No entiendo los argumentos de los que siguen repitiendo que no hay que ir a votar mientras no haya un árbitro completamente imparcial; comprendo menos a los que llaman a la abstención, e incluso critican como ingenuos o colaboracionistas a los que optan por esta salida democrática, que es la que nos queda. Si rechazan el camino electoral, ¿cuál es la alternativa que proponen? ¿O será que ellos no sufren las angustias de la mayoría que ya no soportamos tanto sufrimiento? ¿Seguirán guindándose de la ilusa y nefasta esperanza de un golpe militar o una intervención extranjera? Si en verdad, desean salir de este gobierno, ¿la solución es fortalecerlo negándose a asumir el camino democrático de las elecciones? ¿Cómo no comprender que la abstención y la división de la oposición es lo que le conviene al gobierno que sigue jugando a esa carta con la esperanza de que la gente no vaya a votar?
Superar la situación que vivimos, supone abandonar las discusiones bizantinas y el temple derrotista que desdice del genuino espíritu ciudadano, capaz de crecerse con los reveses y las dificultades. La pelea es peleando y no ir a votar supone entregar en bandeja de plata la victoria al rival. Ningún partido, de fútbol o de beisbol, se gana sin acudir a jugar. Es bien cierto que en Venezuela las elecciones no se dan en términos equitativos pues el gobierno utiliza todos sus recursos y poder para imponer a sus candidatos, pero eso debería motivar a los opositores a combatir con más entusiasmo. Los espíritus aguerridos se crecen en las dificultades. Hay que empezar por lograr candidatos unitarios, de gran solvencia moral y coherencia, sin la menor sospecha de corrupción ni de intereses mezquinos, muy cercanos a la gente y a sus sufrimientos. En torno a ellos hay que trabajar duro para convencer a la gente que acuda a votar y garantizar con la observación nacional e internacional que se respeten los resultados. Basta ya de posturas divisionistas. Resulta injustificable y antipatriótico mantener argumentos que desaniman y alejan del voto. Y, por favor, ventilen las diferencias en privado y eviten cualquier información que siembre el desconcierto o el desánimo.
¡Todos a promover el voto y acudir a votar con buen ánimo. Debemos pasar del pesimismo y resignación al entusiasmo que da fuerzas para seguir luchando. Es cierto que el Gobierno busca con las elecciones lavarse la cara con la imagen de que aquí no hay dictadura, pero está convencido de que la oposición no se unirá en torno al voto. La jugada le puede salir mal si no caemos en la trampa y acudimos a votar.
La lucha por recuperar la democracia hay que darla en todos los frentes: en la calle con movilizaciones masivas y pacíficas; en las redes y los medios de comunicación; en las conversaciones con la gente; en el ámbito internacional, y también en el frente electoral. El mundo va a estar con los ojos en esas elecciones y no le va a ser fácil al Gobierno cometer fraude. Además, aunque el árbitro no sea imparcial, no le va a ser posible ganar un partido cuando el otro equipo tiene los jugadores y la fuerza para meterle una goleada. Algunos dicen que los constituyentistas dejarán sin poder a las autoridades electas y pondrán unos protectores del pueblo para seguir manteniendo un poder que les negaron los votos. Pero eso supondría profundizar el rechazo nacional e internacional.