… y de cada quien según sus capacidades

Viernes, 18/06/2021 08:07 AM

¿Quién tiene la responsabilidad de que se haga la revolución socialista?

Un amigo desconfiado me dijo un día que no estaba seguro de que las empresas privadas, de "plantas de producción" para ser más exactos, fueran confiscadas y pasarán a ser administradas por el Estado, "porque la gente cree–decía – que cuando algo pertenece a todos no es de nadie". Yo le dije –"para eso estás tú, para convencerlos de que esa fábrica es de todos, de que es suya también, no de nadie, y tiene que cuidarla". Una pequeña vanguardia verdaderamente revolucionaria hubiera bastado para poner a funcionar todas las empresas socialistas y producir las tierras confiscadas. Aquellos que más saben, aquellos que más piensan, los que más les preocupa el socialismo deben visitar las fábricas, no solo los técnicos, no solo los especialistas, para, no nada más emular el trabajo y el socialismo con discursos (siempre es necesario), sino a decirles cómo se podrían hacer las cosas de la mejor de manera en socialismo, socializando el trabajo mismo, y recordarles que el fin último de esa empresa y de ese campo es producir lo necesario que demande la sociedad en ese momento, trabajar para toda la sociedad.

Pongamos que este amigo en cuestión sea intelectual o poeta, si acaso es revolucionario, su responsabilidad es mucho mayor que la del obrero, que la del técnico, el mecánico, pues él tiene más formación política, quizás una visión más amplia que los problemas domésticos que puedan vivir a diario en esos espacios. No es necesario ser un técnico especialista para ayudar a hacer la revolución dentro de una fábrica o en el campo, lo más importante es formar consciencia, enseñarle a la gente el por qué y para quién se trabaja. No obstante, que se sepa de oficios, técnicas, ciencia, siempre será mejor para un líder revolucionario, quizás hasta necesario.

El burocratismo es un lastre burgués que llevan los dirigentes o líderes que se autocalifican de socialistas y terminan con él justificando su nulidad como burócratas culpando a los dirigidos, a sus subalternos, o a la militancia, o a los obreros o al pueblo, inclusive al Estado. De este mal padece la mayoría del madurismo. Llevan el cargo en la cabeza pero no la responsabilidad. Llevan el nombramiento debajo del brazo pero no el compromiso. Igual pasa con los dirigentes políticos nombrados a dedo (de los cargos que llaman de "libre nombramiento y remoción") que los elegidos por "elección popular", los diputados, los alcaldes, concejales y gobernadores; suelen ser burócratas inconscientes que rara vez asumen responsabilidades políticas, en nuestro caso, las de hacer la revolución – ¡porque se auto calificaron revolucionarios y socialistas y fueron elegidos (a dedo o no) gracias a la revolución socialista; a nombre de Chávez y del socialismo fue que lograron sus cargos y sus sueldos…, ni hablar de sus ventajas! –

Desde el presidente de la república hasta el concejal más desconocido, creen que la revolución solo se decreta, que son palabras sueltas al aire que como semillas voladoras se siembran solas. En los momentos de crisis y fracasos nunca asumen la responsabilidad del líder, resolviendo y admitiendo las fallas, el problema fundamental de toda revolución: ser revolucionario siempre y hacer revolución, emular la revolución en las prácticas de vida, en el hacer cotidiano, desde abajo. Un ministro debe visitar las fábricas y el campo, no nada más ocuparse de la administración del Estado en los niveles más altos hay que ser revolucionarios de todo terreno; dirigentes y líderes de esos que saben qué y para qué se hace lo que se hace, listos para orientar al obrero, a la maestra de escuela, a la enfermera, al administrador de la fábrica, al policía, etc.; el líder debe ser el más esforzado en todo y de todos.

No debería haber un "intelectual" más preocupado que el propio "presidente de la revolución" por lo aquello que pasa en la revolución; no debería haber un ministro que trabaje por "el presidente de la revolución", o un asesor que gobierne por el presidente; en una revolución la responsabilidad y el compromiso son fundamentales, y la burocracia no puede tragarse a una y al otro a la hora de buscarlos en sus dirigentes. El cargo no puede estar por encima del compromiso con los principios y de la responsabilidad como revolucionarios ante el trabajo eficiente.

–"La revolución es un apostolado" – decía el comandante, y de seguro muchos se rieron de él en silencio, y otros, los menos pícaros, se les aflojaron las piernas. ¿Por qué culpar al Estado o al pueblo, a "lo público" de ineficiencia, corrupción, malversación, si esa es la responsabilidad de los líderes, el que nada de eso pase, si de ellos es el mayor sacrificio revolucionario, el mayor esfuerzo? ¿Acaso no son ellos la vanguardia que debía formar la nueva sociedad, ser ejemplo de moral socialista para la nueva sociedad?

Porque desde el presidente, pasando por gobernadores y alcaldes, hasta el concejal más insignificante pueden disculpar su falta de voluntad revolucionaria, o su ignorancia, o sus intenciones ocultas, mintiendo y mintiéndose, midiendo el alcance de la revolución con sus propias incapacidades, poniéndose ellos como la ley con la cual se deben juzgar a los otros, a fracaso que es propio... Desde el presidente hacia abajo.

Para dar a cada quien según sus necesidades hay que exigir de cada quien según sus capacidades. No caben disculpas para aquellos que dicen haber sido socialistas y revolucionarios ayer, mucho menos para los que dicen serlo hoy, y luego culpar de sus fracasos siempre al "otro", a los otros, al mundo. A esta dirigencia se les debe exigir responsabilidades, deben ser juzgados por de lesa revolución, como líderes, son los únicos culpables, no el socialismo.

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