciones en los archivos de la OEA, Washington D.C., como historiador.

Y para adoptar la Carta Democrática hubo negociaciones diplomáticas en la OEA durante aproximadamente siete (7) meses. Quien esto escribe participó activamente en esos debates.

Y quiero puntualizar que esta Carta fue propuesta con el propósito de excluir de la OEA al naciente gobierno Revolucionario de Hugo Chávez Frías.

Cuando llevé la voz de Venezuela, en la 42º Asamblea General de la OEA, en Cochabamba, gracias al generoso gesto del entonces Canciller Nicolás Maduro Moros, quien cedió su silla a quien esto escribe para que llevara la voz de Venezuela, expresé:

"Hasta el día de hoy, lunes 04 de junio de 2012, cuando adoptamos la Carta Social de las Américas, han transcurrido 10 años 5 meses y 24 días…".

¿Y por qué tantos obstáculos para aprobar este instrumento hemisférico?

Un instrumento:

Que hablase de la necesidad de eliminar la pobreza extrema, y propiciara una distribución más equitativa de la riqueza y del ingreso.

Que reafirmara la universalidad, indivisibilidad e interdependencia de todos los derechos humanos.

Que proclamara que la justicia social y la equidad son esenciales para la democracia.

Que reafirmara el valor de la solidaridad y la cooperación interamericanas para promover el desarrollo de los pueblos de América.

La respuesta era obvia.

Hay en nuestro Continente y en el mundo quienes se lucran y benefician de la injusticia y la desigualdad, y tienen en los organismos multilaterales del sistema internacional voceros diplomáticos que defienden sus intereses.

La Revolución Bolivariana, por el contrario, considera –con rotundidad– que la lucha por erradicar la injusticia y superar la desigualdad constituye en este tiempo histórico una prioridad universal.

La democracia con pobreza empobrece la democracia. La exclusión, la discriminación racial y la injusticia social y económica son los verdaderos enemigos de la democracia.

Por eso es indispensable avanzar –mediante la universalización de los derechos– en el disfrute de los bienes materiales y espirituales que nos han legado las generaciones precedentes y la Pacha Mama, al tiempo que deben ensancharse las libertades fundamentales y el disfrute de los derechos humanos.

Estos son los predicamentos filosóficos y políticos que inspiran la Revolución Bolivariana. Que defendió con tanta pasión nuestro líder histórico Hugo Chávez Frías y que hoy -con el mismo fervor-, enarbola el Presidente Nicolás Maduro Moros.

Venezuela jugó un rol protagónico en la promoción y aprobación de la Carta Social de las Américas.

La Revolución Bolivariana, desde una visión humanista, impugna el neoliberalismo. Impulsa un cambio de paradigma en función de que se garantice la universalización e integralidad de los derechos humanos.

VII

Venezuela lideró la adopción de la Carta Social de las Américas, aunque hubiéramos querido que en dicho instrumento se reconocieran mayores y más claros compromisos de los Estados en la lucha por la justicia social.

La Carta Social de las Américas pudo ser un eslabón en la lucha por alcanzar este objetivo. Y es que, en el camino hacia la justicia social es mucho lo que falta por lograr en nuestra región. Alcanzar el pleno disfrute de los derechos económicos, sociales y culturales es un gran desafío en esta hora de la historia.

De acuerdo con la CEPAL en América Latina y el Caribe se redujo la pobreza y la pobreza extrema, gracias al establecimiento de gobiernos progresistas y revolucionarios en Venezuela, Brasil, Argentina, Ecuador, Bolivia, Nicaragua, Uruguay y Paraguay.

Ante la emergencia de estos gobiernos y la ola revolucionaria que recorría el continente, el imperio norteamericano lanzó una contraofensiva que se materializó en golpes de Estado (militares o parlamentarios), en contra de los presidentes Hugo Chávez; Fernando Lugo, de Paraguay; Manuel Zelaya, de Honduras; y Dilma Russef, de Brasil.

El imperio y sus acólitos también recurrieron a infames campañas mediáticas, que condujeron a un revés electoral de las fuerzas progresistas en Argentina.

Hemos de subrayar que en los últimos años la ofensiva imperial y neoliberal se ha intensificado, como nunca, contra las fuerzas progresistas y revolucionarias y sus expresiones gubernamentales. En el centro del ataque está la Revolución Bolivariana.

Se ha producido en varios países una reversión de la justicia social ya que las políticas neoliberales provocan hambre, miseria, pobreza y desigualdad.

Al aprobar la Carta Social y su Plan de Acción los Estados miembros de la OEA asumieron el compromiso de colocar la agenda del desarrollo social en primer plano, brindando herramientas útiles a los hacedores de políticas públicas.

Se buscaba, así, dar respuesta a los millones de seres que, históricamente, han sufrido la exclusión, la explotación y la discriminación racial. Y que viven en los ámbitos de la pobreza y la desigualdad.

La Carta Social y su Plan de Acción, que con tan auspiciosos pronósticos fueran aprobados por la OEA, yacen en el olvido.

El Consejo Permanente de la OEA dejó de ser un espacio para la consideración y el debate sobre los derechos económicos, sociales y culturales. Y, más bien, ha asumido –hoy con más servilismo-, el papel histórico que el imperio le impuso desde su fundación en 1948.

Sigue siendo, como bien la calificara el heroico Comandante Ernesto "Che" Guevara, "un ministerio de colonias".

La OEA se encuentra a la deriva. Su Secretario General Luis Almagro se ha convertido en su sepulturero.

VIII

Concuerdo con el autor de este libro en que la severa deuda social heredada de la IV República -en todos los órdenes-, no ha sido del todo saldada.

Son incontables e innegables los éxitos de la Revolución Bolivariana en materia de justicia social, en el disfrute de los derechos humanos, y en el ejercicio de las libertades democráticas, aunque es mucho lo que falta por hacer.

Filinto, a lo largo de su aquilatada carrera política y académica, ha asumido numerosas tareas en defensa de la Patria de Simón Bolívar.

Él nos dice con orgullo que ninguna ha sido más importante "…en un sentido social y político – y más complaciente – en un sentido personal"– que la tarea que le asignara el Presidente y Comandante Hugo Chávez Frías en el año 2001.

Filinto se refiere a la responsabilidad que tuvo de organizar varias cumbres internacionales "… que abrieron espacios para el pueblo y los intelectuales progresistas del mundo, con la finalidad de proponer todo lo que sea necesario para sanar la Deuda Social e impulsar la Integración Nuestroamericana".

Con la publicación de esta obra nuestro camarada y amigo Filinto Durán vence el "lenguaje de las sombras". No en balde Sócrates expresó que "… el mito había empezado a resquebrajarse a causa de la escritura".

Y el Emperador Tito Flavio Sabino Vespasiano, mejor conocido como Tito, quien gobernara el Imperio Romano, desde el año 79 hasta su muerte en el 81 de N.E., se dirigió al Senado para destacar cuán importante es la palabra escrita: "Verba volant, scripta manent". Y esto significa: "las palabras vuelan, lo escrito queda".

Filinto ha dejado plasmada para la posteridad una obra que da cuenta de singulares batallas políticas e ideológicas, que han emprendido los pueblos latinoamericanos y caribeños en procura de la justicia social.

*Ha pasado a la posteridad un gran patriota y humanista venezolano.Para rendirle homenaje se publica el prólogo que el autor de este artículo escribiera al libro de Filinto Durán titulado: De las venas abiertas de América Latina y El Caribe a la Carta Social. Ginebra, Suiza, 11 de mayo de 2018.

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