Mientras tanto, el rey sigue desnudo

Domingo, 11/04/2021 10:15 AM



El país, como un río, sigue su curso hacia el mar, en caída libre se desprenden los pedazos. Y no aludimos a nadie en particular, cuando decimos que el rey sigue desnudo, para nosotros se trata de todo el gobierno, unos más pícaros que otros, sin embargo, por la candidez de uno de ellos se salvarían todos. Por eso a veces creemos que el gobierno no sabe que marcha desnudo, vestido tan solo con la prenda de la pulcritud y bondad de sus discursos.

Está el discurso patriótico por la defensa de la soberanía nacional, violada por un enemigo invasor. Parece que el enemigo solamente nos puede invadir con dólares; si traen dólares, yuanes, rublos, Euros, bitcoin¸ cualquiera tiene derechos sobre una porción del país, incluida su gente.

Luego está el discurso que muestra el esfuerzo del rey para adquirir una vacuna y hacer un plan de vacunación masiva. Fue necesaria la impudicia de renegar de la vacuna AstraZeneca, con el criterio de “a mí me huele que no sirve”. Hasta ahora no se conoce un plan de vacunación masiva y sus criterios, sean políticos o médicos, aún no teniendo las dosis suficientes. Solo se divulgan proyectos de compras, de producción, de asociación, con China, con Cuba, con Rusia; nadie sabe hasta ahora cuántos y a quiénes han vacunado; dónde están los resultados, en dónde se han aplicado las vacunas, si han funcionado, cuáles son sus efectos secundarios. Es decir, así como con las bolsas pírricas del clap, la población de a pie de se debe conformar con encerrarse en su casa y ver cómo hace para conseguir la Azitromicina, la Ivermectina, la vitamina C-1000, la vitamina E, los limones, los aguacates, los mangos, las piñas, y demás recomendaciones de la comunidad médica, porque ya no puede atender a tanta gente infectada dentro de los hospitales y otros centros públicos de salud, porque están a punto de colapsar. La buena noticia es que el sol es gratis. Si tomaste vitamina C-1000 y E, puedes esperar a que llegue el camión de las medicinas baratas, debajo del sol, 20 minutos (y mucho más), como recomiendan los médicos.

Aunado a estos dos asuntos de importancia está el discurso antiimperialista, esa la convocatoria extraña e inapropiada hecha por el presidente a una “marcha de las antorchas”, justo cuando un alcalde en Yaracuy marca las casas donde se sabe que hay gente enferma de covid. Rápido nos vino a la mente nuestras lecturas universitarias, “La peste”, “La caída”, los libros de Camus, y los primeros años de la “peste Nazi” antes y poco después del comienzo de la segunda guerra mundial, cuando la juventud nazi marchaba por las calles con antorchas persiguiendo a los judíos y marcando sus casas con la estrella de david. Por eso decimos, un solo cándido salvaría a todos los pícaros del gobierno, pero ¿dónde está?; ahí dentro hay un Goebbels que quiere emular a Hitler (o a Galtieri, para no exagerar las dimensiones). Más bien creo que el gobierno está desnudo y los sabe.

De la economía no vamos a hablar, ya lo hemos hecho bastante. Solo podemos resumir el discurso económico del gobierno de Maduro como “promesas y mentiras”, compendiadas en cuatro leyes desdichadas : La Ley del Plan de la Patria, el Decreto con fuerza de Ley de las Zonas Económicas Especiales, la Ley constitucional (constituyente) de Inversiones Extranjeras productivas y la nefasta Ley Antibloqueo. Por ahora.

De ahí nuestra precaución con la ley de las comunas y las supuestas “ciudades comunales”. Nos arriman otra trampa, vestida de socialismo. Todos sabemos que la ley no obliga a nada y a nadie, sólo la fuerza, la voluntad, y ésta está del lado de los aprovechadores, del capitalismo y los tramposos, los únicos que trabajan con eficiencia y bien organizados.

Frente al discurso del rey –decíamos – el país va en caída libre, se deshace en pedazos con cada tropiezo. Por eso consideramos una locura eso de las ciudades comunales y la ley ¡orgánica! de la comunas, las cuales, en las circunstancias actuales, más bien estarían al servicio de los enemigos del socialismo, descentralizarían el poco poder que tienen actualmente las instituciones del Estado, el gobierno se diluye más, que es bastante decir, ¡privatizarían al país!, esa idea sin sustento real en la conciencia de la gente, sin revolución, va a anarquizar más todo, el país en manos de los oportunistas, ¡ni se diga lo que va ser de la sociedad sometida a reyezuelos y pranes por todos lados, cada quien con su comuna! Venezuela sembrada de feudos, con trazas de colonialismo... Como dicen, la historia es un eterno retorno… a lo mismo (¡y tanto que criticaron a Salvador de la Plaza por hablar de feudalismo en Venezuela!: ¡intelectuales petulantes!).

Esa barajita del poder comunal, su discurso, es nostálgico, nos habla de un sueño pero engañoso. Jorge Rodríguez marea a todo el mundo con una técnica de propaganda, probada en el terreno por los nazis, el mensaje simple y repetitivo, idiota, patriotero que usan los fascistas para embaucar a los distraídos que no saben que la patria escurre hacia el mar; nos prometen poder comunal pero dividen el país para venderlo al mejor postor; petróleo, oro, diamantes, coltán, playas, parques, ríos, museos, fuerza de trabajo, salud, todo convertido en mercancía porque se abandonó la lucha revolucionaria, todo a la venta o etiquetado para la subasta ¿Cuál poder comunal?, con estos dirigentes solo gobierna el egoismo mezquino, la falta de visión, la inmediatez, la improvisación, el billete verde, no el pueblo.

Hay que frenar este atolondramiento, este arrebato, hacer control de daños y retomar el plan original de organizar una sociedad socialista, más humana, más sensible al dolor humano y a la naturaleza, más solidaria; educar, crear conciencia de pertenencia social, restituir el valor del trabajo creador por encima de la ganancia fácil o gratis. El plan está hecho, solo hay que ponerlo en práctica -antes de que la derecha pro imperialista y el madurismo desvirtúen definitivamente su valor político y ético, lo desaparezcan --, es el Plan de la Patria de Chávez, el verdadero, antes de ser adulterado y convertido en una ley ridícula, inservible, contradictoria.

¡Volvamos a Chávez y al Plan de la Patria, revivamos la esperanza!

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