Una semana en La Guaira es noble motivo para ausentarse de los medios digitales que me conceden el honor de compartir la columna rebelde de Los Llanos. No puedo decir que esos días en La Guaira dejé de escribir, por el contrario, durante todo el viaje estuvo latente el impulso de Jack Kerouac por registrar los espléndidos caminos, como el de los llanos a la costa; carreteras y autopistas en perfectas condiciones, el recibimiento glorioso de Carabobo, donde cada mural, cada institución, se lució para conmemorar el Bicentenario de su Inmortal Campo; desde su ZODI, la sede de la Milicia, hasta un campamento Bautista engalanan sus fachadas con murales conmemorativos. Todos los hitos topográficos del avance histórico del Libertador y nuestros próceres, las avenidas, barriadas, incluso un circo nos despidió de Valencia, todo en paz y en homenaje a la Batalla de Carabobo.
La Guaira nos recibió de noche, pero con una iluminación tan extraordinaria que parece bañada por millones de faros. Todo esto me tocó vivir, mientras las redes sociales alertaban del estallido criminal en la Cota 905. Bastó un micro video en mis estados, testimoniando que Caracas está Bella y en Paz, para que los amigos quedaran vacunados contra el veneno mediático. Lo mismo pasaba en Cuba, pero otra realidad padece Haití; las órdenes indetenibles de Trump y Uribe se materializaban en sangriento resultado, con la abierta injerencia de Estados Unidos y el gobierno paramilitar de Duque. La Hermana Haití, la valiente Haití, jamás perdonada por su arrojo primerísimo para la libertad de los hijos e hijas de África. Con total descaro el presidente de Colombia se refirió a los criminales desplegados en Puerto Príncipe, como en Gedeón, como en Bolivia, en condiciones de "productos de exportación", mucho más estratégicos que el café y casi tan importantes como la cocaína, son los paramilitares que vende Nariño.
Aun con todo este panorama, el programa "A Fondo" del canal alemán DW, esta semana comenzó con su conductora pidiendo "dejar las pasiones" para hablar de Cuba, enumerando numerosos factores, incluso lo que ella llamó "la caída de Venezuela", denunciando al gobierno cubano por el corte de internet, su modelo económico, la detención de "líderes" y augurando una guerra civil, producto de lo que DW califica como "violenta represión". De nada le sirvió a la periodista de DW automedicarse; cualquier análisis sobre Cuba y Venezuela sin tomar en serio lo genocida y unilateral de los bloqueos, es absolutamente mediocre. Creo que a los analistas y reporteros de DW no les caería mal pasar también una semana en La Guaira, que, como Caracas, está Bella y en Paz.