La publicación de la famosa Carta de Jamaica o como originalmente fue titulada por el Libertador Simón Bolívar "Contestación de un americano meridional a un caballero de esta isla", el 6 de septiembre de 1815, invita nuevamente a considerar este documento de impacto profético en aras de aclarar el destino de la Patria Grande, en su momento, al fragor de la guerra contra la monarquía española y que todo se resume en agradecer al interés de un ciudadano comerciante inglés, en este caso Henry Cullen.
Ahora que en estos tiempos no se cuenta con Bolívar ni con Chávez, quien en vida este último impulsó lo que el primero visualizó como una región de nexos comerciales con el resto del mundo y acuerdos estratégicos en beneficio del continente para afrontar la codicia de países desarrollados, es necesario revisar si realmente hay ese deseo entre los políticos actuales de ser una nación verdaderamente libre e independiente o se sigue jugando a ser colonia económica de cuanta potencia figure en el mapa de la geopolítica imperial.
Los encuentros que vienen dándose en México entre actores de la escena política nacional muestra realidades poco alentadoras quepan en la posibilidad pronto salgamos del marasmo económico presente. Allí el interés común por salvar un país cayendo a un pozo sin fondo no es visto claramente. Priva, eso sí, los intereses por seguir alimentando capitales manejados por ambos bandos. Se habrá equivocado Bolívar cuando en su célebre carta apuntaba la trágica historia recorrida viendo los factores que llevaron a la separación de los espíritus: el hábito a la obediencia y el comercio de interés.
La región en los últimos años ha experimentado una dinámica muy interesante en el cual el imperialismo norteamericano ha tenido que maniobrar para no perder espacios estratégicos y mantener la doctrina Monroe. No obstante, los gobiernos progresistas no terminan de cuajar dado el fuerte injeresismo extranjero, las traiciones de altos funcionarios, la poca o nula claridad de un proyecto integracionista que supere la dependencia económica de otras naciones.
De este modo en la Carta de Jamaica Bolívar plantea una situación a futuro dinámica en América meridional que no deja de ser curiosa y que se corrobora totalmente: en unos sitios los patriotas triunfamos y en otros lugares triunfan los tiranos, lo monárquicos. Separa firmemente los dos bandos. Por los tanto él ve una lucha simultánea en la inmensa extensión de este hemisferio. Para Bolívar como lo diría Chávez en argot militar, nuestra América está en pie de lucha en contra del imperialismo, en todo el frente de batalla.
¿En México políticos venezolanos de oposición y del gobierno pensarán de este modo?