Clases presenciales, triunfo sobre pandemia o la escuela de la sospecha

Jueves, 23/09/2021 01:07 AM

Demás está decir que esto del covid-19 como "Pandemia Mundial" trastocó casi todas las dimensiones de la vida cotidiana en todo el "Universo-mundo", que diría el historiador Manuel Caballero (Barquisimeto, 1931-Caracas, 2010). Y Venezuela con su sistema educativo no escapó a ello.

Ahora que se habla de volver a clases presenciales una vez protegidos con la vacuna el personal docente y el personal auxiliar técnico-administrativo y obrero, según el esquema 7x7 implantado las autoridades sanitarias, algunos parecen ver ese hecho como un triunfo sobre la pandemia.

Triunfo de la ciencia sobre las distorsiones introducidas a la naturaleza por "la gestión antrópica" en marcos sociopolíticos típicos de la modernidad contemporánea: capitalista, utilitarista e inmediatista; cuyas aplicaciones tecnológicas son cada vez más prodigiosas; pero que, de acuerdo a sus críticos, empezando por el "Poeta de la Selva Negra", el gran Martín Heidegger (Messkirch, Imperio alemán, 1889-Friburgo de Brisgovia, Alemania occidental, 1976), se ha olvidado la sencillez de la vida que "late" en la naturaleza. La "esencia" del ser, pues, y otras zarandajas que recogió en su libro "Ser y tiempo".

Se ha impuesto, en cambio, una "mirada" extra utilitaria y poco se contempla la belleza de lo que en general se tiene en frente y responder, por ejemplo: ¿por qué se tiene esto en lugar de nada?

Y lo que últimamente se tenido ha sido sobrecogernos al contemplar la fragilidad de la vida, cómo estamos expuestos a la enfermedad y la muerte; contradictoriamente amigos y hasta familiares, hermanos y hermanas, en lo personal, anteponen creencias religiosas, modalidades seudoreligiosas o seudofilosofías, a las nociones científicas. Y se niegan a ser vacunados.

Así, en Venezuela por estos días se ha visto como una gran novedad la vuelta a clases. Muchos dudan, desconfían como si fueran precarios y tardíos discípulos de lo que el filósofo español-venezolano Juan Nuño (Madrid, España, 1927-Caracas, 1995) diera el llamar "La Escuela de la sospecha". Creen inconveniente las clases presenciales, ¡peligro de nuevos contagios! Y aún la de la continuidad de clases asistidas tecnológicamente, que en nuestro medio sí es una novedad extraordinaria.

Gremios y sindicatos, principalmente los adscritos a los llamados "sectores democráticos" u opositores se oponen a la apertura de los plantes, cada cual, con argumentos considerados por ellos muy contundentes, pero sin proponer otras opciones. Sino que como decía Joselo hace años "Critican por criticar".

Colegios tradicionales y universidades de gestión privada han pedido reiteradamente que se impone la necesidad de la interacción docente-alumno en los salones, una relación insustituible.

Sin embargo, como han señalado gremios y sindicatos docentes hay que ser prudentes. El mismo ministro de educación universitaria César Trompiz en su cuenta twitter ha dicho recientemente cosas como la siguiente:

"El retorno progresivo a clases presenciales desde el mes de octubre debe considerar que aún estamos en tiempos de pandemia. Por esta razón la bioseguridad será un principio básico para organizar el nuevo encuentro educativo".

Ergo, con esto de la pandemia parece que todos debemos ser discípulos indirectos y a la distancia de los maestros de la escuela de la sospecha, esto es, científicos y dialécticos junto a la triada excluyente entre sí respecto a la conciencia falsa o verdadera: Marx, Nietzsche, Freud, según el decir de Paul Ricoeur; siendo sus temáticas, la emancipación humana, reafirmación de la fuerza del hombre y aceptación de los principios de la realidad. Lo común en ellos vendía a ser la denuncia de las falsas percepciones religiosas, ideológicas y políticas. Sistemas ilusorios o cosmovisiones cerradas a la luz de la razón.

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