Del Alto Apure a la Cota 905

Miércoles, 05/05/2021 11:27 PM

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"Acertadas o en yerros, estas reflexiones escritas a la rústica, pues son otros los que tienen el dominio de los temas aquí tratados, sirven al menos para que se piensen una vez más en los problemas contemplados."

Mario Briceño Iragorry. Mensaje sin destino.

Hay hechos que se presentan casi a diario, uno tras otro. Evidencias dicen unos, indicadores lo llaman otros. Lo cierto es que son elementos que reflejan la grave crisis generalizada que vive el país. La anomia se ha adueñado o se está apoderando de casi todos los sectores. Hay evidencias que parten el alma y achican el corazón. Hoy quiero referirme a dos fenómenos que presentan narrativas tan idénticas, aunque en apariencia son analizadas desde perspectivas diferentes.

Ambos fenómenos tienen para mí la misma importancia. El primero tiene que ver con un hecho que aparentemente lleva más de cuarenta días, y digo que aparentemente, porque este fenómeno está instalado desde muchos años en el territorio fronterizo. Territorio donde se ha venido desarrollando una guerra hibrida –así la denominan los expertos- que utiliza entre otras cosas la guerra de guerrillas. Método de lucha que no necesariamente lo desarrolla o implementa gente de izquierda. Según los reportes, ya pasan de veinte los militares venezolanos asesinados en una confrontación que como lo hemos señalado en artículos anteriores, es compleja y multifactorial.

No voy a detenerme a analizar o emitir opinión sobre esa confrontación armada, más bien quiero señalar lo que tiene ver con un elemento que se viene instalando en el imaginario popular, que a mi parecer, es mucho más grave que la confrontación armada. Se trata de la respuesta o la postura de la población en cuanto a identificarse con los grupos armados irregulares, bien sea con un comentario, chiste, gesto y/o una sonrisa aprobatoria.

Esta triste y dolorosa situación conlleva a entender de manera mucho más clara como la ausencia de humildad traducida entre otras cosas en la ostentación, privilegios, prepotencia y soberbia de los sectores dirigentes del país y de un importante números de elementos policiales-militares, ha llevado a un significativo número de habitantes de la frontera a sentir cierta identificación con los grupos irregulares, esto, como consecuencia de la práctica diaria de matraqueo, de maltrato, de estigmatización que sufre el pueblo de a pie en cada punto de control o alcabala como popularmente se conocen los hoy llamados Punto de Atención al Ciudadano PAC, que por cierto, solo han cambiado de nombre porque su quehacer cotidiano en cuanto a la relación con el pueblo es idénticamente igual e inclusive peor al matraqueo cuartorepublicano.

El otro fenómeno al cual quiero hacer referencia, es a la situación casi cotidiana o por lo menos semanal, que se presenta con la banda delincuencial que opera en la Cota 905. Hay chistes, memes aparentemente inocentes que de una u otra manera conllevan a pensar que lo que se ha instalado en el imaginario popular de los habitantes de la frontera está ocurriendo de manera similar en la capital del país. Y al parecer, esta situación se genera no solo por el actuar policial-militar con los ciudadanos sino por la conducta de los mal llamados colectivos que cuando el pueblo protesta por la falta de gas, agua, comida, por la inflación que se devora el salario y por un largo etcétera de problemas socioeconómicos que no son productos exclusivo de las sanciones y el bloqueo imperial, de una "los colectivos" –al estilo de los otrora cabilleros de AD-Copei- se aparecen con amenazas, con la misma petulancia con que actúan algunos elementos policiales-militares y políticos en la frontera.

Por cierto, la mayoría de los problemas socioeconómicos -como ya lo he señalado- no tienen su origen o no son producto exclusivo de las sanciones y el bloqueo, sino que son secuelas de la descarada corrupción e ineficacia de quienes gobiernan, además de la burla y el mirar por encima del hombro al ciudadano cuando se dirige a un ente gubernamental buscando ser atendido y le den respuesta a su problema, así como la sarta de mentiras que los jefes políticos le regalan casi a diario al soberano.

Este fenómeno subyacente en la subjetividad del pueblo es mucho más peligroso que la misma confrontación armada que se desarrolla en la frontera y en la Cota 905, porque lleva consigo la desmoralización, el desarraigo, la desesperanza, la pérdida real de soberanía y para completar, supuestamente, un alto jefe policial plantea un dialogo con las bandas delincuenciales disque con el objetivo de desarmarlas. Será que olvidan "voluntariamente" el fracaso que significó la llamada política de desarme y los fulanos territorios de paz.

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