Ya durante el siglo XVIII, precedente al de Carabobo, antes de nosotros conquistar nuestra independencia primera, la arrogancia vil del mantuanaje forjó la chapa de mulato y de mulata contra una clase esencial de la sociedad venezolana, los pobres, y además chocó contra ella tratando de reducirla a la inferioridad, negarle el derecho a la educación y esclavizarla sometiéndola a trabajos embrutecedores; y el clero -¡cuándo no, qué asco!- tuvo mucho que ver con esa barbarie, ese clero que se da golpes de pecho cada vez que la revolución bolivariana le pone el guante a cuanto malandro in fraganti delito haya, y pone el grito en el cielo; se trata ni más ni menos del mismo clero que defendió a capa y a espada la esclavitud imperial que Fernando VII, Rey de España, mantenía contra Venezuela, todo que ver aún.
Negros, aborígenes y mulatos no tuvimos derecho, afortunadamente, a ser bautizados y, en consecuencia, obvio, no tuvimos alma, por lo que el censo de esa mantuana Caracas que entonces se cuantificaba en almas, nos contaba como animales y esclavos pero en el mismo saco.
Para la época del terremoto de 1812 el censo de Caracas sólo contaba almas, es decir, bautizados; así que chivos, caballos, cochinos, negros, el aborigen y los mulatos, toros y vacas muertos y muertas éramos otro contaje. El Motolito Monseñor Mario Moronta -MMMM- y toda su pléyade deben saberlo muy bien aunque se hagan los musiúes.
Es decir que entonces durante la colonia nosotros no éramos personas para esa iglesia que hoy se da golpes de pecho contra la revolución bolivariana y en pretendida defensa de derechos humanos, ¡vaya qué bolas, qué fiasco!
Así que cuando Pedro Carmona el breve echó de Miraflores el retrato de Bolivar, e igual cuando el lexicógrafo adeco H Ramos Allup hizo lo mismo echándolo de la Asamblea Nacional y además acusándolo de amulatado, el guión gringo avanzaba hacia la etapa de expulsar a Bolivar del Panteón Nacional, cosa que ya el pueblo venezolano asimiló y dispuso parar a como de lugar.
La negación de la verdadera esencia humana de los humildes y explotados ha sido históricamente sustentada por las religiones que sirven de bastión a las plutocracias y a tal punto hay que ver que el colonialismo es expresión directa de racismo; coloniaje que, desde luego, es sustentado por la alta jerarquía religiosa en Venezuela, y aquí no hago diferencias porque católicos, evangélicos y demás, todos sin excepción son racistas, dogmáticos y roloe´vivos.
Hay que combatir las presiones sociales y culturales que sobre amplios sectores del pueblo han mantenido los racistas y sólo la revolución bolivariana, en el caso Venezuela, puede encargarse de hacerlo; de ahí la enconada carga de odio y de violencia que quienes durante siglos han tenido la sartén por el mango ejercen contra todo lo que huela a Bolivar y a Chávez.
Desde el punto de vista biológico está científicamente demostrado que no hay razas humanas, la raza humana es única, lo que existe son diferentes grupos étnicos, hay una sola raza humana, no dos ni tres ni más. Así que, ¡moscapil! (mosca con las pilas puestas, por si las dípteras).
Heroica en defensa de nuestra libertad es la gesta de mulatos –o pardos, como también se le conoce- como José Félix Ribas, pero no es de extrañar que esa clase a la que pertenece el citado lexicógrafo de marras y adeco racista trate de echar pestes contra nuestros héroes y heroínas del pasado, del presente y del futuro.
Al pueblo nos resbala lo que esa oligarquía servil y entreguista piense o pueda pensar; nosotros estamos dispuestos a ser libres, ¡nunca más yugo alguno sobre Venezuela! Queda de nuestra parte nunca más dejarnos arrebatar la soberanía.
Otro mulato, el Comandante Hugo Chávez, ha dado a Venezuela una segunda y definitiva independencia y eso les arde a los apátridas "lexicógrafolambeculosyetc"
Otan: ...etc" es lo peor del cuento.