Bobby Cepeda, la mentira, el sensacionalismo y la basura. Ya me crearon la duda
Por: Eligio Damas
Domingo, 06/06/2021 02:20 PM
El ejercicio de la política suele ser de mucho atractivo para hombres sin talento, cultura, pero sí con muchas agallas y pretensiones.
Si bien es cierto, como dijo el general prusiano Clausewitz, “la guerra es la continuación de la política por otros medios”, de donde uno concluye que lanzar bombas y material radioactivo a poblaciones indefensas como la de la Franja de Gaza, por ejemplo, y quizás el más ilustrativo de estos, es parte de una política, también lo es inundar el espacio de mentiras y basura. Al enemigo y este es aquél que interfiera los propósitos de determinados políticos, hay que destruirlo como sea, no importa la verdad, la moral ni ninguna de esas pendejadas. Así como al detenido se le saca la confesión torturándole, ¡al carajo los derechos humanos!, al contrario, se le derrota aniquilándole así sea en base de mentiras e infamias. Porque el ejercicio de la política, en buena medida, es preferencia de hombres de agallas en el peor sentido y más deplorable significado de la imagen. Lanzada la mentira, repetida, termina en verdad. Ya no importa nada. El mal está hecho.
Como dije al inicio, el ejercicio de la política ha sido invadido por hombres ansiosos de poder y dinero. Y aunque una cosa y otra parecen muy ligadas, hay quienes se conforman con el placer que proporciona el dinero que, en última instancia, es una versión del poder y es poder.
Es de muy vieja la discordia, rechazo, dentro de los partidos y fuera de ellos, que caracteriza las relaciones entre los intelectuales políticos, que privilegian lo primero y los políticos rasos, universo este que puede incluir algunos de aquellos con mucho de los vicios de estos. Han sido siempre como agua y aceite.
El intelectual, que no sucumbe ante el “político raso”, por los contundentes y eficientes instrumentos que maneja, privilegia la verdad, por supuesto, su verdad, porque de estas hay muchas. Y en función de la con que aborda las coyunturas, elabora de manera consciente sus planes de acción y actividades específicas.
El “político raso” o el “politiquito”, como gusta decir a un amigo, sabiéndose desarmado de virtudes y de verdades, aunque sean las suyas, lo que significa actuar de buena fe y con honestidad, apela a la basura, la mentira y todo el excremento que halle a su paso. Es más, desde el amanecer se atrinchera en los excusados, letrinas y basureros y allí jorunga, sin guantes ni mascarilla, para hacerse más contaminante.
De estos hay en todos lados. No crea usted lector que uno es inocente o mal pensado, como un politiquito, como para estar propenso difundir la idea que los políticos rasos, dados a usar la basura, las bombas sin justificación y las mentiras contra el opositor, están sólo de un lado. No. Como ya dije, están en todos lados, como también los intelectuales y los hombres de buena fe.
Sé poco de música caribeña, salvo de la de mi tiempo, de cuando aquel excelente y prodigioso cantante que fue Benny Morè y hasta Pérez Prado. O, para mejor decirlo, estoy como desfasado o detenido en el tiempo en ese asunto, más si nunca, no sé por qué, pude aprender a bailar. ¡Y hay qué bien bailaba mi compañera! Por eso, por estar fuera o quedado en el tiempo en materia de música caribeña, hasta pocas horas atrás, creo no haber oído nunca nombrar a Bobby Cepeda.
Y ahora no lo he oído cantando, sino relacionado con una información, según la cual, le vino a cantar en su cumpleaños a Maduro y por eso recibió un pago de 60 mil dólares. Si me pongo a sacar cuentas y considerando que mi salario de docente jubilado es de unos 45 ò 50 dólares mensuales, incluyendo los bonos, lo que le pagaron a Bobby Cepeda, significa un poco más de 100 años de lo que a mí me pagan. Y su trabajo, apenas sería de una o dos horas y el mío por casi 40 años.
Visto el asunto también de esta manera, porque quienes difundieron la noticia desde República Dominicana y aquí la replicaron, vieron el asunto desde otra perspectiva, es como para que uno, al rompe, coja una calentura de padre y señor muestro y a partir de ella, asuma una posición política y desate sus armas, que en correspondencia suelen ser del mismo calibre y calidad.
Acabando de llegar desde República Dominicana esa información, leí hasta artículos donde sus autores no sólo se hicieron portavoces de aquello, sino que a su vez montaron sus armas y dispararon en el mismo calibre. Se trata de gente que, como el político, por el interés de derrotar a su enemigo no le importa bajar al infierno al fondo de los retretes o por llamar la atención de la gente, de lectores u observadores, son capaces de lo mismo y más si están envenados de odio por lo que confunden con visiones políticas distintas. El odio de estos es tanto que, hasta su verdad, pronunciada por el odiado, se le vuelve una mentira.
Para desgracia de los políticos y “analistas” que “jugaron adelantado”, Bobby Cepeda, acaba de desmentir la validez de lo dicho anteriormente. Es decir, manifestó que, por haber cantado al presidente de Venezuela, no recibió pago alguno y que, como decimos en oriente, lo dicho por él a aquel periodista radial, solo fue “cosa de chanza o mamadera de gallo”.
A uno le cuesta creer que el tal Bobby Cepeda, que además es ministro de cultura del gobierno de dominicana, de donde uno supone, ¡vaya usted a saber!, se trata de una persona culta y madura, aunque en lo de ver meter gato por liebre ya estamos hasta la coronilla, haya dicho aquello “sólo por joder”. Se trata de un asunto sumamente delicado que, hasta pudiera tener connotaciones diplomáticas. Tampoco, siendo ministro, lo concebimos tan idiota, para no tener conciencia de los efectos que pudiera producir lo que estaba diciendo. Si no fue capaz de prever eso, el señor Cepeda, puede que sea muy buen cantante, tanto como paga cobrar lo que dijo haber cobrado, pero no debe ser muy culto que digamos, menos buen diplomático o en última instancia, gente de buena fe.
Pese haber dicho que aquello lo dijo “de manera coloquial”, porque “los dominicanos somos muy sarcásticos” y alega que estaba en Venezuela de visita oficial y fue invitado a esa fiesta, ya la “la verdad” está no sólo instalada, sino que corre desmesuradamente y los “políticos rasos” o los “politiquitos”, que no nada tienen en el cerebro y quienes sí, pero aderezados de odio, están esparciendo esa basura, como quien ofrece al venezolano una idea portentosa para salvarnos. Dijo esto tomando como buena su excusa.
Pero, aparte de la verdad que en todo eso haya, ya me he manifestado al respecto, es bueno meditar que 6 mil dólares alcanzarían para pagarme durante 100 años, si fuese Matusalén, o para el salario mensual, con bonos y todo, a 1000 docentes de mi nivel. Bailar es bueno divierte. Hasta viendo a otros haciéndolo, pero el comer es vital hasta para poder bailar. Aunque no faltará quien a uno diga “a falta de pan bueno es bailar un vals”, lo que parece tener mucho de verdad, pues hay quienes, por esto, no sólo comen sino hasta viven en el cielo. ¡¡Caballeros, saquen cuentas!!