Es imposible pensar que, en un enfrentamiento de tres millones de soldados contra uno, ese uno pueda salir vencedor y derrotar a esos tres millones utilizando las mismas armas y menos si éstas son inferiores en alcance y poder de fuego.
Siendo necesario tres millones de bolívares para obtener un dólar, con el cual poder comprar los alimentos que nos mantendrán con vida, es imposible sobrevivir. Es esto más o menos lo que quiero expresar en el primer párrafo de este artículo, cuando me entero que en la batalla de Carabobo llevada a cabo contra el imperio español el 24 de junio de 1821 se enfrentaron 6.400 infantes del ejercito bolivariano contra 4.300 infantes del ejército español. Allí la pelea fue casi uno a uno.
Con nuestras lanzas, machetes y el apoyo Ingles, pudimos vencer a los fusiles y la artillería de los españoles; con El Bolívar Oro y El Petro, podemos vencer al Dólar Norteamericano, contando con el apoyo del Yuan Chino y el Rublo Ruso. También el trabajo por la consecución de los Cincos Objetivos del Plan de la Patria y el desarrollo del Socialismo Bolivariano del Siglo XXI a escala continental, son armas para enfrentar al Imperio Norteamericano y hacer que respeten nuestra soberanía sobre el suelo patrio. Las condiciones objetivas tienen que ser dadas para combatir y ésta guerra que estamos llevando a cabo, en la proporción tres millones a uno, es más que suicida.
En esta guerra DE 4TA. GENERACION, donde las batallas se dan en el campo económico, cibernético y mental; y las armas son las monedas, los medios de comunicación y los mensajes, las desproporciones también cuentan y por más que saquemos el cuento bíblico de David vs Goliat, las posibilidades de vencer, con esa tan grande desproporcionalidad, es imposible de ganarle al enemigo, a menos que esta desproporción de fuerzas para el combate se hagan menores.
Es pensando así, como me puedo explicar a mí mismo, el por qué ese presunto viraje a la derecha del gobierno de Nicolás Maduro, al abandonar El Plan de la Patria y pactar con los oligarcas empresarios venezolanos y el capitalismo internacional, promulgando leyes y Zonas Especiales para la explotación económica de nuestras riquezas. Yo sé que la primera prioridad de todo gobierno es su permanencia, para Poder ejercer y cumplirle a los que lo eligieron. De allí extrapolo la idea que viendo el gobierno venezolano, la imposibilidad real de poder combatir contra tan poderoso enemigo, haya tenido que bajar la guardia y pactar hasta que hayan mejores tiempos. No creo que sea por falta de valentía, sino por sobrevivencia.
Lo que no logra asimilar mi escaza inteligencia es el por qué todos los enemigos internos y externos del gobierno centran su batería sobre Nicolás Maduro, como el único responsable toda la crisis que estamos viviendo en esta guerra donde los contendores manejan armas tan desiguales. Eso es como querer acusar a nuestros aborígenes de cobardes porque se dejaron vencer por los invasores españoles o que los Palestinos están en igualdad de condiciones frente a sus enemigos sionistas de Israel. Lo trágico-cómico de todo esto es que los más acérrimos enemigos del gobierno están peleando desde afuera, apoyados por el imperio más poderoso y genocida que ha conocido la humanidad y los que están adentro se niegan a entrar en combate, aduciendo que no hay condiciones.
Los que me conocen y saben de mis luchas, en las cuales he estado involucrado, durante los últimos 62 años de mi vida, en lo social, sindical y político, no se extrañan de mis actuales posiciones frente a la realidad que me toca vivir en estos comienzos del siglo XXI. Siempre me ubiqué al lado de la parte más débil y pienso que en esta guerra, los chavistas y soñadores del Socialismo Bolivariano del Siglo XXI somos los más débiles y en esto están incluidos: Maduro, Diosdado y los otros líderes que se identifican como tales. Los Enemigos de mis Amigos, también son mis Enemigos, esa es la lógica que empleo a la hora de tomar las armas y posiciones de combate. Corro el riesgo de equivocarme al seleccionar a quienes considero son mis amigos, pero me queda la satisfacción que la selección la hice yo y no otros por mí y eso no tiene precio.
Apenas quedan cinco meses para librar una de las batallas más importante que nos ha tocado en estos últimos 22 años: Las Mega Elecciones del 21 de noviembre del año 2021. No participar activamente y ponerse hablar pendejadas no tiene nada de revolucionario. Abstenerse no es una opción. Si el gobierno no logra bajar esa desproporción, de 3 millones de bolívares por un dólar, antes de tres meses, la batalla seguramente la perderemos los chavistas; con eso no quiero decir que el imperio ganará la guerra, pero habrá que esperar más tiempo y nuestra generación no merece eso.