El capitalismo no permite terceras vías. El socialismo tampoco

Martes, 27/07/2021 09:57 AM

La tensión entre dos antagónicos políticos no se resuelve tan fácil como calcular un promedio en matemáticas. Los seres humanos somos cada quién muchos cálculos matemáticos, lógicos, psicológicos, sociológicos, biológicos y sobre tantos criterios debemos juzgar nuestros antagonismos. Sin embargo, hay uno que se impone sobre la mayoría de ellos, es la base material de subsistencia. Si no nos alimentamos, sea mucho o sea poco, todo lo demás parece que se viene abajo. Por eso, el antagonismo entre ricos y pobres resulta dramático: los ricos necesariamente tienen que esclavizar la vida de los desposeídos, para poder sostener su estilo de vida, su dignidad de clase. La única manera de resolver esa tensión es igualando las clases sociales, que haya un solo tipo de decoro, de dignidad para todos los hombres y mujeres desde el punto de vista material, que nadie tenga que explotar a otro para poder vivir decentemente. Para el capitalismo es vital la explotación del otro, para el socialismo, la liberación del individuo del trabajo esclavizado, y para lograr eso el socialista debe asumir la posición hegemónica de la sociedad, a nombre de los muchos explotados y desposeídos. Es complicado pero esa es la dirección: o son ellos o somos todos en iguales condiciones de existencia material (es la única forma de desarrollarnos como seres completos).

Sin una resistencia verdadera, el capitalismo se chupa todo. Todo lo recupera. Al marxismo que se quedó petrificado lo muele y se lo chupa; al Chávez convertido en "tótem y tabú" lo hace humo y se lo chupa; a la nostalgia de lo que fue el país la convierte en mercancía, la remata en el mercado y se queda con la plata; cultiva los deseos para que crezcan sobre su dura realidad. El capitalismo es un demonio que confunde las mentes, no lo asustan las reformas, se ríe de los que tienen fe y creen en su buen corazón y los sodomiza. No hay Ignacio Ramonet que lo espante, a estos se los traga como Cronos a sus hijos. El capitalismo es un agujero negro en la Tierra. Frente a su inquina, a su avidez insaciable, no existen pactos, terceras opciones; ¿eres o no eres su enemigo?

El capitalismo sólo teme al socialismo, a la simple idea del socialismo. El socialismo es el fantasma que lo aterra, es su pesadilla. Es por eso que, donde quiera que los oportunistas se disfrazan de socialistas y prometan socialismo, el capitalismo ataca, el águila pica. No hay manera de que el capitalismo tolere la idea de socialismo, ni siquiera cuando lo usan como señuelo para pescar incautos. Por eso maduro no tiene vida con los capitalistas, por más que les entregue el país envuelto en papel de regalo, maduro sigue ondeando la bandera del socialismo, y eso no gusta, así sea de mentira; ¡eres capitalista o no eres!

No se puede ofrecer todo a todos: ventajas y facilidades a los capitalistas y prosperidad para los trabajadores; siempre estarás engañando a alguien, y es fácil suponer a quiénes. Sin embargo el madurismo lo hace sin empachos, al socialismo lo usa sólo como señuelo para atraer a las masas chavista; con esa etiqueta ha vendido la promesa de prosperidad, del porvenir, la "tierra prometida", inalcanzable como el horizonte de un esfera. "Este semestre habrán buenas noticias", "en octubre se verán los cambios", "el próximo será el año de la recuperación", o como dice Adán Chávez en su delirio, "pronto llegaremos al punto de no retorno"… Sin embargo, como si fuera una marcha de ciegos, cada año, cada semestre, cada mes, todos los días se les atraviesa un obstáculo inesperado; "la guerra económica" (estos son los únicos socialistas que los sorprende una "guerra económica", que los coge descuidados la maldad de los capitalistas, las maluquezas del imperio ¡Qué bolas!), se les atraviesa una sanción en el camino, o el bloqueo, son los único socialistas que creen que pueden engañar al portero del cielo capitalista. Siempre será mucho más digno pelear frontalmente y a muerte con las adversidades, que negociar los principios por la mezquindad de sostenerse en el poder, por el poder por el poder. Inclusive, más digno para el mismo capitalismo es tener un verdadero contendor ideológico que resista y no un bufón pusilánime que lo avergüence ante el mundo.

El precursor de esta técnica para embaucar fue Hitler, que en sus discursos ofrecía ventajas a los grandes capitalistas y lo mismo a los trabajadores, y ya todos sabemos quienes cargaron con el peso de la guerra y del engaño: los obreros y campesinos convertidos en soldados, en auténtica "carne de cañón". La diferencia es que Hitler sí tenía el control sobre el gobierno, el ejército, o sea, de toda la clase media, obreros y campesinos, pero astutamente representaba los intereses del gran capital financiero e industrial. Pero a Maduro no lo quieren ni de lejos los capitalistas. Históricamente se sabe que los que en la lucha traicionan sus causas –pusilánimes, volubles –, pierden, y al final no los quiere nadie, ni los pobres ni los ricos, ni cerca ni lejos.

El capitalismo es una fuerza vertiginosa que crece y mata como el cáncer, en él "todo lo sólido se desvanece en el aire", como decía Marx en el manifiesto comunista. Y desde entonces el mismo Marx ha tenido que pelear con los que quisieron "reformarlo", humanizarlo, pactar con él, endulzar la lucha de clases con elecciones, concertaciones, diálogos, pactos y similares. El "nuevo modelo económico" madurista, fundado en el pacto social, es tan viejo que pone de manifiesto una gran ignorancia, para no decir una gran picardía. Es el mismo pacto social adeco copeyano el cual degeneró en el estado de anarquía neoliberal estimulado por CAP y Caldera, causante directo del 4 de febrero, de la insurrección de Chávez. Por eso parece absurdo que éstos se quieran sostener de la brocha sin la escalera, que hablen de socialismo, pero queriendo cortar el país sobre viejo patrón derruido, súper gastado, con el cual se vistieron a su medida los adeco, los copeyano y Fedecámaras, hasta 1992.

Fedecámaras sacó a Cussano por acercarse demasiado a Maduro, y ahora el gremio muestra de nuevo su carácter oligarca, su altanería y desprecio frente a los arribistas conversos, y sin empaches su odio al socialismo y a los socialistas. Esa orgullosa reacción es más sana para los socialistas, que preferimos un enemigo previsible, visible. Y en el medio de capitalistas y socialistas queda esa cosa informe que llaman reformismo, socialdemocracia, la escena de Hamlet y la duda shakesperiana repitiéndose al infinito sin resolverse nunca, ¡ser o no ser!, una herramienta muy útil para paralizar y corromper a la masa. Que nadie se engañe, sólo los capitalistas, los empresarios más malignos saben que el socialismo siempre será una amenaza para sus intereses, que está ahí, latente en las masas, esperando que en cualquier momento sea resucitado, despierte en otro Chávez, en otro Bolívar, por eso deben acabar con él, nunca pactar, desde temprano, pervirtiendo, fraccionando a toda la sociedad, en especial a la masa trabajadora.

En la lucha de clases no hay cabida para terceras vías, ¡ser o no ser! O soportas las pedradas y flechazos del áspero destino, o resistes y te armas para la lucha.

¡VIVA CHÁVEZ, EL HOMBRE QUE ENFRENTÓ SIN MIEDO DE LAS DIFICULTADES!

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