En 2016, en el acto de toma de posesión de la entonces nueva Asamblea Nacional (AN), el presidente Maduro, quien asistió al acto protocolar en su carácter de Jefe del Estado, pudo escuchar, directamente de Henry Ramos Allup, la promesa hecha al país de que el Poder Legislativo trabajaría para encontrar una vía, que permitiera salir del primer mandatario en un lapso de seis meses. En ese momento se le olvidó, al entonces Presidente de cuerpo legislativo, que minutos antes había jurado cumplir con la Constitución y las leyes de la República, en las cuales no existe ninguna disposición escrita que le dé tal prerrogativa a la AN.
Imagino que, en ese momento de gran alborozo opositor, luego del triunfo claro obtenido en las elecciones de diputados de diciembre de 2015, la oposición de la Mesa de la Unidad Democrática ha debido sentirse casi "todopoderosa" y en absoluto se pasearon, por la lógica respuesta a estas intenciones que le daría el Ejecutivo Nacional, quien para ese momento controlaba el resto de los poderes públicos, la Fuerza Armada Nacional Bolivariana y todos los organismos de seguridad del Estado, además de la mayoría de las instituciones. Pecaron de soberbios y autosuficientes o simplemente de ingenuos, sin percatarse que ya el gobierno, había comenzado a instrumentar acciones para su defensa.
En efecto, avisado públicamente por declaraciones y amenazas de diputados y otros líderes opositores, el gobierno instrumentó una acción judicial ante el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), para quitarle a la oposición la posibilidad de utilizar la primera de las mayorías calificadas, es decir, los dos tercios de los votos parlamentarios totales. La impugnación de los resultados de la elección de los diputados indígenas de Amazonas y Apure fue el mecanismo escogido para tal fin y se efectuó ante en el TSJ. De aquí en adelante, las decisiones ilegales e inconstitucionales de ambos bandos enfrentados a muerte fue el pan nuestro de cada día de los venezolanos.
Algunos, cansados u obstinados de nuestra insistencia, dirán o pensarán por qué caemos en repeticiones de hechos que todos hemos visto y recordamos. El motivo es obvio, quienes desde la oposición de la AN llegaron a tratar de instrumentar salidas absurdas y alocadas en todo el sentido de la palabra, no han recapacitado sobre el daño que sus acciones le han producido al país, a su gente, a sus instituciones, a sus relaciones internacionales, su economía y su democracia. No se han percatado ni siquiera del daño generado a sí mismos, que los tiene hoy casi totalmente destruidos, divididos y dispersos, ni de los grandes favores hechos al gobierno de Maduro.
Muchos de ellos siguen persistiendo en la misma conducta, pese a que en el discurso pareciera que han dado un cierto viraje. Se nota cuando analizamos lo que dicen, las respuestas que dan a la prensa, las explicaciones incompletas y manipuladas que le dan a sus seguidores. No han tenido la valentía de reconocer que se equivocaron, que tiene que ir a un diálogo con quien calificaron de usurpador y de inexistente. Hablan de que participarán en las elecciones, pero inmediatamente colocan la premisa de hacerlo sólo en condiciones favorables, lo que niega en el fondo esa participación. Hablan de un cronograma y desde ya intentan adelantar inconstitucionalmente el revocatorio presidencial.
En 2016, el cronograma colocaba las elecciones de gobernadores luego de las realizadas de la AN. La clara victoria opositora en estas últimas auguraba una derrota contundente del gobierno en casi todas las gobernaciones, y el gobierno perfectamente lo sabía. Pero no. Esa vía era demasiado fácil. Había que buscar la ruta más enrevesada: la convocatoria de un referéndum revocatorio. Eso era lo importante, decían. "Que gobernadores ni que ocho cuartos", "hay que salir de Maduro", "Venezuela no aguanta más". Lo ocurrido posteriormente le dio la razón a quienes propusimos apegarnos al cronograma e ir a las elecciones de gobernadores. Esos mismos fracasados de entonces, hoy están proponiendo de nuevo convocar el revocatorio desde ya, alejando la atención de lo procedente.