La Crisis y el PSUV

Martes, 31/08/2021 01:30 PM

Ya hoy en día en Venezuela, hablar de crisis resulta tan lugar común, tan obvio, que nadie se atreve a discutir la aplicación del término. Es decir que hasta allí hay un acuerdo, pero en donde no hay acuerdo es en la responsabilidad de la crisis, en sus alcances más íntimos, en los espacios que ocupa y sus características. ¿Es sólo una crisis financiera y, por tanto, consecuencia del bloqueo imperialista combinado con la corrupción y la mala administración o tiene otros componentes incluso más profundos porque atañen a concepciones fundamentales de la existencia de los seres humanos o, lo que sería aún peor, porque obedecen a la inexistencia misma de concepciones trascendentes, a ideas, a propósitos colectivos?

Una de las acepciones que a la palabra crisis asigna el Diccionario de la Real Academia de la Lengua es: "Situación de un asunto o proceso cuando está en duda la continuación, modificación o cese" y la primera pregunta que surge ¿Es la situación venezolana de tal naturaleza y magnitud que está en duda la continuación del asunto o proceso que nos ocupa, el proceso político, económico y social, y quizás la vida misma de la República? Y, de ser así, ¿cuáles elementos caracterizan la situación (sin propósito de ser exhaustivos): el desorden administrativo; la corrupción desenfrenada; el hambre que afecta a la mayor parte de la población; la emigración que nos coloca en ese renglón en uno de los primeros países del mundo; la distribución extremadamente desigual de la riqueza; la inexistencia de justicia y seguridad; los procesos de entrega del país y sus riquezas naturales a grupos financieros tanto internos como externos; el reemplazo de la noción de salario por un régimen que muchos han calificado de esclavitud (ingreso familiar que, a duras penas, alcanza escasamente para comer y sin derecho a contratación colectiva por parte de los trabajadores)?

La crisis en Venezuela es, sin dudas, de carácter multidimensional y de tal magnitud que para cualquiera resulta muy difícil identificar algún espacio institucional que funcione correctamente de acuerdo a los propósitos para los cuales haya sido creado.

Uno de tales espacios institucionales se refiere al muy complejo de la democracia tal como está establecido en nuestra Constitución y que nos incumbe como individuos y también como seres sociales. Las elecciones se encuentran suspendidas o intervenidas, con diversos argumentos, pero con idéntico efecto: la suspensión de la democracia, en prácticamente todos los espacios cotidianos de participación de los seres humanos: léase sindicatos, universidades, partidos políticos; y los venezolanos acabamos de presenciar bochornosos hechos en las llamadas elecciones internas del partido de gobierno PSUV ante las cuales no hubo formalmente intervención judicial ni decisión gubernamental. Las denuncias públicas provenientes de los propios militantes del PSUV acerca de ventajismo, presiones indebidas, extorsión, chantajes y manipulación de resultados no se han hecho esperar y son una muestra de los alcances de la crisis, que no lo es sólo del PSUV sino que carcome a la sociedad venezolana y la hace lucir como un barco a la deriva, sin rumbo y sin capitán porque el capitán está pensando en retirarse a vivir en París cuando termine el actual viaje, suponemos que con sus prestaciones, a las cuales tiene derecho por supuesto, pero un derecho que no tienen los trabajadores venezolanos ni siquiera para una vida con dignidad, como dice la Constitución, ni estando activos ni cuando se retiren.

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