Eduardo Samán “get out”. “Welcome” López, Guaidó, Guevara y Ramos Allup ¿Quién les entiende?

Lunes, 06/09/2021 11:39 PM

 Eduardo Samán, estuvo muy cerca del comandante Chávez. Tanto que este le puso al frente de una tarea de envergadura, para la que se necesitaba un hombre incorruptible, de firmeza y carácter. Había que enfrentar a los especuladores, pequeños y grandes, sobre todo a aquellos ligados al gran capital. Samán cumplía a cabalidad esa tarea. Por eso, se ganó el respaldo y solidaridad del presidente, quien en una gira que hizo a Siria se lo llevo; claro también que allá están los orígenes del personaje.

           En esos menesteres, también se ganó la admiración de buena parte de los venezolanos, partidarios o no del gobierno. Llegó un momento que, después del presidente, Eduardo Samán era una de las figuras de más popularidad en el país y un auténtico líder dentro del Psuv y la izquierda toda.

           De repente, de manera sobrevenida, como gustaba decir a Chávez, cumpliendo sus funciones, el alto samàn, dicho asì por su estatura, que es de nombre Eduardo y apellido Samán, fue derribado, destituido del cargo, al parecer, por haber pisado unos callos enormes. Hasta pudiera decirse que, chocó de frente con una locomotora, o esta, viéndole como un estorbo, optó por enfilar hacia él y lo sacó de cuajo. Según las historias que corrieron entonces, dicha locomotora fue uno de esos laboratorios del gran capital americano, fabricante y vendedor de medicinas a quien Samán, buen conocedor de ese mundo por el carácter de su profesión, quiso ponerle freno a sus abusos. Y más pudo la locomotora, que por sí sola como que bastaba, pero con ayuda interna en el gobierno, para quitar del medio aquel estorbo, molestia y hasta incordio.

            Samán, uno pensó que, por disciplina y hasta lealtad, se fue callado. El pueblo que en él estaba confiando y dándole su apoyo, no supo el motivo por el cual le sacaron. Y él ayudó a que aquello pasase desapercibido y prefirió quedar en el olvido.

          Así como había estado, callado sin decir nada de aquello, se alejó del Psuv y también callado, un buen día, apareció de candidato a la Alcaldía de Caracas. A Samán, un hombre que mostro ser por demás eficiente y solidario con los intereses del pueblo, pero por demás callado, le derrotó alguien hasta más callada que él, pero sin nada de su eficiencia ni coherencia con su imagen y compromiso. Erika Farías fue electa para el cargo y ahora, no hace mucho, sale del mismo por incompetente, tanto que, sus propios compañeros de partido, la rasparon en el primer examen que pudieron hacerle.

             Entre los motivos que pudieran explicar la baja votación de Samán en ese entonces, estaría su silencio. Ese empeño en guardar los secretos. Ese que mantuvo cuando le destituyeron y hasta después, mientras su partido todo y la izquierda ajena a aquél, demandaban una explicación por una medida que para nada compartían. Si a algún funcionario, aparte del presidente, se le evaluaba altamente, ese era Eduardo Samán. Y eso creó mucho descontento y le generó rechazo. Hubo de su parte, como una subestimación de la gente; no la consideró apropiada, con derecho a ser informada y prefirió mantenerse pegado a un extraño código de la lealtad que, para nada le sirvió ni tuvo para con él condescendencia.

            Y luego, quizás cansado de que le ignorasen, no le diesen a él mismo una explicación satisfactoria, si no convincente, de aquella brutal defenestración, también callado se separó de aquel compromiso y militancia.

             La gente, sabiendo que en todo aquello había “gato encerrado”, por motivos que no vamos abordar ahora, optó sólo por cobrar el silencio de Samán. Pareció, como más y hasta convencional hacerlo así. Era preferible no jorungar mucho, no fuese a picar a los imprudentes una culebra mapanare.

