"El analfabeto político es tan burro que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política. No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado y el peor de todos los bandidos que es el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas nacionales, y multinacionales de gobiernos totalitarios". Bertolt Brecht.
El desprecio de los ‘revolucionarios’ venezolanos en el poder desde 1999, hacia el conocimiento, y la inteligencia, atropelló, a los que hacían falta, dejándolos fuera del sistema, así nació esta tragedia engendrada en la Habana.
A, los inteligentes si no hacen política desde los partidos, no los votarán nunca». Una realidad vista con mucha candidez a lo largo de estos 22 años, que casi equivale a un programa de destrucción nacional.
Los actores políticos de las redes sociales, en manifestación diaria de marketing político, es la tradicional animadversión de una cierta derecha e izquierda , integrada por élites, que no son mas que aquellos que creen que lo saben todo, y no saben nada, y que pueden diariamente por los medios masivos de comunicación dando lecciones de cómo salir de Maduro, sin hacer política real, donde pululan: intelectuales, gente de la cultura, las universidades, los medios, los moderadores habituales de programas de opinión, monigotes de hecho, con esos monólogos cansones, se le han visto las continuas derrotas, durante todas las campañas electorales en estos últimos 20 años, en los intentos fallidos de salir de la revolución bolivariana, sin mojarse el rabo.
Pero el hecho es que en estos tiempos de la destrucción de Venezuela, tan grises, en los que se pierden valores e incluso el sentido común, en este conflicto destacan los ignorantes: (y los que hacen ver, que la política es algo deleznable). No solo por sus despropósitos de alcanzar el poder sin organizar políticamente a la sociedad, sino por la osadía desmedida. La ignorancia política en materia de activismo, es bien sabida, es atrevida. Y el atrevimiento, especialmente en tiempos de turbulencia política como estos, tiene fatalidades. Es atractiva para los necios. Macri en Argentina por no hacer política, y organizar cuadros políticos perdió el poder, Jair Bolsonaro en Brasil su narcisisismo le está fraguando su derrota. Piñera en Chile le metieron una constituyente ejerciendo el poder, a Lenin Moreno en el Ecuador de vaina no se lo echaron en caldo de ñame. Iván Duque en Colombia, donde el totalitarismo del Foro De Sao Paulo va por esa joya de la corona, el terrorismo narcotraficante de la FARC, y el ELN, con Petro a la cabeza no lo dejaran terminar su mandato, los ejemplos sobran en la pelea feroz entre el Indio, y la China, en los próximos días de junio en Perú en la lucha por el poder, donde han huido miles venezolanos, quienes verán si se lanzan por el barranco.
La atrevida ignorancia de que hacen gala los youtubers políticos del Internet, lejos de ser un hándicap para la causa que representan, no movilizan, y menos motivan a su electorado. Se trata de una ignorancia sobre el activismo político militante, desafiante, orgulloso, dispuesto a defender donde sea necesario un bagaje de ideas, que sean percibidas, sin prejuicios, donde se pueda decir lo que quiera, donde el pueblo hambriento, sepa que se tiene la razón, y le coman la bolsa clap, y luego les caguen el mapire.
En la práctica, al totalitarismo la reivindicación política de la ignorancia la ha sido muy eficaz. Les funciona. Porque es un constante llamado a quienes, de una manera u otra, se sienten descolgados, y que no cuentan con los opositores, y disidentes, los perjudicados por este sistema, los enfadados con el establishment revolucionario.
Por ello, en momentos tan álgidos como este, de crisis de muchas cosas, en que la erosión de las clases medias que huyen del país, conlleva al desencanto de los votantes con la oposición, en el que se va creando un ecosistema ideal para opciones populistas, y extremistas Made in Cuba, Siria, e Irán etc. La propia reivindicación de la ignorancia, con sus connotaciones estalinistas, fascistas, y totalitarias, donde se pierde la autoestima, y el sentido de pertenencia. Donde de ninguna manera, representa la liberación del yugo, del adoctrinamiento, es decir, de la pesada tarea de no adquirir conocimientos, y de saber cosas sobre el progreso, y las oportunidades. John Guaidó, el manga miá, presidente de papelillo, no encuentra que decir para tanto, por no saber si Venezuela, es un conuco, o un país. La historia está llena de ejemplos de ignorancias militares, y atroces. Stalin también pensó que los inteligentes tenían la culpa de todo lo que no funcionaba en la URSS, y Pol Pot mató a todos los camboyanos que usaban lentes, y no era precisamente, porque hubieran leído algún libro. Un caso muy patético en el siglo XX: el de aquel grito del general Millán de Astray en el paraninfo de la Universidad de Salamanca en 1936: ¡Muera la inteligencia! ¡Viva la muerte!
Hay casos tan extremos, pero reveladores: por ejemplo, el del dictador genocida de Corea Del Norte, que para justificar su posición ante Trump dijo: Venezuela es un país muy lejano del cual no sabemos nada, muy famoso por sus meteduras de pata.
Pero se supone que los políticos venezolanos de todas las tendencias deben tener asimismo un cierto nivel. Y la opinión cada vez más generalizada del pueblo venezolano, es que los que tenemos ahora no dan la talla para salir de esta tragedia. La evaluación que hacen los ciudadanos es contundente: un suspenso general, y con muy malas notas. Con hechos como las constantes cagadas de Henrique Capriles, y Leopoldo Lopez, tal como lo reconoce María Corina Machado, nos damos cuenta de que hoy no tenemos muchos personajes políticos de talla. Sean cuales sean las causas, tenemos un problema. Y la gran preocupación que demuestran los ciudadanos por los políticos opositores, y disidentes, no hace sino confirmar la magnitud de la tragedia venezolana.
Pero hay que decir que la ignorancia política también juega malas pasadas a quien la practica. Directivos de la nomenklatura rojita pasan también su momento oscuro cuando descalifican a los votantes opositores, y a los descontentos, ofendiendo a ese electorado, y revelando un desconocimiento radical de la realidad social de Venezuela. Una cosa es fomentar el orgullo de la ignorancia entre la militancia revolucionaria, y otra es tratar de ignorantes a los ciudadanos opositores, y a los descontentos con el gobierno.
Malas espinas. La ignorancia haría gracia, de hecho, la hace si no fuera porque, si se le deja hacer, se carga todo lo que puede. Los ignorantes políticos de la tragedia venezolana no son, ni de lejos, los opositores, y los disidentes. Son los revolucionarios, y los alacranes ladrones, la desvergüenza de la revolución. ¿Se estará viendo, la luz al final del túnel?