La peste también mata a las flores

Miércoles, 28/04/2021 08:46 PM

* Por Yannelys Patiño

El periodista Juancho Marcano, despidió a su amigo Evaristo, con quien conversó sobre la aterradora sequía que vive Tacarigua y toda Margarita, y sobre la triste e inesperada muerte de la Alcaldesa del municipio Gómez, Yannelys Patiño, quien el lunes 26 de abril del 2021, se fue a la diestra del Señor y ahí le estará contando cómo fue capaz de hacer tantas obras buenas en pro de la gente.

Una vez que su amigo Evaristo se alejó de la casa, el reportero, regresó hacia a una silla en el fondo del garaje y ahí un manto de congoja lo cubría de a pies a cabeza, llenándole el corazón de un dolor profundo y hondo, debido a la muerte de quien era una de sus mejores amigas y a quien admiraba no sólo por su belleza física y espiritual, sino por toda esa inteligencia que mostraba y el poder del discurso que como líder política demostraba en cualquier escenario para enfrentar a palabra limpia a sus adversarios políticos. Ahí sentado con la mirada perdida hacia un cerro aledaño y sin poderlo creer aún, se le acercó su fiel perro Pipo, y le comentó:

- Te veo triste muy triste, Juancho, ¿dime por qué?

El periodista acarició la cabeza de su perro y manifestó; "Si, Pipo, siento que tengo un traje que me viste de tristeza y dolor, porque una amiga llamada Yannelys Patiño, llena de vitalidad y fuerza para enfrentar la vida, se nos fue y eso duele en lo más profundo de nuestro órgano vital, pues Yannelys era como aquella flor, que como dice el poeta, nace aunque el estío seque los campos. Era así parecida a esa flor: guerrera, margariteña y sin doblegarse ante las dificultades que se le presentaban en el duro camino no sólo de la vida, sino de la política. Era esa flor que muy ciertas veces nace en esta tierra y cuando lo hace, viene con ese ímpetu a luchar y a combatir por el bien de sus semejantes. Pero lamentablemente esta peste no perdona ni la belleza, ni la dulzura, ni la fragancia de una flor como era Yannelys.

El periodista dijo esto y calló, y Pipo no quiso seguir preguntando y así respetaba su tristeza, pero antes de echarse muy cerca, notó que del mar de los ojos del reportero, brotaron dos gotas de agua salobre.

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