             Y entonces, como ya dije, quienes creyeron que con Samán tenían seguro unos cuantos votos y hasta el triunfo, sufrieron un desencanto. A Samán le cobraron su silencio. Y el chavismo, la izquierda en mayoría, votó por Erika Farías

             Ahora, en medio del estruendo que ocasionan las reincorporaciones a la lucha democrática, legal y pacífica de figuras importantes de la comedia política como Henry Ramos Allup y Manuel Rosales; cuando Freddy Guevara, de repente, da una voltereta, esconde sus antorchas encendidas, casi grita ¡abajo la guarimba!, reaparece el callado Samán como candidato de nuevo a la Alcaldía de Caracas. Y lo hace callado, como un muerto que camina y apenas aparece en los medios porque le vieron en el CNE inscribiendo su candidatura.

           Los del gobierno vuelven a México y, allá, de nuevo, se reúnen con la representación de USA que se uniforma y disfraza de venezolanos. Y usan unas caretas con rostros que a algunos de estos se parecen. Y en esas reuniones, empiezan a darse concesiones, abrazos y “bienaventurados ustedes y de ustedes también será nuestro reino”. Y eso, es un hacer lo contrario de lo que quiso hacer Samán, cuando lo cortaron de cuajo y le quitaron la palabra. Ahora, por tanto mal hacer y hasta dejar de hacer, aquello mismo por lo que a Samán defenestraron, tendrán que hacer concesiones inimaginables para Chávez y la multitud que a él le acompañó.

        No les queda otra salida. Se pusieron la soga al cuello y dejaron pasar los días, mientras el lazo se recogía y ellos se limitaban a gritar, ladrar como perros angustiados de susto.

        Y uno, para que lo sepan, eso no les censura; deberían estar sentados allí buscando entenderse con una agenda donde prevalezca el interés nacional; lo malo fue esperar hasta aquí, para sentarse con unos disfrazados y una lista de asuntos que, hecho el balance, están destinados a borrar todo el camino andado y los sueños de Chávez, quizás lo que hizo que Samán, en su momento, callase.

        Y no les queda otra opción. Es indispensable y vital la conquista de la paz. La opción de la guerra, violencia, es, como el más lerdo lo sabe, la que más conviene y mejor manejan en la Casa Blanca. Es cierto que ahora, en ese asunto, para ellos, la masa no está para bollo, pero les basta con esto de la guerra económica y el bloqueo para exterminarnos y hasta llevarnos a nosotros mismos a matarnos unos con otros.

         Yo opto por la opción de votar. Esta salida, pese no ganen los mejores, garantiza una representación en los organismos del Estado, hablo de cuando votemos por AN y presidencia, pero también ahora por alcaldes y gobernadores, que haría más difícil a cualquier potencia imperial disponer de lo nuestro y aleja la posibilidad de una guerra interior, que siempre sería el peor de los males. Por eso y mucho más, apoyo esas conversaciones y el darle al mundo opositor la oportunidad de recuperar la sindéresis y hasta la salud mental.

       Por eso me alegra la reaparición de Eduardo Samán. Pues no es sólo asunto de votar sino por quién y cada uno de nosotros, quienes somos libres, necesitamos sentir que al votar lo hacemos por alguien que ese honor se merezca.

       Pero, en medio del jolgorio por lo que acontece en México, reaparece el taciturno Samán a denunciar que, el CNE, invalidó su candidatura sin dar explicaciones ni justificación alguna.

        Uno, desde lejos presume que la gente del gobierno y sus aliados circunstanciales, optaron por sacar a Samán porque este significa un riesgo para ellos. Podría atraerse los votos de ellos y ganarle la alcaldía de Caracas o facilitar que otro la gane.

      Entonces, cuando uno piensa en las reuniones de México, de cómo el gobierno se está reuniendo con USA y sus agentes, los mismos de las guarimbas, injerencia y hasta invasión, con todo el riesgo que eso implica, pero no es capaz ni siquiera de permitir que, los partidos de izquierda, de gente como Samán, por demás callado y nada agresivo, pero sí firme en los viejos compromisos, concluye que la mira estratégica la tienen perdida y hasta rota. ¿Cómo hallar puntos de entendimiento con el enemigo estratégico, que falta hacen ahora, lo admito, pero no con quienes, de ser uno consecuente, serán seguros acompañantes a todo lo largo del camino?

 

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