La frase que sirve de título a este artículo fue expresada por el dirigente de la organización política REDES Juan Barreto, en ocasión de la entrevista que le hiciera Vladimir Villegas en el programa Vladimir a la una, el 15/9/2021. Barreto solicita al gobierno nacional ´´conversar con los que luchan´´, con los protagonistas de la vida real: trabajadores petroleros, enfermeras, médicos, jubilados, activistas y dirigentes sindicales, algunos de los cuales como sabemos se encuentran detenidos o cumpliendo condenas por participar en protestas sociales. Sugiere asimismo al gobierno la realización de mesas de trabajo para escuchar los planteamientos de estos y otros sectores laborales, así como mesas de servicios públicos que incorporen a las comunidades.
Se trata de un enfoque relevante que, más allá de Barreto y el partido REDES, debería ser objeto de atención por diversos sectores del país. En la práctica sin embargo, lo que se observa es que el gobierno nacional solo dialoga, dentro y fuera de Venezuela, con las élites empresariales y la dirigencia política opositora: un diálogo necesario pero incompleto para explorar alternativas a la crisis sistémica en la que nos encontramos y tratar de crear condiciones mínimas para salir de ella. Lo insólito es que, en ese sentido, un gobierno que se denomina a sí mismo gobierno obrero, no convoque a los asalariados (a los ´´obreros´´ precisamente) a exponer su visión de la crisis y, en ese marco, discutir sus reivindicaciones. Se trata de poner sobre la mesa diversas estrategias de transición económica y, al mismo tiempo, dirimir las vías para proteger las condiciones de vida de los trabajadores y otros sectores populares.
La actitud del gobierno, las oposiciones y los poderes económicos, pone al descubierto que, en la democracia mínima bajo la cual vivimos, tanto en los períodos de prosperidad como de crisis, las grandes mayorías ocupan un lugar similar al que tiene el público en los estadios deportivos: el del aplauso o la queja.
Un factor que se encuentra en el origen de la actitud aristocrática de las élites, es la debilidad del movimiento popular en Venezuela, del que siempre se espera que conserve-como dijera López Contreras en 1936- la calma y la cordura. No entraremos en este momento a dilucidar el carácter histórico de esa debilidad, la que describimos en un artículo anterior publicado en aporrea.org en 20/5/2021 con el título ´´La silla vacía del sujeto popular´´, a cuya lectura remitimos al lector interesado. Lo que es importante es destacar la necesidad de que irrumpa en Venezuela una izquierda social, que fortalezca organizaciones tradicionales (sindicatos, gremios, asociaciones vecinales, consejos comunales, mesas técnicas) y de lugar a otras más envolventes (como coordinadoras o redes locales y regionales, de carácter sectorial o nacional), que defiendan celosamente su autonomía y desarrollen la capacidad de proponer -y luchar- por un proyecto de país alternativo. Un camino en el que movimientos sociales existentes en otros países latinoamericanos constituyen una referencia que podemos revisar, como parte del aprendizaje mutuo de las luchas sociales que libran nuestros pueblos.